La capital se ha convertido en un conjunto de reinos que pelean entre sí e intentan sobrevivir aprovechando los restos de la tecnología de otra época. En las «zonas M”–lugares abandonados donde la guerra por recursos y territorio habitable provocó muchas muertes– la destrucción que afectó a la humanidad es más descarnada.
«No creo que este libro sea una profecía, pero la tendencia actual es preocupante. Hay problemas a los que no estamos prestando suficiente atención», expresó el narrador, dramaturgo y ensayista mexicano Alberto Chimal, en entrevista para Puntos y Comas. En La noche en la zona M el autor dibuja una distopía que podría tocarnos los talones.
Ciudad de México, 28 de septiembre (SinEmbargo).- El calentamiento global, la escasez de recursos, la emisión de contaminantes, la extinción de especies y la polarización social son términos que preocupan a Alberto Chimal y de los que partió para crear, con ayuda de su pluma, un panorama desolador donde el mundo como lo conocemos ha muerto.
“Estamos viendo signos de que ese futuro puede llegar. No creo que este libro sea una profecía, pero la tendencia actual es preocupante y hay problemas serios a los que no estamos prestando suficiente atención. Si de alguna manera el libro sirve para que alguien se interese, se informe y pueda actuar en consecuencia, será un logro para mí”, expresó el narrador, dramaturgo y ensayista mexicano.
Además, el autor de Gente del mundo, destacó por qué era importante contar esta historia: «Gran parte de lo que se escribe de este tema se hace desde el primer mundo, desde la perspectiva y las preocupaciones de allá. Lo que falta es que se haga más desde la perspectiva de México en particular y del tercer mundo, del sur global, en general».
Alberto Chimal, considerado uno de los mejores escritores de su generación, platicó con Puntos y Comas acerca La noche en la zona M (FCE), una novela con la que se adentra en la ciencia ficción para dibujar un mundo de pesadilla a manera de examen personal y advertencia. Una distopía que podría tocarnos los talones. ¿El futuro nos alcanzó?
ACERCA DE LA HISTORIA…
La Ciudad de México se ha dividido en un conjunto de reinos que aprovechan los restos de la tecnología de otra época para sobrevivir. Sita y su abuela Lucina se encargan de mantener las comunicaciones de la base del cacique local. Ambas viven con Celeste: la conciencia de una mujer que ahora está almacenada en una computadora. Cuando Sita se entera de los planes que tienen para ella, huye para buscar un mejor lugar, pero en el camino encontrará amenazas inesperadas…
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–¿Por qué elegiste el género de ciencia ficción para contar esta historia?
–Me interesó usar las herramientas de la ciencia ficción porque en esta novela quería hablar no solamente de un futuro, sino de una posibilidad de la existencia humana que no se ha dado todavía, pero que podía darse o yo temía que se pudiera dar a partir de tendencias de nuestra época. La ficción especulativa se dedica a eso: imaginar de una manera rigurosa, a partir de lo que conocemos del presente, aquello que todavía no está entre nosotros . Esa es la función de este tipo de narraciones.
Este proyecto salió en buena medida de diferentes preocupaciones que tengo con el presente: el calentamiento global, la polarización de las sociedades… un montón de términos preocupantes que vivimos en esta época y que yo temo que puedan llevar a consecuencias realmente catastróficas si no se hace algo.
El cuento de la criada, de Margaret Atwood o 1984, de George Orwell, crean estos mundos extraños que son un poco una advertencia, además de un examen de formas de vivir. A la hora de que me planteé este proyecto, supe que tenía que hacerlo con estas herramientas.
–¿Tienes tres mujeres como protagonistas por alguna razón en particular? ¿Fue una elección azarosa?
–La primera idea que tuve, incluso antes de que hubiera una posibilidad de publicar, fue tener a una protagonista, y alrededor de este personaje femenino fueron creciendo otros personajes. Un propósito que tuve fue usar las herramientas de la ciencia ficción, pero tratar también de cuestionarlas, subvertirlas, de no seguir los lugares comunes…
Una característica de muchas historias de catástrofes y civilizaciones que caen es que sus protagonistas son hombres y representan fantasías masculinas de poder: el héroe que surge para guiar a todos los demás a la salvación. Yo quería evitar eso, no sólo por razones literarias, para salirme del cliché; sino también porque me parece que es una idea bastante tóxica y desagradable que viene desde los medios.
Por el contrario, me pregunté: ¿Qué otros personajes podría haber en este mundo? Y una de las ideas que más natural y más rápido salió fue que otras personas tendrían que ocuparse de preservar el conocimiento, la tecnología y aquellos recursos que permitían la supervivencia de los demás. Mis personajes cumplen esta otra función; no la función de la violencia, del poder.
Desde luego actualmente hay una gran cantidad de autoras estupendas que están escribiendo historias sobre muy variados personajes femeninos, pero creo que los demás también podemos poner de nuestra parte para diversificar, para que haya más posibilidades representadas en la literatura y en todas partes. Esta novela quiere contribuir a eso.
–¿Cómo defines la Zona M?
–Los países que conocemos han desaparecido y los territorios que antes eran estados nacionales se han fragmentado en reinos, un poco estilo feudal o incluso prehispánico. La Ciudad de México se ha convertido en un conjunto de reinos que pelean entre sí, como en los tiempos de la Triple Alianza: Tenochtitlán, Texcoco y Tlacopan.
