A pesar de que el país de Qatar está metido de lleno en la planificación y arquitectura futurista que se basa en la energía verde, puedes encontrar este antiguo postre proveniente del bajo Egipto en sus cafés y hoteles de lujo. Al igual que con muchos platillos famosos, el origen de la receta se discute acaloradamente, y una de las tres historias que disputan su origen contiene un elemento criminal increíble que debes conocer. Las tres historias se refieren al nombre del platillo: Om Ali, que significa «La madre de Ali».
Por Joy Hui Lin; traducido por Laura Castro
Ciudad de México, 5 de julio (Vice Media).- Al sumergir tu cuchara en el Om Ali, un cremoso postre parecido al budín con una capa dorada, y que se sirve bañado con una mezcla de leche tibia, pasas, almendras doradas y coco, es posible que en lo único que puedas pensar es que éste es tal vez uno de los mejores postres que existen. La receta no podría ser más sencilla, ni más perfecta. Pasta de hojaldre, leche, azúcar, crema y un puñado de nueces y pasas y/u otras frutas secas que metes en un horno y se sirven doradas.
Qatar, uno de los países más pequeños entre las monarquías del Golfo Pérsico, comparte las tradiciones de los postres con el resto de los países árabes de la región y es ahora el hogar de este delicioso postre. A pesar de que el país de Qatar está metido de lleno en la planificación y arquitectura futurista que se basa en la energía verde, puedes encontrar este antiguo postre proveniente del bajo Egipto en sus cafés y hoteles de lujo. El guía qatari de la compañía de tours de lujo Q-explorer Abdullah Mohammed me dijo «incluso puedes comerlo en el desayuno».
Pero, al igual que con muchos platillos famosos, el origen de la receta se discute acaloradamente, y una de las tres historias que disputan su origen contiene un elemento criminal increíble que debes conocer. Las tres historias se refieren al nombre del platillo: Om Ali, que significa «La madre de Ali». (Gracias al patriarcado, el nombre de la mujer que creó el postre nunca estará escrito en los anales de la historia).
Una de las historia nos cuenta que, en el siglo XIII, una anciana (con un hijo llamado Ali) de una aldea pobre en el Delta del Nilo se encontró con un sultán, quien de manera autoritaria le pidió algo de comer al pasar por esa aldea mientras estaba de caza. Intentando preparar algo digno de un sultán, la anciana mezcló todo lo que tenía a la mano. Al sultán el postre le pareció delicioso, tal como lo son las versiones actuales, y, al regresar a la ciudad, lo volvió famoso con el nombre que le dio en honor a la madre de Ali.
Una historia más al estilo de Ceirsei Lannister, con más giros de trama que un episodio de Game of Thrones, también reclama el origen del postre: situaciones de vida o muerte con un toque como de concurso de cocina.
Shajarat Al-Durr ( descrita como «la mujer más astuta de su época» por un cronista sirio) comenzó su camino al poder, primero, siendo una esclava, la cual se casó con un sultán después de darle un hijo, y al morir el sultán, ella gobernó en su lugar. Sin embargo, debido a una situación política muy complicada, se vio en la necesidad de volver a casarse, y perdió la posición oficial de poder porque los poderes fácticos no aceptaban a una gobernante mujer. Pero ella ya había adquirido el gusto por los asuntos de estado, y se decía que era quien movía los hilos del poder detrás de la fachada de su segundo marido.
Cuando supuestamente asesinó a su segundo marido por tomar a otra mujer como esposa, la primera esposa de éste —la presunta Om Ali creadora del postre, quien fue abandonada por petición de Al-Durr— supuestamente sobornó a algunas criadas para asesinarla a golpes con sus zapatos mientras se encontraba en el baño truco. (No está claro si los zapatos fueron parte de las instrucciones o si fue un método espontáneo de asesinato).
Otra versión dice que Al-Durr sufrió una muerte ignominiosa al ser lanzada al vacío desde la parte superior de la ciudadela por la primera esposa, que había estado esperando su muy dulce venganza.
Tras la jubilosa noticia de que su rival estaba muerta, la primera esposa ordenó que sus cocineros compitieran para crear un platillo que celebrara la muerte de su rival y, como un extra, incluso puso una moneda de oro en el tazón donde se sirvió el postre.
Cabe señalar que esta historia existe solo como parte de los números mitos en torno al platillo y no se encuentra entre los relatos históricos oficiales, lo que podría deberse en gran parte al hecho de que muchos libros de historia oficiales fueron hechos por hombres, y a ellos tal vez no les importaba registrar el origen de un postre.
Al investigar la sabiduría popular y la historia las cosas se pueden poner un poco absurdas, pero tal vez Al-Durr fue desacreditada después de que perdiera el poder, como en una especie de campaña de desprestigio, algo que también le ocurrió al rey Ricardo III.
Por último, dejando a un lado la intriga política y el asesinato, está la tercera historia, acerca de una mujer irlandesa. Sí, de hecho, un platillo que se sirve comúnmente en el Medio Oriente podría involucrar a una amante irlandesa en su origen. Una enfermera irlandesa de apellido O’Malley llamó la atención del gobernante, Khedive Ismail, que fue el Khedive (una especie de virrey) de Egipto y Sudán desde 1863 a 1879. Khedive Ismail mandó a crear un postre especialmente para ella llamado O’Malley, cuyo nombre, según algunos, podría haberse distorsionado a Om Ali al ser pronunciado por los hablantes de árabe.
Hay una razón por la que esta receta no ha cambiado realmente desde la antigüedad, aunque sea posible sustituir el croissant por hojaldre o el pan plano egipcio llamado roaa, y en estos días usemos más la crema batida que la rica leche de búfalo, la receta sigue siendo básicamente la misma. El cremoso y esponjoso brebaje causa un corto circuito en los centros de placer del cerebro (el cual, con suerte, no inspira al asesinato).
Así que, en general, debemos agradecer a las personas ricas y poderosas por una cosa: encargar la creación de postres deliciosos que podemos seguir disfrutando hasta nuestros días.