El Presidente López Obrador puso a La Jornada, un medio que él mismo ha calificado como cercano, como ejemplo de manipulación por una foto que circuló cuando Presidencia de la República guardaba silencio durante el operativo del 17 de octubre en Culiacán. Antes había cuestionado a Proceso. Después lo hizo con Televisión Azteca. Pero esta vez, a diferencia de otras ocasiones en que el mandatario arremete contra los medios, hubo respuestas e incluso gritos y se rompió el protocolo de la llamada “mañanera”.
Ciudad de México, 31 de octubre (SinEmbargo).– El Presidente Andrés Manuel López Obrador confrontó esta mañana a la prensa luego de que los reporteros exigieran más datos sobre el operativo fallido de Culiacán, y la llamada “mañanera” se convirtió en un espacio de confrontación y gritos.
El Jefe de Estado reclamó a La Jornada, sin dar su nombre, por una foto en la que se ve a un militar retenido por el Cártel de Sinaloa el 17 de octubre pasado. El diario decía que se trataba de Ovidio Guzmán López. El mandatario lo usó como ejemplo para descalificar a medios que, dijo, tuercen información. Pero la reacción de los reporteros fue dejar los turnos para preguntar y lanzarse a gritos a exigir respuestas a dudas sobre las lagunas en la cronología presentada un día antes, donde no hubo oportunidad de plantearlas.
Algunos periodistas se pusieron incluso de pie y le plantearon al Presidente que hubo un vacío de información desde Palacio Nacional que dio paso a esos errores. La Jornada ha sido considerado como un diario cercano al Presidente, dicho por él mismo. López Obrador puso en pantalla, frente a todos, una copia de la portada sin el logotipo, aunque las tipografías y el diseño, como pasa en todo el mundo, son parte de la identidad de un medio. De inmediato se supo que la crítica iba contra La Jornada.
El Presidente también se incomodó con las preguntas de la periodista de la revista Proceso. Y antes, fue confrontado por una reportera independiente –que publica en Pie de Página– que le preguntó sobre los megaproyectos y el impacto negativo en las comunidades indígenas. El Jefe del Ejecutivo respondió a la reportera con un “no somos iguales”, que es utilizado normalmente por él cuando se le cuestiona sobre ciertos temas en donde podría caber la posibilidad de que su Gobierno actuara como los anteriores. El líder de izquierda prometió un cambio y diferenciar su administración de otras de los últimos 36 años.
López Obrador agregó a Televisión Azteca en sus reclamos. Y, hablando en términos genéricos, sugirió que los medios recurrían a la ficción y al amarillismo al informar. Dijo que esperaba que saliera la serie en Netflix, una plataforma digital que da prioridad a las historias justamente de ficción.
El Presidente tomó un micrófono inalámbrico para hablar de la portada de La Jornada. Se paró frente a la pantalla, y dijo: “Es que esto es importante destacarlo. Porque ya basta de manipulación”. Mientras, un periodista le reclamaba y se escuchaban rumores cada vez más fuertes.
“Claro que vamos a garantizar las libertades hasta el exceso, pero también no se puede estar apostando a la manipulación”, agregó.
Los periodistas reclamaron que no hubo información el mismo día en que sucedieron los eventos. El Presidente dijo que sí. Hubo un coro que rechazó su afirmación. Luego le reclamaron las “mentiras” dichas por el Secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, quien dijo en su primer reporte que una patrulla había sido agredida y que al repeler, fueron a una casa en donde se encontraba el hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Luego, otro periodista fue más directo: “Es insostenible esa mentira, Presidente”, dijo. López Obrador dijo que eso ya se había aclarado y que “no teníamos todos los elementos”.
“La diferencia entre lo que estamos haciendo ahora y lo que se hacía antes es que antes eran mentira sobre mentira. Y se seguían. Y nosotros tenemos aquí el valor de decir: ‘nos equivocamos’. Y se rectificó. Y lo más importante de todo, eso no lo van a reconocer nuestros adversarios y sus voceros, y mucho menos los que tienen mentalidad autoritaria. Lo más importante de todo es que se puso por delante la vida de las personas. Se cuidó a la gente y se evitó una masacre”, dijo López Obrador.
–¿Quién le mintió al Secretario Durazo? –dijo otro periodista.
–Él tenía esa información originalmente –respondió AMLO.
–Con todo respeto –insistió el reportero–, ¿quién le mintió al Secretario para que saliera a dar ese mensaje?
Durazo intentó dar una respuesta.
–¿Cuál pieza del Cártel de Sinaloa negocia con las fuerzas federales?
–Ninguna. Ninguna. Pero si Azteca quiere poner eso, que lo ponga –respondió el Presidente,. ya muy molesto.
–No, Presidente. No es un asunto de Televisión Azteca y mucho menos un asunto de Hechos.
El Presidente lo interrumpió. El reportero respondió: “Bueno, perdón la duda…”
López Obrador dijo: “Son asuntos muy serios que requieren de responsabilidad y no se puede por el amarillismo el poner en tela de juicio una acción tan importante que es un parteaguas en lo que era una política autoritaria, que nunca fue cuestionada por los medios, con honrosas excepciones, que fue aplaudida por los medios; una política que desató la violencia en México porque se declaró una guerra y causó miles de muertos y convirtió a México en un cementerio, a este parteaguas que es exactamente lo opuesto: el ya no apostar a la violencia, el no apostar al exterminio…”.
Luego se dieron más dudas. El Presidente pidió retomarlas al día siguiente. Y así terminó la “mañanera”.