Si bien no está claro el efecto que tienen las mascarillas, los científicos han instado a los políticos a que fomenten su uso porque los riesgos son mínimos y el posible impacto es importante en el contexto de la pandemia de COVID-19.
Madrid, 28 de julio (Europa Press).- La limitada evidencia científica disponible hasta el momento sugiere que el uso de mascarillas para protegerse de la COVID-19 no conduce a una falsa sensación de seguridad y es poco probable que aumente el riesgo de infección por el hecho de que los usuarios renuncien a otros comportamientos como una buena higiene de las manos, según investigadores de la Universidad de Cambridge y del King’s College de Londres (Reino Unido).
El uso de mascarillas, particularmente en espacios interiores compartidos, es ahora obligatorio o recomendado en más de 160 países para reducir la transmisión del SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19. Si se usan correctamente, pueden reducir la transmisión del virus como parte de un conjunto de medidas de protección, entre las que se incluyen el mantenimiento de la distancia física con los demás y una buena higiene de las manos.
Si bien no está claro el efecto que tienen las mascarillas, los científicos han instado a los políticos a que fomenten su uso porque los riesgos son mínimos y el posible impacto es importante en el contexto de la pandemia de COVID-19.
Sin embargo, al principio de la pandemia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió de que su utilización podría «crear una falsa sensación de seguridad que puede llevar a descuidar otras medidas esenciales, como las prácticas de higiene de las manos». Este tipo de comportamiento se conoce como «compensación de riesgos».
Ahora, estos investigadores, en un artículo publicado en la revista BMJ Analysis, han examinado las pruebas de la compensación de riesgos para ver si se justifican las preocupaciones en el contexto de las mascarillas para reducir la transmisión del SARS-CoV-2.
La idea que subyace a la compensación de riesgos es que las personas tienen un nivel de riesgo objetivo con el que se sienten cómodas y ajustan su comportamiento para mantener ese nivel de riesgo. En el plano individual, la compensación de riesgos es algo habitual: por ejemplo, las personas corren durante más tiempo para compensar una comida indulgente ansiosamente anticipada y un ciclista puede llevar un casco para ir en bicicleta a toda velocidad.
A nivel de la población, las pruebas de la compensación de riesgos son menos claras. Un ejemplo comúnmente citado es el uso obligatorio de cascos de ciclistas que supuestamente conduce a un aumento del número de lesiones y muertes en la bicicleta. Otro ejemplo citado con frecuencia es la introducción de la profilaxis preexposición al VIH (PrEP) y la vacunación contra el VPH, que supuestamente conducen a un aumento de las relaciones sexuales sin protección.
Los resultados de las revisiones sistemáticas más recientes no justifican las preocupaciones de compensación de riesgos para ninguno de estos ejemplos. De hecho, en el caso de la vacunación contra el VPH, se encontró el efecto opuesto: los vacunados tenían menos probabilidades de tener un comportamiento sexual sin protección, medido por las tasas de infección de transmisión sexual.
En al menos 22 exámenes sistemáticos se ha evaluado el efecto del uso de una mascarilla en la transmisión de las infecciones de virus respiratorios. Entre ellos figuran seis estudios experimentales, en los que participaron más de 2 mil hogares en total, realizados en entornos comunitarios que también midieron la higiene de las manos. Aunque ninguno de los estudios se diseñó para evaluar la compensación de riesgos o se centró en el distanciamiento social, sus resultados sugieren que el uso de máscaras no reduce la frecuencia del lavado o la higienización de las manos. De hecho, en dos estudios, las tasas autoinformadas de lavado de manos fueron mayores en los grupos asignados al uso de máscaras.
El equipo también encontró tres estudios de observación que mostraron que las personas tendían a alejarse de quienes llevaban una mascarilla, lo que sugiere que las cubiertas faciales no afectan negativamente el distanciamiento físico al menos de quienes rodean al portador. Sin embargo, dicen que como ninguno de estos estudios ha sido revisado por pares, deben ser tratados con precaución.
«El concepto de compensación de riesgos, más que la compensación de riesgos en sí misma, parece ser la mayor amenaza para la salud pública al retrasar las intervenciones potencialmente efectivas que pueden ayudar a prevenir la propagación de enfermedades», explica uno de los líderes del estudio, Dame Theresa Marteau.