Dolia Estévez
10/09/2019 - 12:05 am
¿Servicio exterior o guarida de cuates?
«Es hora de que los cargos públicos, en México y en el extranjero, dejen de ser rehenes del influyentIsmo».
Washington, D.C.— Uno de los vicios más socorridos del “viejo régimen” era el uso y abuso de las embajadas, consulados y representaciones ante organismos multilaterales como botín para pagar favores, quedar bien con los cuates, desterrar rivales incomodos y políticos corruptos o fracasados. El anecdotario mexicano es rico en casos que levantaron ámpula durante los sexenios priistas y panistas.
Hombres y mujeres sin experiencia o preparación en el fino arte de la diplomacia eran enviados a las 80 embajadas de México en el extranjero. Washington, Londres, París, Madrid y Tokio—las sedes más glamurosas–eran las más peleadas. Lo mismo ocurría con los 50 consulados en Estados Unidos donde han despachado ex procuradores, exgobernadores, hijos de ex cancilleres, exsenadores, exdiputados, ex empresarios, aristócratas fifís y políticos conversos al partido del ungido del momento. No hubo presidente que no abusara del artículo 89 de la Constitución que los faculta para nombrar y remover agentes diplomáticos y cónsules generales.
En la mañanera del lunes antepasado, en Hermosillo, López Obrador dijo que se dejarán de asignar cargos de cónsules o embajadores a políticos y se priorizarán a los “profesionales de carrera”. Criticó a administraciones pasadas por nombrar en esos cargos a “políticos envueltos en polémica”. No dio nombres. Los aludidos son del dominio público. Cómo olvidar el escandaloso caso del priista Fidel Herrera, con presuntos vínculos al cartel de los Zetas, nombrado cónsul en Barcelona en el sexenio pasado.
Datos de la SRE indican que si bien López Obrador ha hecho más nombramientos de miembros del Servicio Exterior Mexicano (SEM) que cualquiera de sus antecesores, los cargos en el extranjero no han dejado de ser reductos para la concesión de premios, aunque en cantidades menores. Las malas mañas no cambian de la noche a la mañana.
En los nueve meses del gobierno de la 4T, se han hecho un total de 60 nombramientos en el extranjero; 44 han sido del SEM, y 16 de índole político, la mayoría de estos en Latinoamérica, quizá porque no se requiere dominar otro idioma. Destacan: Romeo Ruiz Armento, ex diputado local y marido de la ex senadora petista Layda Sansores, embajador en Guatemala; Ricardo Cantú Garza, ex diputado del PT, embajador en El Salvador; Carlos Peñafiel Soto, líder del Comité Directivo de Morena en Querétaro, embajador en República Dominicana; Rosalía Barajas Olea, ex diputada del PRD, embajadora en Costa Rica; David Jiménez Gonzáles, ex diputado federal y ex presidente municipal de Cuernavaca, embajador en Honduras; Víctor Manuel Barceló, ex gobernador interino en Tabasco durante el gobierno priista de Roberto Madrazo, embajador en Uruguay; Raúl Bolaños Cacho, ex senador del PVEM, cónsul en Sao Paulo; y José Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM y ex secretario de Estado bajo Ernesto Zedillo, representante permanente ante la ONU.
El panorama en los consulados es más alentador. De 15 nombramientos en los 50 consulados en Estados Unidos–vanguardia de defensa de los connacionales en la guerra contra la supremacía blanca–sólo tres no son del SEM. El problema aquí es que hay doce consulados de carrera y un consulado general que están vacantes, lo que impone una carga mayor al personal y limita la labor que hacen los cónsules generales.
La explicación del por qué de las designaciones políticas bajo la 4T, sólo la pueden dar AMLO y Marcelo Ebrard. ¿Clientelismo? ¿Vicios difíciles de erradicar?
El SEM, que consta de 1,300 miembros, se anotó un gol al recuperar la Embajada en Washington, considerada la joya de la corona de la diplomacia mexicana. No sólo eso. Por primera vez en la historia, la titular es una mujer: Martha Bárcena. De los trece embajadores ante la Casa Blanca desde el sexenio de Carlos Salinas, apenas tres han sido de carrera: Jorge Montaño (Salinas); Carlos de Icaza (Fox) y Arturo Sarukhan (Calderón). Pero cabe señalar que quizá con la excepción de De Icaza, ninguno, incluida Bárcena, ha ocupado el despacho sólo por ser de carrera sino también por la cercanía al presidente en turno, un activo muy preciado en Washington.
Hacer uso de los puestos diplomáticos con fines políticos se volvió popular tras las privatizaciones salinistas de empresas paraestatales a las que iban a parar políticos devaluados. El favoritismo también se daba en puestos de menor jerarquía. No hay datos que indiquen que siga siendo el caso. Sin embargo, se dice que la hermana del Senador Ricardo Monreal, sería nombrada con algún cargo en el Consulado de San Antonio, y que la hija del Fiscal Alejandro Gertz, en el Consulado de San Diego.
Como son posiciones que no requieren ratificación del Senado (a diferencia de embajadores y cónsules generales), se cree que hay más libertad para hacer designaciones políticas. Por la Embajada de México en Washington han pasado hijos, hijas y parientes de generales, procuradores, secretarios de Estado y senadores.
Sería un error descalificar a todos los nombramientos políticos por el sólo hecho de ser políticos. No todos los políticos que han incursionado en la diplomacia han sido unos ineptos—como diría la escuela ortodoxa de la Cancillería. Ha habido políticos metidos a embajadores y cónsules que lo han hecho bien. En el caso de los diplomáticos de carrera, también ha habido mejores y peores. Lo que no se vale es pagar favores a cuenta del Estado. Colocar a cuates en lugares privilegiados solo por ser cuates. Es hora de que los cargos públicos, en México y en el extranjero, dejen de ser rehenes del influyentísmo.
Con datos de la SRE.
Twitter: @DoliaEstevez
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