Mediante un sistema eléctrico, esta burbuja de seguridad hace circular el aire y su fin último es proteger a las personas de contagios de males como el del coronavirus, la pandemia que deja en el país 248 mil 976 contagiados y ocho mil 525 fallecidos.
Bogotá, 27 jul (EFE).- Un grupo de emprendedores colombianos desarrolló una burbuja como la que usan los astronautas para proteger de la pandemia del coronavirus a quien la utilice, según aseguran sus creadores, quienes destacan que son cómodas, seguras y construidas con elementos de la más alta tecnología.
Mediante un sistema eléctrico, esta burbuja de seguridad hace circular el aire y su fin último es proteger a las personas de contagios de males como el del coronavirus, la pandemia que deja en el país 248 mil 976 contagiados y ocho mil 525 fallecidos.
Los que están a la cabeza del proyecto son el ingeniero aeronáutico Andrés Felipe Giraldo, el diseñador industrial Ricardo Andrés Conde y el especialista en materiales aeronáuticos José Fabián Carmona.
La idea de diseñar un casco seguro para proteger al personal de salud, al de servicios comerciales y a las personas que viajan en avión surgió hace tres meses como respuesta a las necesidades de cuidado y protección ante la COVID-19.
«Los empezamos a diseñar hace un poco más de tres meses (…) hicimos 84 pruebas diferentes de configuración, hicimos más de 25 pruebas de materiales diferentes», detalla Giraldo, gerente de Quality Life Concept.
La idea es que el producto pueda llegar más adelante a mercados como Estados Unidos, España, Italia, Francia, Alemania y Polonia, explica, por su parte, Conde, quien aclara que el casco también lo puede utilizar cualquier persona.
ASÍ SON LAS BURBUJAS
Los emprendedores, que buscan apoyo financiero, destacan que los cascos además de ser seguros, son cómodos y confiables por estar fabricados con materiales de alta tecnología.
Por eso hoy tienen un valor comercial de 400 mil pesos (unos 109 dólares).
La burbuja, dicen sus diseñadores, pesa 650 gramos y está compuesta por una estructura plástica; una parte eléctrica, en la que está el sistema de motor; filtros de alta calidad, como el N95, y una batería, que está en la parte trasera.
El aparato funciona con la «presión positiva, es decir que la presión dentro de la burbuja es mayor a la atmosférica, generando que el aire tienda a salir y no a entrar», explica el ingeniero Giraldo.
Unido al poco peso, la otra ventaja de la burbuja es que es transparente, lo que permite tener un mayor campo de visión. Tampoco se empaña y se ajusta al cuello con un velcro, lo que «la hace más cómoda».
Con la burbuja se crea una barrera física que impide que quienes la usen se toquen la cara o se la quiten como ocurre con el tapabocas.
FINANCIACION PARA CRECER
De momento, los emprendedores trabajan en Bogotá produciendo un bajo número de burbujas pero en la siguiente fase del proyecto esperan obtener financiación para desarrollar moldes con los cuales pueden llegar a fabricar unas dos mil piezas al día.
«Actualmente estamos con una producción muy baja porque no tenemos moldes para procesos masivos de manufactura. El enfoque de la siguiente fase consiste en obtener la financiación (…) tanto con las primeras ventas como con inversionistas. Esperamos poder hacer moldes y sacar líneas masivas que nos puedan llevar a producir dos mil caretas al día», apostilla Conde.
El emprendedor considera que el producto es lo suficientemente atractivo para los inversionistas y para la gente que busca protección contra los virus «porque con los materiales que utilizamos para las burbujas, la protección no solo es contra el coronavirus sino contra otros virus».
Uno de los caminos para obtener esos recursos, explica Conde, es la plataforma de micromecenazgo para proyectos creativos Kickstarter, en la que expondrán el proyecto.