En los «mercados maduros» la deuda superó el 392 por ciento del PIB, en tanto que en los mercados emergentes esta relación aumentó un 230 por ciento durante los primeros tres meses de 2020.
Sólo la deuda de EU representó la mitad del total mundial, con 185 billones de dólares.
Ciudad de México, 16 de julio (SinEmbargo).- La deuda mundial alcanzó un total de 258 billones de dólares durante el primer trimestre de 2020, lo que representó un alza del 331 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), informó el Instituto Internacional de Finanzas (IIF), este jueves.
Con un aumento trimestral del 10 por ciento la cifra alcanzó niveles históricos durante los meses de enero a marzo, en los que se dieron los primeros cierres de actividades no esenciales en diferentes economías alrededor del mundo.
La relación de la deuda con el PIB se mantuvo por debajo de los crecimientos trimestrales observados entre 2015 y 2019, en promedio. Sin embargo, el ritmo de la suma del déficit global se aceleró desde marzo.
El IIF adelantó que durante el segundo trimestre del año se observó la emisión de bonos de deuda por 12.5 billones de dólares. El instituto calificó el dato como «deslumbrante», con una comparación trimestral promedio de 5.5 billones en 2019. El 60 por ciento de estas emisiones, observó, provinieron de los gobiernos.
«Si bien el aumento de los niveles de deuda acrecienta la preocupación sobre la sostenibilidad de la deuda, más del 92 por ciento de la deuda del Gobierno es de grado de inversión», aseguró el IIF.
En los «mercados maduros» la deuda superó el 392 por ciento del PIB en el periodo observado, frente al 380 de 2019. Canadá, Francia, Noruega y Estados Unidos mostraron el mayor aumento de los índices de deuda. Por ejemplo, sólo la deuda estadounidense representó la mitad del total mundial, con 185 billones de dólares.
En los mercados emergentes, la relación del déficit con el PIB creció 230 por ciento, sin embargo, el valor de la deuda en dólares disminuyó en a 72.5 billones. Esto se debió, en gran parte según el IIF, por la depreciación de las monedas de estos mercados, frente al dólar.
El dólar, como el oro, es considerada uno de los activos refugio, a la que los inversionistas se acogieron en los momentos de mayor inestabilidad generada por la COVID-19.