Oficializados ya los dos candidatos que se enfrentarán el 3 de noviembre por la Presidencia de EU, el republicano Donald Trump, que busca la reelección, o el demócrata Joe Biden, Latinoamérica mira por el retrovisor a una Administración que en estos cuatro años deja un sabor agridulce en la región y su fuerte oposición con numerosas sanciones hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por Carlos Andrés Valverde
Bogotá, 26 ago (EFE).- La relación de Latinoamérica con el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha sido muy criticada por «haberle dado la espalda a la región», sin embargo, destacan varias alianzas como con México, Brasil y Colombia, que al parecer han ignorado los ataques por miedo a represalias comerciales o por ganarse un lugar entre los «amigos» del magnate.
Oficializados ya los dos candidatos que se enfrentarán el 3 de noviembre por la Presidencia de EU, el republicano Donald Trump, que busca la reelección, o el demócrata Joe Biden, Latinoamérica mira por el retrovisor a una Administración que en estos cuatro años deja un sabor agridulce en la región y su fuerte oposición con numerosas sanciones hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Por el contrario, gobiernos como el de Andrés Manuel López Obrador en México, Jair Bolsonaro en Brasil e Iván Duque en Colombia lo han adulado y han afianzado sus alianzas en sintonía con los intereses de Trump.
Para Michael Shifter, presidente del centro de análisis e intercambio político de Diálogo Interamericano con sede en Washigton, «la relación se ha deteriorado en general entre América Latina y Estados Unidos bajo la Administración Trump, hace cinco años cuando era candidato a la Presidencia, empezó su discurso insultando a los migrantes mexicanos al tildarlos de violadores y criminales, y sigue con esa retórica muy agresiva contra los migrantes de la región».
«Este ha sido su tema, digamos principal, el que más genera entusiasmo con su base (…) y lo único que le preocupa al Presidente Trump es su propia agenda personal y política. Nunca hemos tenido un Presidente de EU que no toma en cuenta los intereses nacionales y políticas públicas como tal, sino siempre en función de su agenda personal», dijo Shifter a Efe.
«Ha quedado clarísimo en su relación con América Latina, primero por el tema de la migración y también del comercio cuando ha sido muy proteccionista (Trump sacó en 2017 a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, TPP). A él le encantan los castigos, las amenazas, los aranceles y, por otro lado, su política frente a Venezuela y Cuba que ha sido en función de la política electoral de la Florida», agregó Shifter.
¿SIN CONTENDOR EN AMÉRICA LATINA?
A pesar de todo el resentimiento que hay en la región hacia el mandatario de EU, «es llamativo que ningún Gobierno ha querido entrar en una pelea, en un enfrentamiento con la Administración Trump (…) que todos, lo más impresionante, México, han sido los más acomodados a la Administración Trump, o sea que no buscan enfrentamiento porque tienen miedo a lo que puede hacer», consideró.
Por el contrario, para Carlos Augusto Chacón, director académico del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga (ICP), un centro de pensamiento colombiano de origen empresarial con sede en Bogotá, «ha sido una relación muy compleja pero también una relación que cambió positivamente para la región».
«Indudablemente hay que partir de separar las expresiones públicas del Presidente Trump a través de redes sociales frente a muchos temas y otra lo que se evidencia en las entidades de EU encargadas de la política exterior como son el Departamento de Estado y el Departamento de Defensa, que tienen papeles muy importantes», explicó Chacón en una entrevista con Efe.
«Cuando uno entiende eso y ve eso, puede diferenciar entre la percepción y la realidad, y entender que en materia de política exterior ha primado una posición que busca defender la democracia, el estado de derecho, el libre comercio, enfrentar el problema de las drogas ilícitas y la migración», agregó Chacón.
La de Estados Unidos «ha sido una relación distante con muchos países, porque esta Administración ha dicho ‘nosotros con los socios afines fortalecemos los vínculos’ y marcan una distancia de aquellos países con los que no tienen afinidad (como Venezuela), pero creo que ha sido muy positivo por un lado porque puso en evidencia que en la región no podíamos convivir con regímenes autoritarios y, por otro, que reconoció que enfrentamos amenazas de organizaciones de crimen trasnacional, como Hizbolá, y de redes que tienen efecto, no solamente en la seguridad de EU, sino frente a nuestros países», agregó Chacón.
NI «DOCTRINA MONROE» NI «ALIANZA PARA EL PROGRESO»
Y aunque los tiempos del EU benefactor de John F. Kennedy y su «Alianza para el Progreso» o de la aislacionista «Doctrina Monroe» de América para los americanos y su «política del gran garrote» -en la que se entendía por «América» todo el continente, pero por «americanos» sólo a los estadounidenses- ya pasaron, para muchos Donald Trump prefirió el aislacionismo a la colaboración con los países latinoamericanos.
Para Shifter, «la ‘Doctrina Monroe’ ha vuelto a la vida en esta Administración, está totalmente obsoleta como doctrina, no conozco a nadie en América Latina que la tome en serio, sin embargo, esta Administración la ha revivido y eso se expresa muy claramente en cuanto a la política con China, donde esta Administración ha presionado a muchos Gobiernos diciendo que básicamente hay que elegir entre EU y China».
«Es una postura que no corresponde a las condiciones reales en la región, China es el primer o segundo socio para la mayoría de los países en América Latina, es un actor muy importante en temas de inversión e infraestructura, financiamiento y comercio, y lo que quiere, a mi juicio, América Latina, es tener buenas relaciones tanto con Washington como con Pekín, sin embargo, esa mentalidad es producto de una forma de pensar que realmente no corresponde a lo que está pasando en la región, y esto creo que ha producido daño también en la relación», señaló Michael Shifter.
En contraste, para Carlos Augusto Chacón lo que ha hecho este marco estratégico y esta Administración «está en la línea con lo que esta pasando en la región, con las prioridades, no tiene un enfoque intervencionista, más bien lo que busca es fortalecer la cooperación, el diálogo y de alguna manera entender que las dinámicas de la región pasan por fortalecer no solamente el estado de derecho y las instituciones democráticas sino las condiciones para el libre mercado».
Asimismo, en el marco de la recién anunciada iniciativa América Crece, que busca crecimiento económico y expandir los mercados libres, «EU quiere deslocalizar varias empresas que tenía en China y las quiere traer a América Latina, eso es una enorme oportunidad y pasa entonces por entender que de alguna manera, a pesar de que uno puede ser muy crítico en la guerra comercial, hay que sacar ventaja de ese proceso», concluye.