Otra de las principales y más grandes afectaciones radica en el aumento del peso corporal. No masticar correctamente la comida conduce a comer en exceso. Esto se debe a que alteramos el funcionamiento de la hormona de la saciedad, ya que una vez que empezamos a comer se tarda cerca de 20 minutos en informar al cerebro que estamos llenos. Esto conduce a un aumento de peso y problemas metabólicos mayores, que conducen a otras enfermedades peligrosas.
Por Lorenza Amor
Ciudad de México, 18 de septiembre (LaOpinión).- Comer es uno de los mayores placeres de la vida y por supuesto también es una de las acciones más fundamentales para mantenernos con vida. Seguramente en más de una ocasión has escuchado como recomendación adquirir el hábito de comer despacio y sin ninguna prisa, lo cierto es que más allá de disfrutar de los alimentos se relaciona se relaciona con beneficios de salud importantes.
Actualmente el interés por vivir de manera más consciente y saludable ha ido en aumento, sobre todo en las generaciones más jóvenes, aunque también es considerada una de las medidas más importantes en la prevención de enfermedades crónicas y degenerativas. Con base en ello han salido a al luz todo tipo de tendencias de salud, nutrición y bienestar que son consideradas una buena herramienta para cumplir nuestros objetivos con mayor facilidad.
La calidad de los alimentos que consumimos es clave en nuestro estado de salud, sin embargo el estilo de vida actual que se distingue por una vida acelerada, sedentaria, con altos niveles de estrés y una alimentación deficiente, son cuestiones consideradas un gran impedimento para vivir mejor y por más tiempo.
En un estudio que se dio a conocer durante las sesiones científicas de la Asociación Americana del Corazón, considerada una de las instituciones más prestigiosas a nivel mundial gracias a su equipo de reconocidos investigadores y médicos. Se dio a conocer la relevancia y los efectos de salud que conlleva la velocidad con la cuál nos alimentamos. Dicho trabajo de investigación fue realizado por la Universidad de Hiroshima, en Japón y estuvo a cargo un reconocido médico cardiólogo llamado Takayuki Yamaji. Se contó con la participación de 1083 personas, de ambos sexos con una edad promedio de 51,2 años quienes no padecían síndrome metabólico. El grupo de personas fue dividido en tres categorías según la velocidad a la que consideraban comían habitualmente: lenta, normal y rápida.
Después de 5 años de trabajo de investigación las conclusiones fueron sorprendentes: aquellos individuos que comían más rápido eran más propensos a desarrollar síndrome metabólico con un 11.6 por ciento más de probabilidades. Mientras que las personas que comían a velocidad normal presentaron un riesgo del 6.5 por ciento y los que comían despacio solamente se le diagnosticó la enfermedad al 2.3 por ciento.
¿Qué sucede en el cuerpo al comer rápido?
Para iniciar por el buen camino cambiando hábitos y conductas adquiridas, es importante entender lo que sucede en el cuerpo cuando comemos a gran velocidad. El proceso digestivo comienza en la boca con la trituración de los alimentos y saltarnos este importante paso es la llave para alterar el proceso de digestión completo, lo cual se deriva en diversas afecciones estomacales.
Es por ello que este hábito se relaciona con efectos negativos para la salud digestiva e intestinal a varios niveles. Una de las consecuencias más comunes es presentar aerofagia, se trata de un fenómeno fisiológico que se produce por la ingesta excesiva de aire que provoca síntomas digestivos como hinchazón, dolor, gases y eructos.
La correcta trituración de los alimentos también resulta clave para que el cuerpo pueda absorber correctamente los nutrientes de los alimentos. Diversos especialistas en nutrición coinciden en lo importante que resulta entender este proceso, inclusive señalan que aunque consumamos alimentos de gran calidad: si no los masticamos bien será muy difícil obtener todos sus nutrientes y beneficiarnos de sus propiedades.
También se presentan otro tipo de inconvenientes a nivel digestivo, sobre todo con los grupos de alimentos ricos en azúcares de absorción lenta (como es el caso de alimentos como la pasta, arroz, legumbres y fruta), no se absorben correctamente; es muy probable que se fermenten en el intestino y provoquen malas digestiones.
A la vez no saborear los alimentos conduce a que el organismo opte por el consumo de alimentos con sabores más intensos, con el objetivo de cumplir sus necesidades y sentirse saciado. Este hecho aumenta el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, sodio y azúcares.
Otra de las principales y más grandes afectaciones radica en el aumento del peso corporal. No masticar correctamente la comida conduce a comer en exceso. Esto se debe a que alteramos el funcionamiento de la hormona de la saciedad, ya que una vez que empezamos a comer se tarda cerca de 20 minutos en informar al cerebro que estamos llenos. Esto conduce a un aumento de peso y problemas metabólicos mayores, que conducen a otras enfermedades peligrosas.
¿Qué medidas podemos tomar?
Lo cierto es que comer menos es un cambio en el estilo de vida crucial y resulta clave en la prevención de presentar síndrome metabólico y sus consecuencias. Es la mejor medida para disfrutar más de la vida, nos ayuda a evitar las fluctuaciones de glucosa y la resistencia a la insulina, disminuye el riesgo de padecer afecciones cardíacas, evita el sobrepeso y la obesidad. Aquí algunos consejos para lograrlo con mayor facilidad:
Dedica el tiempo necesario para comer y crea las circunstancias adecuadas. Harvard recomienda tomarse 30 minutos para disfrutar de las comidas y evitar distracciones como ver televisión, leer o estar en el celular.
Crea el hábito consciente de masticar entre 5 y 10 veces más los alimentos, de lo que sueles hacerlo.
Evita llegar a las comidas con demasiada hambre y vigila conservar una correcta hidratación, es importante para una buena digestión.
Date el tiempo de cocinar tus propias comidas, valora el ritual de transformar los alimentos en suculentos platillos y date el tiempo de disfrutarlos y nutrir tu cuerpo.