Con el paso de los meses, las tendencias del coronavirus comienzan a delinear un complejo patrón mientras los científicos aún tratan de descifrar algunas interrogantes sobre el origen del patógeno que paralizó al mundo.
Por Manuel Hernández Borbolla
Ciudad de México, 12 de mayo (RT).– El aumento de casos de la COVID-19 a nivel global ha comenzado a mostrar algunos patrones en el comportamiento del misterioso virus que ha sacudido al mundo entero en los últimos meses.
Pero a pesar de que con el transcurso del tiempo los efectos de la pandemia son cada vez más claros, los científicos aún luchan por tratar de dar respuestas a las muchas interrogantes que ha generado el surgimiento del virus SARS–CoV–2.
De ahí la importancia de juntar algunas piezas del rompecabezas en torno a cómo surgió y cómo funciona el coronavirus, cuyas consecuencias políticas y sociales han marcado el año 2020.
¿CUÁNDO SURGIÓ EL CORONAVIRUS?
Una de las incógnitas hasta ahora en torno la COVID-19 es certificar la fecha y localización exactas del origen del SARS-CoV-2, que provoca la enfermedad que se ha propagado por el mundo.
El 31 de diciembre de 2019, el Gobierno de China informó por primera vez a la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre «varios casos de neumonía de etiología desconocida (causa desconocida) detectados en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei».
En un segundo informe más detallado, publicado el 12 de enero, el Gobierno de China y la OMS ubican el primer caso oficial del nuevo coronavirus el 8 de diciembre de 2019 en la citada urbe.
Días más tarde, un estudio publicado por médicos chinos en la revista especializada The Lancet situaría, no obstante, el primer caso con síntomas del nuevo virus el 1 de diciembre, también en Wuhan.
Sin embargo, una serie de hallazgos científicos posteriores han puesto en duda el hecho de que la COVID-19 tuviera su origen en esas fechas en este mercado de Wuhan, aunque existe consenso entre la comunidad científica de que el brote se originó en China.
Un mapeo genético del virus realizado por la Universidad de Cambridge, en un estudio encabezado por el genetista Peter Forster, estima que el primer humano contagiado por el virus del SARS-CoV-2 pudo presentarse entre el 13 de septiembre y el 7 de diciembre de 2019.
«Lo que ahora es importante tener en cuenta es que el genoma más temprano en la base de datos no es necesariamente el origen de la enfermedad», dijo Forster en entrevista con CGTN. Sin embargo, los autores aclararon que «es una mala interpretación del estudio decir que el nuevo coronavirus se originó fuera de China».
Otro estudio filogenético reciente, realizado por el University College de Londres, señala que la pandemia por el nuevo coronavirus en humanos comenzó entre el 6 de octubre y el 11 de diciembre de 2019. La investigación no pone en duda que el brote se haya originado en China.
También se ha sumado recientemente otro análisis realizado por el médico Yves Cohen, jefe de la unidad de cuidados intensivos en dos hospitales cerca de París, Francia, que señala que un paciente que fue diagnosticado con neumonía el 27 de diciembre pasado tenía coronavirus. La esposa del paciente trabaja en un supermercado cerca del aeropuerto Charles de Gaulle, a donde llegaban vuelos de la ciudad china de Wuhan.
A partir de este hallazgo, la OMS pidió a los gobiernos del mundo practicar pruebas de coronavirus en pacientes que hubieran registrado neumonías atípicas en diciembre y noviembre de 2019, para identificar posibles casos anteriores incluso a que China informara de esa nueva enfermedad y entender mejor «el potencial de contagio».
«Sería de gran importancia que todos los países con casos sin especificar de neumonía en diciembre, o incluso en noviembre, realicen test, y algunos ya lo están haciendo», destacó en rueda de prensa el portavoz de la OMS, Christian Lindmeier, el pasado 5 de mayo.
El portavoz del organismo aclaró que no sería raro que el coronavirus estuviera ya fuera de China desde fechas tan tempranas, «ya que los primeros casos de la enfermedad se remontan a principios de diciembre y entra dentro de lo posible que algunos de los infectados viajaran desde Wuhan (ciudad donde se originó) a otros países».
