Ante la imposibilidad de salir de casa, es buen momento para viajar a través de las bibliotecas más bellas del mundo, aunque sea virtualmente. Lugares como la Biblioteca del Trinity College en Dublín, la Biblioteca Pública de Évora en Portugal y la Biblioteca Nacional de Malta, son algunos de los espacios de lectura más reconocidos mundialmente.
Se han convertido en iconos del saber y destinos turísticos, como es el caso de la nueva Biblioteca de Alejandría (Egipto), inaugurada en el año 2002 para recobrar el espíritu de la que fue la primera biblioteca universal en la historia, que llegó a albergar 700 mil libros en rollos de papel.
Por Pelayo Sánchez
Madrid, 25 de abril (EFE).- Espectaculares, elegantes, silenciosas y llenas de saber. Ante la celebración el pasado jueves 23 por el Día del Libro y con la imposibilidad de salir de casa, es un buen momento para viajar literariamente a través de bibliotecas como la del Trinity College (Dublín), la Laurentina (Madrid) o librerías como la Lello, de Oporto (Portugal).
Y es que todo buen aficionado a la lectura sabe del placer que supone vagar por esa librería o biblioteca entre cuyos estantes quizá se tenga la suerte de hallar el ejemplar codiciado.
Pero en una situación como la actual, en la que la adquisición de libros pasa exclusivamente por su compra online, visitar, aunque sea virtualmente, algunos de estos grandes templos puede ser el bálsamo perfecto para sobrellevar el confinamiento del lector.
Lugares como la Biblioteca del Trinity College en Dublín, la Biblioteca Pública de Évora en Portugal o la Biblioteca Nacional de Malta, la Laurentina del monasterio de El Escorial, la Real de Gabinete Portugues De Leitura de Río De Janeiro, la de la Real Sociedad Cosmológica de La Palma o, por supuesto, la de Alejandría, son algunos de los espacios de lectura más reconocidos mundialmente.
Y que se han convertido en iconos del saber y lugar de turismo, como es el caso de la nueva Biblioteca de Alejandría (Egipto), inaugurada en el año 2002 para recobrar el espíritu de la que fue la primera biblioteca universal en la historia de la humanidad, que llegó a albergar 700 mil libros en rollos de papel.
Ahora es un edificio de diseño moderno en cristal y aluminio a cargo del estudio sueco Snohetta, con forma de enorme disco solar en homenaje al dios Ra que surge del paseo marítimo de Alejandría y con una espectacular estancia hipóstila, inspirada en los templos faraónicos, con capacidad para 2000 personas.
Nada que ver con la la Biblioteca del Trinity College, fundada en Dublín en el año 1592, y una de las más conocidas del mundo por su belleza e historia y por lo imponente de sus largas estanterías de madera antigua que albergan más de 3 millones de libros y manuscritos, custodiadas por numerosos bustos de mármol que homenajean a prestigiosos literarios y filósofos.
En su sala principal, construida durante la primera mitad del siglo XVIII y bautizado como «Long Room» por sus 65 metros de longitud, han consultado volúmenes literatos de la talla de Samuel Beckett, Bram Stoker y Oscar Wilde. Y su principal joya es el «Libro de Kells», manuscrito medieval en el que se hallan los cuatro evangelios del Nuevo Testamento escritos en latín.
No tiene nada que envidiarle la Biblioteca Pública de Évora, en Portugal, inaugurada en 1666 como Colegio de los Mozos de la Catedral y que cuenta entre sus obras más antiguas con 664 libros impresos antes de 1500, durante la llamada «cuna de la imprenta», y 6445 libros del siglo XVI.
O la Biblioteca Nacional de Malta, fundada en 1555, con documentos que abarcan desde la Edad Media hasta la actualidad y preservando así la historia del país. Y que alberga el archivo de la Orden de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, así como el poema maltés más antiguo de la historia, «Il-Kantilena», escrito por el poeta Pietru Caxaro a mediados del siglo XV.
En España también hay ejemplos de bibliotecas que merecen una visita desde las pantallas de nuestros ordenadores.
Por ejemplo, la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), también conocida como la Escurialense o la Laurentina, con una imponente sala principal de 54 metros de largo, 9 de ancho y 10 de alto, coronada por una impresionante bóveda de cañón.
Así como la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, que tiene su origen en el siglo XIII aunque su sede actual data de 1509, reconstruida a mediados del siglo XVIII. Es la más biblioteca universitaria más antigua de España y una de las más antiguas de Europa.
Su principal sala es abovedada, con estanterías de pino natural y estatuas alegóricas. Junto a ella y detrás de la preciosa fachada plateresca del edificio, está la sala de manuscritos e incunables (cuenta con 487) y actual cámara acorazada.
Otras bibliotecas que merecen una visita son la del monasterio Strahov, en Praga, o la Admont (Austria), ambas barrocas; la racionalista de la Universidad de Humboldt (Berlín) o la china de Tiajin Binhai, con una espectacular arquitectura circular.
En América hay desde la modernísima biblioteca Beinecke de Manuscritos y Libros Raros en la Universidad de Yale (EU), que parece el escenario de «Interstellar» a la recargada belleza de la Real de Gabinete Portugues De Leitura, en Río De Janeiro.
Templos sagrados para el lector son también algunas librerías donde la búsqueda de un libro puede tornarse fácilmente una aventura mágica y envolvente. La «Lello e Irmao» de Oporto, fundada en 1869 y considerada por muchos como la librería más hermosa del mundo -set de rodaje para más de una secuencia de la saga «Harry Potter»-, sería solo la primera de una larga lista.
Junto a esta podrían nombrarse otras como la «Ateneo Gran Splendid» en Argentina, situada en el interior de un antiguo teatro tornado ahora restaurante, «The Last Bookstore» en Los Ángeles (EU), la librería independiente -antiguamente un banco- más grande del sur de California.
O la minúscula «Shakespeare and Co.», cercana a la Catedral de Notre Damme de París y que cuenta con un pozo que, arrojando una moneda en su interior, concede un deseo al visitante.
Tan solo algunos espacios de amor a la lectura cuyas estanterías esperan ahora en la oscuridad a que, más pronto que tarde, un ávido lector halle entre ellas un ejemplar codiciado.