Entre esos territorios hay “tierras de nadie”, lugares totalmente desiertos, donde se ve más claramente la destrucción que ha caído sobre la humanidad, el declive de las sociedades como se conocieron. En las “zonas M” las guerras por recursos y territorio habitable, llevaron a muchísimas muertes. En esos lugares, según dicen los pobladores, hay monstruos. Primero se piensa que es una superstición, luego parece que hay algo de verdad en esas afirmaciones… Al final de la novela se descubre qué es lo que está pasando. No te puedo decir [Ríe].
Cuando los personajes viajan por ahí es como si viajaran por el inframundo, una especie de descenso al infierno. Aquí todo está muerto.
–En tu novela planteas un futuro distópico, ¿ese panorama nos está alcanzando?
–Sí, estamos viendo signos de que ese futuro pude llegar a nuestra época. Yo no creo que este libro sea una profecía, pero sí me baso en tendencias preocupantes del presente. Las más preocupante de todas es justamente el daño que le estamos haciendo a nuestro entorno, por el exceso de consumo de recursos y la emisión de contaminantes.
Son problemas serios a los que no estamos prestando la suficiente atención. Si de alguna manera el libro sirve para que alguien se interese en estas cuestiones, se informe y pueda actuar en consecuencia, pues entonces será un logro para mí.
–¿Qué opinas de activistas como Greta Thunberg? ¿Sus acciones tendrán un impacto estructural real?
–Me gustaría mucho que lo tuviera, que no sólo fuera una “sensación mediática». Su presencia mundial no puede quedarse sólo en que hable ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Tendríamos que verla continuar haciendo activismo de difusión, de educación. También tendríamos que ver que otros sigan su ejemplo; una sola persona no puede hacerlo, por muy famosa que sea. Tenemos que aplicar aquello que sea aplicable en nuestras circunstancias, nuestras comunidades. No sólo nos lo dice Greta, también hay una enorme cantidad de científicos, especialistas y activistas que ya están trabajando en estas cuestiones.
–¿Y acerca de las declaraciones de Trump con respecto al cambio climático? Él piensa que es un cuento.
–El tipo este… [Chimal titubea y ríe] No quiero ni mencionar su nombre para no darle más publicidad… Él hace toda esta labor de negación como una herramienta política y sus principales partidarios han encontrado en la refutación del cambio climático, una seña de identidad. Es un fenómeno que hemos visto en diferentes países: una ideología se convierte más bien en una creencia fanática, una especie de fe religiosa, y es muy difícil cuestionarles.
Trump juega pues con esa cerrazón y polarización social y la exacerba para obtener ganancia política; apoyo para su presidencia, para sus medidas. Quién sabe si realmente crea o no o le importe siquiera, pero es claro que lo hace de forma interesada y deshonesta. Esto puede tener pésimas consecuencias para su país y para el resto del mundo.
Recientemente hubo una medida En Estados Unidos con miras a abrir reservas ecológicas para la explotación minera y maderera. Que se haga por una ganancia política de corto plazo me parece todavía más vergonzoso y destructivo.
–Importantes líderes políticos ignoran el daño al planeta, ¿cómo salvar al mundo ante un escenario poco esperanzador?
–Presión constante, incontenible, contra esos líderes. No solamente del lado del activismo, también presión política. Esta nueva cepa de líderes irresponsables e ignorantes que tenemos (los Bolsonaro, los Trump, los Boris Johnson del mundo) están únicamente en búsqueda del poder y el beneficio y sólo responden cuando se les cortan las vías hacia ese poder. Las sociedades están mal provistas para hacer contrapesos contra sus líderes, incluso las democráticas, pero de momento parece que es la única opción que tenemos: mostrar desde diferentes niveles, a distintas escalas, una oposición constante.
Lo que buscan hacer es agotar a sus adversarios, distraerlos con una gran cantidad de escándalos, de modo que se insensibilicen ante tanto absurdo. Es necesario mantener la atención en lo más importante , no tanto en los tuits de Trump o las estupideces que dice Bolsonaro, sino en las acciones que no están en los titulares porque no tienen el brillo sensacionalista. Es necesario mantener esa atención en lo realmente importante y reaccionar.
También, donde todavía hay sistemas democráticos, impedir que lleguen más de estos autócratas que hoy estamos viendo. Buscar que nos representen personas que tengan un verdadero interés por el bien común, algo que por cierto la novela subraya: cuidar la vida de las comunidades, el cuidado que nos debemos como miembros de un grupo.
–¿La literatura de ficción (realismo, ciencia ficción, horror, fantasía) debería hablar más acerca de este tema?
–Si ficción lo entendemos como invención narrativa, yo creo que sí. De hecho esta parcela de la ciencia ficción lo ha estado haciendo desde hace ya un tiempo.
Lo que falta es que se haga más desde la perspectiva de México en particular y del tercer mundo, del sur global, en general. Gran parte de lo que se escribe de este tema se hace desde el primer mundo, desde el norte, y se hace desde la perspectiva y las preocupaciones de allá, no las de aquí. Son contextos muy diferentes: aquí no tenemos el poder político y económico que se tiene allá.
Por diversas razones creo que no hemos cultivado tanto la imaginación sobre nuestro futuro, pero creo que es un buen momento para que empecemos. Si ahora comenzamos a escribir de ellos desde aquí, estamos haciendo algo valioso. De alguna manera la reflexión tiene que ir en otras direcciones.