¿CÓMO SURGIÓ EL NUEVO CORONAVIRUS?
Diversas investigaciones científicas apuntan a que el SARS-CoV-2 provino de especies animales que luego mutaron y empezaron a propagarse entre humanos.
El equipo de Shi Zhengli, científica del Instituto de Virología de Wuhan, descubrió por primera vez que el nuevo coronavirus está vinculado con murciélagos. Según un estudio coordinado por su equipo y publicado en la revista Nature, el nuevo coronavirus en humanos tiene «un 96 por ciento idéntico a nivel de todo el genoma», en comparación con el coronavirus presente en murciélagos.
A partir de ahí, se cree que los murciélagos son el huésped natural del nuevo coronavirus, aún cuando los receptores de la proteína S entre el virus de humanos y el de los murciélagos no son iguales. La proteína S es un aspecto clave para que el virus pueda infectar a las células de un organismo vivo.
El estudio de Zhengli y su equipo ha llevado a expertos internacionales a creer que el nuevo coronavirus evolucionó gradualmente de animales a humanos.
El 7 de febrero, la Universidad Agrícola del Sur de China publicó un estudio en el cual señala que el pangolín (similar a un armadillo) probablemente sea el huésped intermedio del nuevo coronavirus.
Además de sus similitudes genéticas, se descubrió que su receptor de proteínas Ses «virtualmente idéntico» entre pangolínes y humanos.
Para dicho estudio, el equipo de científicos tomó muestras de 25 pangolines de Malasia interceptados por la Oficina de Seguridad Pública y la Aduana Forestal Provincial de Guangdong, de marzo a diciembre de 2019.
El pangolín es considerado el «mamífero más traficado en el mundo», según la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN), debido a que en países como China y Vietnam su carne es considerada un manjar y sus escamas son utilizadas como ingrediente de medicina tradicional para el tratamiento de remedios como el asma, el reumatismo o la artritis.
De este modo, los científicos consideran altamente probable que el nuevo coronavirus haya mutado de especies animales a humanos a finales de 2019.
SOBRE LAS CEPAS Y LAS MUTACIONES
Hasta el momento se conocen tres cepas del virus SARS-CoV-2 que afectan a los humanos.
Según el estudio de Peter Forster y la Universidad de Cambridge, se han registrado versiones “A” del virus en los primeros casos de Wuhan, así como EU y Australia.
El virus tipo “B” prevaleció en pacientes de todo el este de Asia, incluyendo a la ciudad de Wuhan, que registró más casos de la cepa “B” que la cepa “A”.
La variante “C” es el tipo europeo principal, que se encuentra en pacientes tempranos de Francia, Italia, Suecia e Inglaterra. Este tipo de cepa también se registra en Singapur, Hong Kong y Corea del Sur.
El objetivo de identificar las cepas del virus es tratar de reconstruir la evolución del mismo, para rastrear un origen común y el eventual desarrollo de cada subtipo. Un hecho que es de enorme utilidad para la elaboración de una vacuna efectiva para contrarrestar los padecimientos de dicha enfermedad.
Los científicos creen que las diferentes cepas pudieron surgir a partir de diversas mutaciones.
En este sentido, investigadores del University College de Londres han identificado 198 mutaciones genéticas del nuevo coronavirus SARS-CoV-2.
«La gran mayoría de las mutaciones observadas hasta ahora en el SARS-CoV-2 que circulan en humanos son probablemente neutrales o incluso perjudiciales», señala el estudio encabezado por Francois Balloux.
«Todos los virus mutan naturalmente. Las mutaciones en sí mismas no son algo malo y no hay nada que sugiera que el SARS-CoV-2 esté mutando más rápido o más lento de lo esperado» aseguró Balloux en entrevista con Reuters.
IMPACTOS REGIONALES
Hasta el 10 de mayo, en el mundo se habían registrado 3 millones 917 mil 366 casos y 274 mil 361 muertes, según datos de la OMS.
Pero a pesar del crecimiento de las cifras en los últimos meses, el impacto no ha sido igual en todo el planeta.
