Blanka Alfaro
02/10/2019 - 12:02 am
Desde el privilegio del sillón
La realidad es que aunque todo de lo que acusan a Greta fuera cierto el mensaje sigue siendo el mismo e innegable, “o hacemos algo o el mundo se va al carajo”.
Mucho se ha hablado las últimas semanas sobre Greta Thunberg, la niña sueca que desde hace un año se ha empeñado en llevar al mundo un mensaje que no solo es urgente escucharlo sino que es indispensable actuar, ¡ya!
Greta escuchó y se dio cuenta de algo que debería ser muy obvio para todos, pero que decidimos ignorar por comodidad, hace más de una década científicos de todo el mundo nos han advertido sobre el calentamiento global y que si no cambiamos nuestros hábitos de consumo el mundo como lo conocemos puede llegar a su fin.
Esta visión apocalíptica pareciera para muchos exagerada y ridícula, la gran mayoría de las personas ven esto como un horizonte muy lejano que si bien está ahí nunca llegará a afectarles. El mensaje de Greta es precisamente lo contrario, ya estamos en la recta final y todos estamos siendo afectados y si no hacemos algo estamos condenados a vivir una extinción de la vida en este planeta.
Sin embargo, hoy no vengo a hablarles de ese mensaje tan cierto y tan necesario, ni siquiera de Greta, o al menos no directamente de ella, sino de todo lo que pasa a su alrededor, diría que me sorprende pero la verdad es que no, desafortunadamente así somos los humanos, a partir de la viralización de la imagen y mensaje de Greta las redes se han polarizado, hay quienes la apoyan totalmente y hay quienes podría decirse que la odian; Greta es una adolescente de 16 años blanca y viene de una familia con el dinero suficiente para llamarlos “ricos”, esto ha provocado que mucha gente piense que ella no tiene derecho a quejarse, ¿como una niña blanca y rica puede tener problemas?, ¿qué derecho tiene ella de sufrir?, así es, por más absurdo que esto parezca hay gente que lo piensa, hablan de ella como una títere del sistema, que está financiada por quienes se verán beneficiados con un cambio a otro tipo de consumo más sustentable, cientos de memes circulan las redes acusándola de ser una niña caprichosa y sin derecho a decirnos que hacer.
¿Acaso somos tontos?, somos tan conformistas y acostumbrados a no hacer nada que cuando nos presentan la realidad innegable que no nos deja otro camino que actuar y hacernos responsables de nuestros actos lo mejor que sabemos hacer es acusar al mensajero y dejar de lado el mensaje. La realidad es que aunque todo de lo que acusan a Greta fuera cierto el mensaje sigue siendo el mismo e innegable, “o hacemos algo o el mundo se va al carajo”, realmente no importa si lo dice un niño en África, Venezuela o Suecia, dejemos entonces de darle importancia a lo que no tiene importancia y hagámonos responsables de lo que nos toca, escuchemos el mensaje que antes que Greta el planeta nos grita desde hace mucho tiempo, lo gritan los ríos y los árboles, los desiertos y los mares, el aire y los animales, ya no queda tiempo para estar desviando la mirada y hacernos los tontos desde el privilegio y comodidad de nuestro sillón.
¡Gracias Greta!
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