Casi un mes de confinamiento ha llevado a algunos a añorar más que nunca los pisos pegajosos de los cines. Sí, la gente mandando mensajes de texto unos asientos adelante eran un fastidio, y las películas no siempre eran extraordinarias, pero las listas en redes sociales de “qué voy a hacer cuando esto acabe” incluyen innumerables antojos de pantalla grande y palomitas.
Por Jake Coyle
NUEVA YORK, 14 de abril (AP).- Jennifer Page bromea diciendo que apenas han pasado cuatro meses y ya es la peor década de su vida. Mesera en un centro turístico cercano, está sin trabajo por la pandemia. Luego que alguien dio positivo en el asilo de su madre, Page la mudó con ella a una habitación junto al comedor. Hace dos semanas falleció su padre. El día después del funeral ella y su familia salieron a caminar, y su hija de 5 años, Roxa, le pidió algo que muchos niños han anhelado en el último siglo.
“Me dijo, ‘mamá, cuando esto se acabe, ¿podemos ir al cine?’”, dijo Page, de 36 años, de Buffalo. “Ella repasó todo el proceso de ir al cine. Dijo ‘podemos comprar palomitas de maíz y cada uno tener su propia bebida y comprar dulces’”.
La pandemia del coronavirus está obligando al mundo a atravesar penurias sin algunos alivios confiables del pasado, el cine entre ellos. Por más de un siglo los cines han sido un refugio, un escape comunal, un lugar para soñar con los ojos abiertos comiendo palomitas y transportarnos lejos de todo lo demás.
Un mundo sin cines, como en el que estamos habitando temporalmente, ha sido ampliamente presagiado. Ha sido pronosticado con todo avance tecnológico importante en los medios, especialmente desde la llegada del streaming. Los cines, tan inconvenientemente ubicados fuera de casa, son un dinosaurio, han dicho analistas, un dinosaurio que va de salida.
Ahora tenemos una probada de lo que sería la vida sin cines. La mayoría lo ve como una oportunidad para que los servicios de streaming apresuren su anticipado dominio. Pero también ha generado un aprecio renovado por los placeres de ir al cine y ha clarificado su papel único en la vida social. El aislamiento sólo ha iluminado el poder de sentarse juntos en la oscuridad.
“Es una de esas cosas que no puedes apreciar realmente hasta que te la quitan”, dijo John Bell, presidente del Tampa Theatre, un palacio del cine de la década de 1920. “Esto definitivamente ha acelerado el vistazo al panorama de un futuro distópico. Pero yo creo innatamente que los humanos son criaturas sociales y que, al final de cuentas, querrán reunirse otra vez. El streaming es genial, es conveniente. Pero no es lo mismo”.
Casi un mes de confinamiento ha llevado a algunos a añorar más que nunca los pisos pegajosos de los cines. Sí, la gente mandando mensajes de texto unos asientos adelante eran un fastidio, y las películas no siempre eran extraordinarias, pero las listas en redes sociales de “qué voy a hacer cuando esto acabe” incluyen innumerables antojos de pantalla grande y palomitas.
Estar encerrado en casa ha hecho que para algunos la diferencia entre el cine y el streaming sea más aguda. Ni “Tiger King” ni los bocadillos de “películas en capítulos” de Quibi compensan esta pérdida de una noche en el cine. En San José, California, Gary Walker, un estudiante de cine de 22 años, se ha entretenido viendo documentales en Netflix y series en Disney Plus. Pero no ha sido suficiente.
“Me muero de ganas de regresar”, dijo Walker. “Soy una persona a la que le gusta mucho la experiencia social de ir al cine, no sentarme en casa a ver una película solo. También me gusta hacer eso, pero es realmente diferente ir al cine con otras personas”.
Los cines de Estados Unidos y muchos otros países han cerrado sus puertas indefinidamente por la pandemia. Los pocos que siguen abiertos son autocines, que han tenido una resurgencia repentina tras una caída de décadas. Las cadenas han dado licencia o despedido a sus empleados, muchos de los cuales son trabajadores de medio tiempo o por horas.
Es casi un hecho que la contingencia hará que algunos cines terminen cerrando permanentemente. Los analistas dicen que AMC Entertainment, que preside la cadena de cines más grande de Estados Unidos, está a punto de declararse en bancarrota. Para atravesar la tormenta, los propietarios de cines, al igual que muchos otros negocios, han pedido ayuda federal a través de un paquete de estímulos por el coronavirus.
Lo más pronto que esperan reabrir es junio, y todos los grandes estrenos se han postergado hasta mediados de julio.
“La capacidad, cuando termine esto, de salir y disfrutar algo entretenido y asequible con tu familia y amigos será de gran importancia para el tejido cultural y psicológico del país”, dijo John Fithian, presidente de la Organización Nacional de Propietarios de Cine. “Queremos hacer eso», señaló. «Pero también necesitamos ser viables”.
La asistencia al cine ha ido amainando las últimas dos décadas, un declive enmascarado por los elevados precios de los boletos. El año pasado, la taquilla doméstica recaudó 11 mil 400 millones de dólares. Ese ingreso es una de las principales razones por las que se cancelaron la mayoría de los próximos estrenos de grandes producciones: todavía puede hacerse mucho dinero en el cine.
Nadie espera que cuando los cines reabran la gente acudirá en masa a sus salas. Es probable que sigan en pie protocolos de distanciamiento, al menos al principio. Y mientras no haya una vacuna para el COVID-19, algunos tendrán dudas de ir a eventos multitudinarios en lugares cerrados. El mes pasado, la empresa analítica EDO encuestó a cinéfilos y encontró que el 70 por ciento dijo que posiblemente vuelva al cine. Un 45 por ciento dijo que esperaría unas semanas y 11 por ciento que esperaría meses.
Los cines cerraron por la pandemia de la Gripe Española de 1918, pero de manera menos coordinada. El sistema de los estudios siguió en la década de 1920, un periodo que el historiador de Hollywood William Mann resume en “Tinseltown: Murder, Morphine, and Madness at the Dawn of Hollywood”. Mann considera que esta pandemia de igual manera alterará el negocio del cine.
“Si de esto surge una apreciación renovada por regresar al glamour quizás en las películas, los cines encontrarán su camino”, dijo Mann. “Las cadenas de cines podrían salir de esto con toda una nueva manera de decir ‘miren todo lo que podemos ofrecer, podemos hacer esta experiencia muy especial’”.
Mientras la pandemia continúa, un ecosistema más grande de streaming está creciendo también. Los índices de audiencia se han disparado. Las “fiestas” para ver series o películas juntos pero a distancia, un derivado digital de la experiencia comunal de ir al cine, también van en aumento. Algunos cines han adoptado el streaming como aliado y han creado funciones online.
Pero ninguna de esas opciones _ todas con su respectivo botón de pausa _ nos da eso que tanto necesitamos ahora: un escape.