Desinformación, falta de acceso al agua y servicios básicos, discriminación y exclusión, así viven miles personas en condición de calle la contingencia por el COVID-19, denuncian activistas. Por otro lado, las autoridades capitalinas aseguran que sí han implementado un protocolo.
Ciudad de México, 26 de marzo (SinEmbargo) – César Hernández Flores, de 70 años, mete la mano a su rasgado pantalón, saca un pequeño trozo de papel de baño y lo toma con dos dedos. “A veces me lo pongo cuando estornudo para no salpicar a los demás”, le dice a sus amigos y a unos educadores mientras hace una demostración.
–También me tapo así –añade llevándose la mano a la altura de la boca.
–¡No! –exclaman rápido jóvenes integrantes de la organización civil El Caracol.
Alonso De la Cruz, uno de los brigadistas, le dice a Don César que al estornudar «debe de ser como Batman con su capa: es decir, con el antebrazo”. Otra de las activistas le explica al hombre que si se tapa la boca con la mano, entonces las gotas de saliva se quedan en su palma, y si estuviera con alguna enfermedad pues al tocar cosas o personas podría pasar el virus”.
El adulto mayor abre los ojos mientras escucha a la educadora. Asienta con la cabeza y luego lleva su antebrazo derecho frente a su cara, simula el estornudo “de etiqueta” –como le dijeron– y sonríe.
–¿Entonces así? –cuestiona.
–¡Sí! –responden los brigadistas.
Entre la población en condición de calle impera la desinformación sobre el coronavirus, lo que deja a este sector más expuesto. Pero la falta de información no es el único problema y aspecto que padecen: pasarán la contingencia en medio de la discriminación y exclusión, sin acceso a servicios básicos para su higiene y su salud, como el agua.
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Las autoridades han cancelado clases, suspendido eventos masivos y recomendado a la población extremar medidas de precaución, como lavarse constantemente las manos, usar gel anti-bacterial, no saludar de beso y abrazo, mantener una “sana distancia”, así como también pidieron no salir de casa para evitar mayores contagios.
Desde que se detectó el primer caso de COVID-19 en México y hasta el corte de ayer, se han registrado 475 personas infectadas, 2 mil 445 descartadas y mil 656 sospechosas en el país, así como ocho personas fallecidas.
El Gobierno federal también suspendió todas las actividades que no sean esenciales y reiteraron que la ciudadanía debe de quedarse en casa. Sin embargo, en México hay miles de personas que no tienen hogar.
Se estima que tan solo en Ciudad de México la población callejera supera las 6 mil 754 personas, de las cuales 4 mil 354 viven en el espacio público (debajo de los puentes, plazas, calles) y otras 2 mil 400 viven en albergues públicos y privados, de acuerdo con el Diagnóstico Situacional de las Poblaciones Callejeras 2017-2018, el último censo realizado en la Ciudad de México.
Del total, el 87.27 por ciento son hombres y el 12.73 por son mujeres. Las edades oscilan entre los 18 a 59 años en su mayoría.
A nivel nacional se estiman al menos 14 millones 940 mil de personas en condición de calle, es decir, el 13.3 por ciento de la población, de acuerdo a datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Los estudios “Poblaciones callejeras en la Ciudad de México: Ciudadanía y derecho a la identidad legal”, realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de México (UNAM) y el “Diagnóstico sobre las condiciones de vida, el ejercicio de los derechos humanos y las políticas públicas disponibles para mujeres que constituyen la población callejera 2019”, de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México, coinciden en que las cifras son aproximadas e inciertas y que no se conoce la dimensión total de la población callejera en todo el país. La falta de un diagnóstico certero, además que invisibiliza al sector, obstaculiza un diseño eficiente de las políticas públicas que les incluya.
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–¿Qué saben del coronavirus?, cuestiona la activista Alexia Moreno a un grupo de personas en indigencia sentadas en la Plaza de Las Conchitas, en el centro de la Ciudad de México.
A los lejos apenas si se escucha la pregunta de uno de los presentes: ¿Viene de otro país?
–¡No, el coronavirus no existe! ¡Es un invento del Gobierno!, replica inmediatamente una voz fuerte y firme. Era otro de los indigentes.
–Sí, no existe, eso lo dicen para distraernos y después robarse algo o hacer algo, secunda otro de los presentes.
–Mientras tanto, hay que atender y tomar las medidas de prevención, les refuta una de las educadoras.
