En sus investigaciones, los especialistas buscan enzimas denominadas inulinasas, presentes en microorganismos aislados del bagazo y tras estudiarlas, pretende obtener fructosa y moléculas conocidas como fructooligosacáridos (FOS), dijo la investigadora del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ, Carmina Montiel Pacheco.
México, 17 de mayo (EFE).- Las 400 mil toneladas de bagazo y las 300 mil toneladas de hojas de la planta de agave, residuos que anualmente produce la industria tequilera en México buscan ser aprovechados por investigadores de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En un comunicado de la institución, se señaló que como hasta ahora esas miles de toneladas de residuos «no tienen un uso determinado» los científicos mexicanos trabajan en diferentes proyectos para producir fibra dietética, prebióticos, jarabe de alta fructosa y biocombustibles, entre otros productos
En sus investigaciones, los especialistas buscan enzimas denominadas inulinasas, presentes en microorganismos aislados del bagazo y tras estudiarlas, pretende obtener fructosa y moléculas conocidas como fructooligosacáridos (FOS), dijo la investigadora del Departamento de Alimentos y Biotecnología de la FQ, Carmina Montiel Pacheco.
Explicó que las hojas contienen alrededor del 20 por ciento (peso seco) de agavina o inulina de agave, un polímero de fructosa ramificado que puede ser utilizado como fibra dietética.
Contó que hasta el momento, los científicos de la UNAM han aislado levaduras, bacterias y hongos provenientes del bagazo de agave y del agave propio.
«Estos microorganismos pueden degradar y aprovechar la inulina; contienen enzimas capaces de hidrolizarla (romper), y eso se podría usar para producir prebióticos y favorecer una microbiota sana en los humanos», dijo Montiel Pacheco.
Además, servirían para generar fructosa, que puede ser utilizada para producir jarabe de alta fructosa (endulzantes), biocombustibles y polímeros biodegradables.
Explicó que en los procesos industriales actuales, la fructosa, que se utiliza en la industria alimenticia (en la elaboración de mieles y refrescos (gaseosas), se obtiene del almidón y una alternativa podría ser mediante el uso de la agavina.
La investigadora relató que su trabajo ocurre en torno a microorganismos productores de enzimas (inulinasas), moléculas biológicas que se obtienen a partir de residuos de agave tequilero.
Dijo que los prebióticos que se obtengan a partir de la inulina del agave podrían aplicarse también en el área de alimentos, pues tienen bajo aporte calórico y alto poder edulcorante.
«Pueden ser el alimento de los probióticos, es decir, de los microorganismos que viven en el intestino grueso o en el colon y, por lo tanto, producir una microbiota sana, ayudar a la absorción de elementos como el calcio y mejorar el sistema inmune en niños», expuso.
En México, la producción anual es de cerca de 350 millones de litros de tequila y en su proceso se utilizan más de un millón de toneladas de agave.
En el proyecto también colabora la investigadora Julia Sáinz, del Instituto Rocasolano de Madrid, España.
Además de Eduardo Bárzana, del mismo Departamento de Alimentos y Biotecnología; Ismael Bustos, de la Facultad de Medicina; Javier Plasencia, del Departamento de Bioquímica de la FQ junto con estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado.