Al comenzar un siglo, siete cartas (más una) a dos mujeres, una en la mitad de su vida, otra que comienza apenas la suya. Para decirles lo mismo a ambas: la vida no es fácil, pero sólo tenemos ésta. El planeta está en peligro, pero sólo tenemos éste.
Ciudad de México, 1 de diciembre (SinEmbargo).- El texto que se reproduce a continuación pertenece al libro Siete cartas más una del escritor y guionista Jean-Claude Carrière, quien trabajó con Buñuel en más de veinte guiones, y con Peter Brook muchas obras de teatro que ya son clásicas. La editorial Artes de México y la Coordinación de Humanidades de la UNAM se unieron para crear esta edición única.
Obertura
Estas Siete cartas más una están destinadas a mis dos hijas. La mayor, Iris, hoy tiene 55 años. La otra, Kiara, acaba de cumplir 16. Dos generaciones, dos madres, dos vidas distintas.
Quiero hablarles un poco de mí, de una vida larga, rica, que me ha puesto en contacto con personajes extraordinarios y culturas diversas, apasionantes. Una vida de escritura, viajes, múltiples experiencias, pero también de retiro y reflexión. ¿Qué he logrado atesorar que pueda transmitirles o por lo menos contarles?
Estas siete cartas son enviadas desde siete lugares distintos, cada uno ha marcado mi vida.
El primero es donde nací. El pueblo de Colombièressur-Orb, en el centro de Francia, el Midi, donde conservo mi casa natal y me aguarda mi tumba. Éste es mi vínculo fundamental con la tierra. Ahí me reencuentro con lo que he sido y con lo que tal vez soy todavía. Nací en una cultura precisa (de pequeño campesino) y en otra crecí. Es mi anclaje, mi punto de referencia, el único lugar donde, sin discusión, estoy en mi casa.
El segundo es París, donde vivo y trabajo, donde están mi casa, mis amigos, mis editores, mis productores, la Cinémathèque Française y el Théâtre Bouffes du Nord, donde trabajé 37 años con Peter Brook. París, el indispensable cruce de caminos, el centro de todos mis zigzagueos, la ciudad de los amores y las sorpresas, la ciudad donde soy un niño. En ella veía con frecuencia a Pierre Étaix; con él y gracias a él, comencé. Compartimos, hasta su muerte, la misma pasión por la risa.
La tercera carta vendrá de Irán, sin duda de Isfahán. Mi segunda esposa es iraní y vamos allá con frecuencia. Desde los años setenta adapté, siempre para Peter Brook, un antiguo poema persa, La conferencia de los pájaros, de Farid Uddin Attar. Desde entonces he regresado a Irán, gran país de cine, donde he dirigido varios talleres. También he traducido, con ayuda de mi esposa, poemas de Rumi y poemas del cineasta Abbas Kiartostami.
Irán, que tiene las más antiguas civilizaciones conocidas (la de Jiroft, descubierta hace poco, data del sexto milenio anterior a nuestra era), es un perfecto ejemplo de malentendido. Es el país peor conocido del mundo. Excelente oportunidad para decir a mis hijas que siempre deben desconfiar de la imagen que recibimos de un país, el que sea. Es una imagen que, la mayoría de las veces, sin darnos cuenta, hemos fabricado nosotros. Y, por lo tanto, es una imagen falsa.
La cuarta carta será enviada desde la India y, sin duda, desde la ciudad de Madurai, en el estado de Tamil Nadú. Pero también quizá desde Karnataka, Kerala o Varanasi. La India, donde estuve varias veces y a donde regreso sin cesar. Subcontinente complejo, diverso, desconcertante, donde la verdadera unión de los espíritus y los corazones se da alrededor de lo imaginario y no de lo real. Ocasión de mostrar (en la versión filmada) a varios grupos indios de teatro, a cineastas, bailarines. Ocasión de recordar la extensa investigación que hicimos con Peter Brook y con nuestros actores para adaptar el gran poema épico que es la base de la civilización india, El Mahabarata. Pierre Étaix, Luis Buñuel, Peter Brook, los tres hombres de mi vida.