La organización civil Caracol A.C, que desde hace más de dos décadas trabaja con población en situación de calle, inició desde el pasado lunes una campaña de información y actividades en diversos puntos del centro de la Ciudad de México para conocer cómo se encuentran estas poblaciones callejeras y cuál es su situación frente a la contingencia del COVID-19, así como para entregarles postales informativas, enseñarles a lavarse las manos y a entregarles gel antibacterial.
Uno de los principales aspectos que observaron los brigadistas, es que no cuentan con información suficiente sobre lo qué es el coronavirus, los síntomas, quienes son las personas con mayor vulnerabilidad y peor, sobre las medidas preventivas y de precaución que deben de tomar, detalla Luis Enrique Aguilar Hernández, director de El Caracol.
“Lo que estamos observando es que a pesar de que todos los días en internet, televisión y radio se está hablando del COVID-19, la población callejera es banda que no tiene información: no saben del gel y no saben lavarse las manos, que son como las indicaciones que todo mundo maneja, pero ellos no”, expresó.
Iván, uno de los educadores, también narra; “vimos que hay muy poca información con ellos. Hay un abandono con este sector de la población porque ni siquiera alguna otra secretaría que se encargue de las personas que están en calle, se ha encargado de difundir información”.
Pocos son las personas en condición de calle obtienen información y muchas veces es incompleta o la mal interpretan.
Don César cree ser el mejor enterado. Trae un periódico enrollado en el bolsillo trasero de su pantalón. Escucha la plática de los activistas y le surgen más dudas. Minutos más tarde abre las páginas de su periódico y muestra las noticias internacionales a Alonso, uno de los brigadistas.
–“Pero aquí en las noticias, mencionan a Estados Unidos, ¿es culpa de ellos?”– dice el hombre al activista. Además, le pregunta sobre los cubanos [la brigada de médicos cubanos que acudió a Italia] e insiste en cuestionar donde nació el virus.
César estaba confundido. En medio de su desorientación, también estaba convencido que debía de estornudar tapándose la boca con las manos, hasta que los brigadistas le explicaron que tenía que ser con el antebrazo
Alexia Moreno explica en entrevista con SinEmbargo, que no les sorprendió encontrar a estas personas con mucha desinformación porque a la población callejera le llega siempre información de todos lados e incompleta.
“Es como una especie de teléfono descompuesto: a ellas y ellos les llega como un cacho de todo lo que se escucha, por ejemplo: cuando fue lo de la influenza, hubo a quienes les fueron a decir que la influenza la aventaron desde el cielo y cayó como una bomba y por eso se estaban contagiando. Les llega siempre esta información confusa, teorías raras, conspiraciones. Ahora dicen que es una trampa del Estado para quitarnos el dinero”, detalla.
La mayoría de la gente en condición de calle de la Ciudad de México se concentra en la zona centro, pues de las más de 4 mil personas que viven en los espacios públicos, 1 mil 082 (258 mujeres y 824 hombres) se ubican en este sector de la capital, de acuerdo a las últimas cifras.
SIN INSUMOS
Esta población tampoco tiene acceso a agua, ni gel anti bacterial, ni otros insumos que se requieren y se recomiendan como medidas de prevención frente al COVID-19.
“No tienen espacios donde asearse. No hay llaves al servicio de la comunidad, muy pocos locales que les regalan agua”, dice Alexia Moreno.
Luis Enrique Aguilar señala, con base a las visitas con el sector, que además ninguna institución del Estado se ha acercado a la población, ni les ha ofrecido orientación completa e insumos.
“En diciembre van y les ofrecen cobijas, ¿por qué ahora no les ofrecen gel? No les han enseñado que se saluda con el codo, ni el tema de la sana distancia, no lo tiene presente porque no hay nadie que se los diga”, reprocha el director de Caracol.
El estudio “Diagnóstico sobre las condiciones de vida, el ejercicio de los derechos humanos y las políticas públicas disponibles para mujeres que constituyen la población callejera 2019”, detalla que tienen una desventaja para acceder a los sistemas de salud, justicia, laborales y educación en el país, porque sus condiciones de vida “suelen no ajustarse a las normas sociales tanto de uso del espacio público como de prácticas cotidianas diversas”, de tal manera que “tanto la sociedad como las autoridades se vinculan con estas poblaciones a través de la discriminación y la exclusión social”.
Aguilar Hernández agrega que estas poblaciones también se ha ido alejando de las instituciones porque la estructura del estado mexicano no está diseñada para incluir las personas que viven en las calles.
