Los nombramientos del club comunitario mandan un potente mensaje al mundo en términos de igualdad de género, mantienen intacto el dominio de los conservadores frente a los socialdemócratas y elevan la autoridad de los liberales, con creciente presencia en los Gobiernos de los Estados miembros y en el reparto de escaños del Parlamento Europeo tras las elecciones del pasado 26 de mayo.
Por Javier Albisu
Bruselas, 6 de julio (EFE).- Por primera vez en la historia, dos de los despachos más poderosos de la Unión Europea (UE), el de las presidencias de la Comisión Europea (CE) y del Banco Central Europeo (BCE), serán para dos mujeres, una alemana y una francebsa, ambas conservadoras, en un reparto que desatiende el equilibrio territorial este-oeste y deja a los socialdemócratas como estaban.
Después de casi 30 horas de negociación en tres jornadas entre los líderes de los veintiocho Estados miembros de la UE, de la fumata blanca del Consejo emanó un nombre desconocido para la mayor parte de los 512 millones de ciudadanos europeos: Ursula von der Leyen, una alemana nacida en Bruselas hace 60 años, criada en la burbuja comunitaria y actual ministra de Defensa germana.
Economista y médica, trilingüe en alemán, francés e inglés y madre de siete hijos, Von der Leyen desbancó a última hora al holandés Frans Timmermans, candidato socialdemócrata que aparentemente llegaba mejor posicionado para hacerse con las riendas de la CE durante los próximos cinco años.
Timmermans, cuentan quienes siguieron la negociación desde dentro, a punto estuvo de conseguir el puesto el lunes.
Pero el pacto forjado entre los socialdemócratas (con España y Portugal a la cabeza) y los liberales (con Francia y Holanda al frente), con aquiescencia de la conservadora Angela Merkel, cayó el martes en favor de un tándem francoalemán que supone una victoria para el Partido Popular Europeo (PPE) y satisface al euroescéptico Grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia) y al gobierno populista de Italia.
De los cuatro altos cargos designados -que completan el actual primer ministro belga, Charles Michel, como presidente del Consejo Europeo, y el ministro de Exteriores español, Josep Borrell, como alto representante para la Política Exterior de la UE- el rostro más conocido fuera de Europa es el de Christine Lagarde.
La francesa, que a partir del 1 de noviembre tomará el relevo del italiano Mario Draghi al frente del BCE y colocará su firma en los billetes de euro, sigue rompiendo esquemas y se convierte en una de las mujeres europeas más poderosas de la historia.
Lagarde fue la primera mujer en dirigir el reputado despacho estadounidense de abogados Baker McKenzie, la primera en haber pilotado el Ministerio francés de Economía y Finanzas, la primera en ponerse a los mandos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y será, también, la primera en definir la política monetaria europea.
Su nombramiento, pese a que puso cara a la troika en los años de la austeridad más dura en la UE, deja fuera de plano al presidente del Bundesbank, el alemán Jens Weidmann, un neoliberal ortodoxo temido por los países que han respirado aliviados con la mano izquierda financiera de Draghi en Fráncfort.
Los nombramientos del club comunitario mandan un potente mensaje al mundo en términos de igualdad de género, mantienen intacto el dominio de los conservadores frente a los socialdemócratas y elevan la autoridad de los liberales, con creciente presencia en los Gobiernos de los Estados miembros y en el reparto de escaños del Parlamento Europeo tras las elecciones del pasado 26 de mayo.
También da la puntilla al sistema de «spitzenkandidaten», fórmula estrenada en 2014 que pretendía que el presidente de la Comisión Europea tuviera que ser uno de los cabezas de lista de las familias políticas en las elecciones europeas. No será así.
El ganador de los comicios, el conservador alemán Manfred Weber, al que se le criticaba su falta de experiencia como gestor, acabó apeándose de la carrera por el mejor despacho del Ejecutivo comunitario y terminará conformándose, como mucho, con medio mandato como presidente de la Eurocámara en la segunda parte de los cinco años de legislatura.
El socialdemócrata Timmermans, por su parte, conservará su puesto de vicepresidente primero de la CE, mientras que los dos años y medio de mandato que le corresponde a su familia política al Parlamento Europeo serán para el italiano David Sassoli, discreto eurodiputado desde 2009 y elegido este martes con el voto a favor de 345 europarlamentarios de los 667 que emitieron un voto válido, sobre un hemiciclo de 751 escaños.
Los socialistas del Parlamento Europeo calificaron como «profundamente decepcionante» el paquete de cargos negociado por las capitales en el Consejo, pese a que la española Iratxe García es la líder del grupo parlamentario y el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, ha ejercido de negociador jefe de su familia política.
Horas después, los europarlamentarios socialdemócratas decidieron no presentar como candidato a presidir el Parlamento al aspirante deseado por los Estados miembros, el búlgaro Sergei Stanishev, de forma que no habrá ningún ciudadano del este de Europa al frente de ninguna de las instituciones clave de la Unión Europea.