Por Edgar Iván Zazueta Luzanilla y María del Rosario Fátima Robles Robles

Cuando pensamos en jóvenes se nos viene la idea de que estos están representados por sus posibles características biológicas relacionadas con la edad, pero también las y los jóvenes pueden estar diferenciados por sus características socioculturales tales como la orientación sexual, la clase social, la ubicación geográfica, la etnia, el género o el sexo al que pertenecen, entre otras variables más. Con esto, se dice que la juventud es también una construcción social que se distingue entre toda la diversidad con la que se relaciona, como lo es la diversidad sexual, la diversidad genérica, la diversidad de lugares y espacios en los que interactúan, la diversidad religiosa, por ejemplo.

Si bien es cierto que, últimamente, los datos sobre cómo las juventudes viven el confinamiento y cómo éste les pudo haber afectado una vez que termine la cuarentena no son muy alentadores que digamos, es evidente acotar en esos datos a qué tipo de jóvenes se refieren esos hallazgos, no será lo mismo pues, un hombre joven trans que vive en la zona rural con discapacidad, un hombre joven urbano cis género de clase alta a una mujer joven pobre que, por su rol tradicional de género, tiene sobrecargas de trabajo y cuidados en su ambiente familiar y comunitario. Aún con los sesgos que implican estos abordajes, me remito a hacer una breve exposición de la forma en que las y los jóvenes viven la cuarentena en la actualidad, estos nos dicen que:

• De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las personas jóvenes actualmente son las principales afectadas por la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, en donde 1 de cada 6 se encuentra sin empleo.

• En el estudio de la OIT, se menciona que 1 de cada 6 personas menores de 29 años y en edad de trabajar ha dejado de hacerlo desde que apareció el coronavirus. Y aquellas personas que conservaron sus puestos de trabajo han visto cómo su jornada se reducía en un 23 por ciento como media. Esto en un contexto generalizado de salarios reducidos entre las personas afectadas que van de hasta el 46.73 por ciento, de acuerdo esto último a El Observatorio de Despidos durante la Pandemia de La Izquierda Diario (ODP-LID).

• De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 6 millones de personas infectadas entre el 24 de febrero y el 12 de julio halló que el rango de personas de entre 15-24 años se ha triplicado del 4.5 por ciento al 15 por ciento, a lo que se han sumado declaraciones de países como España, Francia, Alemania, Japón y Canadá que señalan que las nuevas personas infectadas por el coronavirus son mayormente personas jóvenes (para el caso de Canadá se habla de personas menores de 39 años).

• En México, de acuerdo al Centro de Estudios Educativos y Sociales (CEES), se menciona que la cifra de personas jóvenes desocupadas (sin estudio ni trabajo) alcanzará en el primer semestre del 2020, unos 10.6 millones de personas entre 15 y 29 años de edad, lo que viene siendo uno de cada tres jóvenes.

• Siguiendo con México, y de acuerdo a UBS Investor Watch Perspectivas sobre México en 2020, en su volumen 1, señala que la pandemia de coronavirus ha golpeado más a los inversionistas mexicanos más jóvenes, por lo que la pandemia ha afectado a las finanzas del 81 por ciento de la generación millenial (nacidos a partir de 1980) respecto al 60 por ciento de la generación baby boomers (1960).

• De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (Endutih) 2019, hay 34 millones de personas que no tienen acceso a Internet, y en los hogares pobres sólo 19 por ciento tiene conexión, en contraste a los hogares no pobres el porcentaje es de 89.7. Se dice en este estudio que hay más acceso a un celular que a una computadora y que el internet se usa más para entretenimiento (91.5  porciento), búsqueda de información (90.7), para comunicarse (90.6) o para apoyar la educación es del 83.8, con lo cual nos pone a pensar en las y los jóvenes que puedan estar aislados (as) y sin internet, lo que se consideraría como una discriminación y exclusión social del propio sistema educativo en la actual pandemia, lo cual se incrementa en los estratos pobres y rurales. Esto sin mencionar como problemática la cantidad de horas que las y los jóvenes pasan frente a un dispositivo, por lo que es necesario valorar todos los daños que este contexto conlleva en el actual período de confinamiento y asegurar una preparación para migrar a la educación virtual sin que esto implique mayores retrocesos en el nivel educativo para las y los jóvenes.

• Durante la pandemia se ha incrementado notablemente la entrega a domicilio, cadenas como rappi, Uber y otros negocios locales han entrado a esta modalidad y son precisamente las personas jóvenes quienes prestan mayormente estos servicios, en bicicleta o moto, a los que se ha llamado uberización del trabajo, lo cual consideramos que es una forma violenta de trabajo, ya que dicha labor se desarrolla en un contexto de nulos derechos laborales, sin prestaciones sociales, por unas cuántas horas al día, por lo que sus vidas están en mayor riesgo.

Estos datos se insertan en un contexto de varias declaraciones del director de la OMS en donde señala a las personas jóvenes como mayores responsables de los brotes de coronavirus en todo el mundo debido a las reuniones clandestinas que realizan, en donde no respetan las medidas de seguridad e higiene que se recomiendan para enfrentar a la pandemia. De acuerdo a esta última declaración se piensa que las personas jóvenes deberían calmar sus ganas de irse de fiesta y acatar todas las medidas de prevención.

Ante este escenario se revela que, a cambio, los países poco están haciendo para el diseño de políticas públicas dirigidas a este grupo poblacional y con ello su diversidad, por lo que se convierten en poblaciones muy vulnerables. De acuerdo con Miguel Székely, director del CEES, esto en México podría verse menos afectado con una mejor administración de los recursos en diversos programas, los cuales hasta ahora, según el autor, presentan padrones confusos y falta de transparencia en los resultados.

Finalmente, se reitera necesaria la aplicación en el diseño de política pública de una perspectiva interseccional y de género para develar desigualdades entre las juventudes, ya que las mujeres y las personas en configuración de pobreza así como otros grupos vulnerables siempre resultan los más afectados ante cualquier crisis.

Redacción/SinEmbargo

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