“Toda la estructura del Estado está pensada para las personas que tienen documentos, vivienda y familia, pero las poblaciones que viven en la calle, como no tienen eso, viven lo que nosotros llamamos una desinstitucionalización. Entonces este alejamiento hace que, en momentos como este, donde vivimos una pandemia, esta población tiene acceso al agua, ni a la información, y eso los coloca en una mayor vulnerabilidad”.
Al respecto, Alexia Moreno coincide en que “lo que los vulnera es la falta de acceso a servicios y espacios seguros”. Además, con el aislamiento de la sociedad, estos grupos enfrentan otros riesgos, como quedarse sin las redes de apoyo social.
También se les acortan las posibilidades de algunas fuentes de empleo u oportunidades de obtener algún ingreso para su sustento
La mayoría de estas personas se dedican al empleo informal y viven al día,” ellos comúnmente ayudar a poner o quitar puestos ambulantes, hacen mandados, sacan carritos y otros trabaja en metro, vendiendo paletas, o dulces”, explica la activista. Pero con la emergencia, a medida que puestos cierran, las personas en indigencia también se quedan sin espacios para conseguir alimento y servicios.
“Si la gente deja de salir, es gente que no les va a dar dinero, porque muchos viven de propinas y demás, ese es el otro punto. Realmente se están quedando a la deriva”, reitera.
Los integrantes de Caracol destacan que es necesario que las autoridades vayan a dar información de primera mano y detallada sobre la pandemia, los síntomas y alternativas en caso de contagio; así como proporcionarles insumos para enfrentar la contingencia.
“Necesitan que llegue alguien a dialogar con ellos, a resolver sus dudas, a darles insumos, y no es una acción asistencial, es una acción de emergencia”, enfatizó Enrique Aguilar.
PROTOCOLO DE ATENCIÓN
El Gobierno de la Ciudad de México presentó hoy su “Protocolo de valoración y atención a población en situación de calle y abandono social durante la contingencia del Covid-19″. Las autoridades capitalinas aseguraron en conferencia de prensa que desde el primero de marzo han atendido a la población en condición de calle y han implementado diversas medidas.
La Secretaria de Inclusión, y Bienestar Social, Almudena Ocejo Rojo, confirmó que las personas consideradas en abandono social se dividen en dos grupos: quienes viven actualmente en la calle o espacios abiertos y quienes no tienes redes de apoyo cercanos, pero que pernoctan o viven en Centros de Asistencia e Integración Social (CAIS).
A la fecha 2 mil 150 personas residen en albergues de la Ciudad de México, de las cuales, el 45 por ciento son adultos mayores de 60 años, de acuerdo con los datos brindados.
La funcionaria precisó que hasta la fecha no han detectado ningún caso sospechoso de COVID-19 o enfermedades respiratorias.
Ocejo Rojo aseguró que al menos 482 comedores sociales, el 90 por ciento del total, siguen en funcionamiento “para mantener la alimentación a bajo costo” para este sector, sin embargo, aclaró que la comida se sirve solo para llevar.
La funcionaria dijo que, del 1 al 15 de marzo, se capacitó a todo el personal para atender a la población. Y para reforzar las medidas, se pusieron dispensadores de gel en los albergues y adaptaron espacios de aislamiento en los centros de refugio.
En relación al trabajo en calle, aseguró que “las brigadas no paran; salen todos los días, pero desde el inicio de la Fase 2 salen equipadas con cubre-bocas, guantes y gel. También recalcó que “a todos se les invita a trasladarse al centro de valoración y canalización, se les proporciona gel, se observan síntomas generales, se les pregunta sobre su salud y se les tomará la temperatura solo en caso que la persona reporte que algún síntoma.
Al menos 296 personas en condición de calle accedieron a ser canalizados al CAIS. Esta cifra se incrementó en las últimas semanas, según Ocejo Rojo.
“El traslado de todas las personas es un traslado informado y voluntario […] Generalmente canalizamos aproximadamente entre seis o siete personas al día en general. En el último mes se ha incrementado a 10 u 11 personas”, destacó.
Las autoridades comentaron que en el CAIS tienen una capacidad instalada de 2 mil 500 personas, “aún tenemos capacidad para 275 personas”, dijo la funcionaria.
Al respecto, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, agregó que en caso que se requiera más capacidad, no se descartaría habilitar otros espacios.
Las autoridades también precisaron que se destinó se destinaron a esta secretaría 2 millones de pesos exclusivamente para reforzar las medidas e insumos y tareas necesarias por la continencia del Coronavirus.