La región más afectada es Europa, con un millón 707 mil 946 casos y 155 mil 552 muertos.
Le sigue la región de las Américas, donde tan solo EU encabeza el número de casos con un millón 245 mil 775 pacientes confirmados y 75 mil 364 muertos (lo cual representa el 75 por ciento de todos los casos y muertes del continente).
Así, entre Europa y EU abarcan el 77 por ciento de los casos a nivel global y el 84 por ciento de las muertes registradas en el mundo por la COVID-19.
Sin embargo, en el resto del planeta, las cifras bajan considerablemente.
En el Mediterráneo del Este (que abarca Medio Oriente y el mundo árabe) se registraban apenas 255 mil 728 casos y 8 mil 878 muertes.
En las regiones del Sureste Asiático y el Pacífico Oeste (que abarcan a países como China, India, Japón y Australia) existen 254 mil 976 casos confirmados y apenas 9 mil 25 muertes.
La región menos afectada del planeta es África, con apenas 42 mil 626 casos y mil 369 muertos.
¿PERO A QUÉ SE DEBEN ESTAS DIFERENCIAS?
Sobre el clima, la edad y el sexo
Aunque los científicos no han llegado a conclusiones definitivas, algunas tendencias parecen señalar que factores como el clima, la edad e incluso el sexo han marcado ciertas tendencias en las tasas de mortalidad por la COVID-19.
Según un estudio preliminar del Centro de Medicina Basada en Evidencia, de la Universidad de Oxford, existe una correlación entre la latitud y el contagio de casos portadores de la COVID–19.
«La evidencia sugiere que las condiciones climáticas pueden influir en la transmisión, con condiciones frías y secas que parecen aumentar la propagación», afirma el estudio realizado por los científicos Carl Heneghan y Tom Jefferson.
De este modo, los investigadores consideran que existe cierta correlación entre la latitud y los países que han registrado el mayor número de muertes asociadas al virus.
Lo mismo pasa con la edad.
Según un estudio del Pew Research Center «algunos de los países donde la COVID-19 ha sido más letal, incluidos EU e Italia, tienen poblaciones que se inclinan considerablemente más viejas que el promedio mundial».
En este sentido, las poblaciones de Europa y América del Norte son más longevas que en otras regiones. La edad media en Europa es de 43 años, mientras que en Norteamérica es de 39 años.
En contraste, la población de Oceanía tiene 33 años de edad media, Asia 32 años, América Latina 31 años y África apenas 20 años de edad.
De acuerdo con Hans Kluge, director regional de la OMS en Europa, «los adultos mayores tienen un riesgo significativamente mayor de enfermedad grave después de la infección por la COVID-19».
En abril pasado, el experto señaló que ésta es una observación muy importante para la región europea, ya que de los 30 principales países con el mayor porcentaje de personas mayores, todos menos uno (Japón) son países de Europa, incluyendo los países más afectados, como Italia, España y Francia.
«Sabemos que más del 95 por ciento de estas muertes ocurrieron en personas mayores de 60 años. Más del 50 por ciento de todas las muertes fueron personas de 80 años o más», señaló Kluge.
Otra variable es el sexo, ya que de acuerdo con datos de la iniciativa Global Health 50/50, los hombres son más propensos a morir por coronavirus que las mujeres.
«Los datos hasta ahora no proporcionan un patrón claro en términos de quién tiene más probabilidades de infectarse con la COVID-19. Sin embargo, muestra que entre los casos confirmados, los hombres mueren constantemente a un ritmo mayor en los países donde hay datos disponibles», señala el estudio.
Asimismo, un reciente estudio publicado en el European Heart Journal, encontró que la sangre de los hombres tienen niveles más altos, en comparación a las mujeres, de una enzima utilizada por el nuevo coronavirus para infectar células.
Dicha enzima, convertidora de angiotensina II (ACE2, por su sigla en inglés), se encuentra en el corazón, riñones y otros órganos.
Todos ellos, factores que empiezan a delinear algunas tendencias para comprender mejor el virus que paralizó al mundo.