La India es para mí también inseparable del Dalai Lama, con quien he trabajado en Dharamsala y a quien vuelvo a ver de vez en cuando. Del hinduismo al budismo: ¿cómo puede un escritor recorrer esa larga ruta?, ¿qué se aprende en ella?
Enviaré la quinta carta desde Toledo, en España, ciudad extraña, amalgamada y sin embargo armoniosa, donde diversas culturas parecen mezclarse sin esfuerzo. Una ciudad que nos permite hablar otra vez de Buñuel, pero también de Lorca y Dalí, a la que regreso desde 1963 sin hartarme nunca.
La sexta carta será enviada desde Nueva York, donde viví, amé y compartí con Milos Forman los años de 1968 a 1970, la gran época ilusoria y fugitiva de los hippys. Asombroso para mí fue el año de 1968, excitante y trágico: el asesinato de Martin Luther King fue en abril —yo estaba en Nueva York, venía de México—, en mayo las revueltas de París —ahí con Forman y con Buñuel—, y la masacre de los estudiantes mexicanos el dos de octubre en la Plaza de las Tres Culturas. Un año donde se cruzaron todos mis caminos.
Fui el guionista de tres películas que se filmaron entonces: Taking off, de Milos Forman; Milou en Mai, de Louis Malle; y La insoportable levedad del ser, de Philip Kaufman, basada en la novela de Milan Kundera.
Fue también el año de mi primera obra de teatro, L’Aide mémoire; la filmación de La Vía Láctea de Buñuel (donde interpreto el papel de un herético obispo español, Prisciliano); y de La Piscine (La alberca), de Jacques Deray, donde se reencontraban Alain Delon y Romy Schneider.
El séptimo lugar de envío es México, que conocí en 1964 por la película de Louis Malle, Viva María!, con Jeanne Moreau y Brigitte Bardot. Regresé con frecuencia para trabajar con Buñuel. Me encantaría regresar al balneario de San José Purúa, hoy tristemente cerrado, del que conservo tantos buenos recuerdos, de trabajo como de amistad. También ir a Oaxaca, a la Ciudad de México, a Yucatán. Tratar de decir lo que ese país me ha dado, cómo me ha enriquecido, aunque al llegar ignoraba todo de su pasado. Su historia comenzaba con nuestra mirada y así la mitad del mundo nos era desconocida. Intentaré decir a mis hijas los secretos que México conserva y cómo puede maravillarnos, asustarnos y sin duda también ayudarnos.
La octava carta vendrá de un lugar parecido al “octavo clima” de los místicos persas. Un lugar secreto donde se encuentran mis historias inacabadas, proyectos abortados, sueños olvidados, y las otras vidas que hubiera podido tener: arqueólogo, dibujante, actor o investigador. Una manera de mostrar que una vida es mucho más que una vida y, en el mundo, ningún camino se cierra para siempre.
Siete cartas más una. Mi vida ha sido dispersa, me dicen. Es difícil meterla en un cajón o en otro. Lo sé. Pero así es. Yo no elegí esta vida, así me fue llegando y no la rechacé. La curiosidad que me ha animado nunca está satisfecha. Soy un curioso y un heterocultural insaciable: las culturas de los otros, con frecuencia, me interesan más que la mía. Así como la mirada de otros —Buñuel y Brook, pero también Wajda— sobre mis raíces y mi patrimonio.
Al comenzar un siglo, siete cartas (más una) a dos mujeres, una en la mitad de su vida, otra que comienza apenas la suya. Para decirles lo mismo a ambas: la vida no es fácil, pero sólo tenemos ésta. El planeta está en peligro, pero sólo tenemos éste. El siglo xx fue horrible, pero nada nos asegura que el siguiente será mejor. Así es. Nos corresponde transformar la realidad, cuando podamos hacerlo, para nosotros y para los demás. Vivir así, sobre esta misma tierra un mundo distinto.
Para saber más sobre estas cartas y el viaje de Carrière hacia sus siete lugares importante, nos emociona invitarlos este 2 de diciembre a las 17:30 a la presentación de Siete cartas más una, en la Feria del libro de Guadalajara, Salón Juan José Arreola.
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