José de Jesús Luévano, Secretario de la sección mexicana de la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos, desmintió que el caudal del Río Bravo aumentara porque el Gobierno estadounidense abrió las compuertas de las presas que suministran agua para detener o dificultar la migración ilegal; sin embargo, lo que es real es el riesgo que enfrentan miles de migrantes que buscan cruzar a al país gobernado por Donald Trump por esa vía.
Por Judith Torrea
Ciudad Juárez (México), 13 ago (EFE).– El Río Bravo, por el que cruzan ilegalmente desde México miles de migrantes para pedir asilo a Estados Unidos, se ha llenado estos días de agua a su paso por Ciudad Juárez, haciendo más complicado y peligroso el paso.
La razón del aumento del caudal son las lluvias que se han producido en el estado estadounidense de Nuevo México y que están llegando ahora hasta esta localidad fronteriza con El Paso (Texas, EU), según fuentes oficiales.
«Esta situación es normal en esta época del año. Son lluvias aisladas y muy fuertes, que se escurren en la zona del cauce rectificado del Río Bravo, en el Chamizal», explicó este martes a Efe José de Jesús Luévano, Secretario de la sección mexicana de la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos.
Luévano, que lleva 40 años trabajando para esta comisión, desmiente los rumores que han circulado sobre que el Gobierno estadounidense abrió las compuertas de las presas que suministran agua para detener o al menos dificultar la migración ilegal.
El caudal del Río Bravo, que los estadounidenses llaman Río Grande, es observado con inquietud por los aproximadamente 18 mil migrantes que actualmente esperan en Ciudad Juárez a iniciar o resolver sus peticiones de asilo político en Estados Unidos. El lunes, un grupo de 14 personas que intentó cruzar ilegalmente por este punto fronterizo fue rescatado por los bomberos de El Paso.
Uno de ellos desapareció entre las aguas y dos más acabaron en el hospital. Los once restantes fueron custodiados por los agentes de la patrulla fronteriza.
Centenares de migrantes llegan cada día a Ciudad Juárez alentados a cruzar por la información falsa que les proporcionan los «coyotes», en unas travesías por las que han pagado muchos más de diez mil dólares.
Los centroamericanos son los que más proclives a cruzar ilegalmente de cualquier manera.
En esta zona, el Río Bravo se ha convertido desde octubre en un paisaje de mamás agotadas dando pecho a sus bebés, antes de cruzar el río con otras mujeres jóvenes.
Muchas de ellas han sido violadas en el camino desde sus lugares de origen. Tras padecer todo tipo de peligros y abusos, los migrantes se encuentran ahora con un fuerte caudal del Río Bravo que hace mas complicado su cruce ilegal.
«Sería absurdo abrir la compuertas, de hecho no tenemos agua. Estamos a un 15 por ciento de capacidad en las presas del Caballo y a un 28 por ciento en la del Elefante, situadas en Nuevo México», subraya el experto que defiende el agua que le corresponde a México.
Preguntado por qué no se avisó a la población de este cambio repentino del cauce de las aguas de un río que ha estado prácticamente seco en muchos tramos, Luévano aseguró: «se alerta a las autoridades de protección civil cuando sabemos de algo conocido, como cuando abrimos las compuertas».
En este caso, las fuertes lluvias caídas en Nuevo México han provocado el aumento inesperado del cauce.
En 1906, se estableció la Convención para la Equitativa Distribución de las Aguas del Río Grande. La iniciativa partió de México, que llegó a un acuerdo con Estados Unidos.
Todo surgió cuando el Río Bravo se secó por completo y ya no llegaba agua a la zona agrícola de algodón del Valle de Juárez.
La razón de este cambio en el caudal de este río fronterizo fue el inicio de los desarrollos agrícolas en Nuevo México.
Reguló este acuerdo la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y Estados Unidos, que en su lado mexicano tiene su sede principal en Ciudad Juárez (estado de Chihuahua) y en el estadounidense, en El Paso.
Este organismo funciona a través de los diversos tratados y convenciones que desde 1848 han establecido los gobiernos de México y Estados Unidos en asuntos de límites fronterizos y distribución de las aguas de ríos internacionales.
«De los 800 millones de metros cúbicos entre las dos presas, a México le corresponde 74, una cifra que no ha variados desde hace 130 años», afirma Luévano.
La distribución de las aguas se hacía originalmente desde principios de marzo hasta finales de octubre. Si bien, con la carencia de agua de los últimos años, las compuertas de estas dos presas, situadas en Estados Unidos, se están abriendo más tarde.
Este año la fecha señalada fue el 31 de mayo, llegando el agua a Ciudad Juárez el 1 de junio.
«Tenemos una historia de cooperación internacional con éxito. Trabajamos, literalmente, conjuntamente con Estados Unidos», apunta el experto mexicano que estudió en Suecia su maestría en Resoluciones de Conflictos.
«La clave es ver la frontera como un ente muy complejo y muy diverso, que no es único y que no se puede enfrentar de la misma manera. Hay que entenderla, vivirla, para entender las soluciones», subraya Luévano.
Nacido en Jalisco, Luévano vivió desde los 9 años en Ciudad Acuña, en la frontera de Del Río (Texas), donde las aguas conjuntas del río Bravo-Grande se convierten en la presa de un lago que se llama Amistad, como el espíritu que se trata de vivir a los dos lados de la frontera.