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Traficantes, alcohólicos, fantasmas y meteoritos forman Nuestro mundo muerto, de Liliana Colanzi

02/05/2019 - 12:00 am

Nuestro mundo muerto es un libro de cuentos atravesado por una atmósfera en común: una fuerza extraña que amenaza con desbocarlo todo.

Por Montserrat Rodríguez

Ciudad de México, 2 de mayo (Culturamas/SinEmbargo).– Liliana Colanzi (1981) es una escritora, editora y periodista boliviana que a lo largo de los últimos años se ha forjado como un referente de la literatura latinoamericana actual. En 2017 fue finalista del premio de cuento Gabriel García Márquez y en el mismo año fue seleccionada entre los 39 escritores latinoamericanos menores de cuarenta años por el Hay Festival Cartagena, Bogotá39. Actualmente está incluida en el primer volumen de la antología América Fantástica, publicada por la editorial Huso.

Nuestro mundo muerto es un libro de cuentos atravesado por una atmósfera en común: una fuerza extraña que amenaza con desbocarlo todo. Bajo este principio, la autora tensiona la vida de sus personajes enfrentándolos a lo fantástico y sobrenatural, haciendo que una realidad alterna se les revele a través de sus grietas.

La escritura de Liliana Colanzi bien podrían ser esa criatura mitológica que al cortarle la cabeza le crecen dos más. Sus cuentos, como una Hidra, están llenos de una latente relevancia que se autoregenera:

En primer lugar, ella mezcla lo fantástico y la ciencia ficción con la historia de los pueblos originarios. Esto no solo lo utiliza como un elemento que abona al misticismo de sus relatos, sino que construye las condiciones para desencadenar una colonización a la inversa. En este sentido, el psique de sus personajes se ve influenciado por el campo, las tradiciones indígenas y el subconsciente colonial, al grado de afectar o guiar sus acciones. Sus cuentos especulan sobre el lugar del mundo urbano y actual: quiénes son los colonizadores y quiénes son los colonizados.

En segundo lugar, Colanzi construye personajes de gran complejidad ya que estos no son meras abstracciones personales de lo que debería de ser un adulto, un indio mataco o un adolescente. Al leer sus relatos, podemos darnos cuenta de las distintas capas que los conforman; la autora nos sumerge en la mente de sus personajes, en esa voz interna que puede resultar seductora y aterradora a la vez; a través de sus ambigüedades y contradicciones, nos revelan su carácter y el sentido de las decisiones que toman.

En tercer lugar están los universos que construye. Cuando leemos Nuestro mundo muerto, a menudo se puede sentir curiosidad sobre las razones detrás de las distintas tramas creadas. La autora, así como con sus personajes, crea universos complejos y atrayentes. Ella nos guía dentro de distintos esquemas sociales, emocionales y mentales, sorprendiéndonos con lugares y situaciones a los que no imaginábamos llegar.

En cuarto lugar está el lenguaje. A parte de rescatar la oralidad de distintas regiones, Liliana Colanzi nutre sus textos con lecturas personales. En “Cuento con pájaro” ella incluye testimonios de indígenas ayoreos recopilados por el antropólogo Lucas Bessire en el libro Behold the Black Caiman: A chronicle o Ayoreo Life y en el artículo “Isolation” de la revista Cultural Survival Quaterly: “(…) No se mi historia. No sé qué decir. Mis pensamientos y mis recuerdos se han ido, ya no vendrán más a mí. No se mi propia historia. Se acabó” (p. 122). De manera similar, en el cuento “Nuestro mundo muerto”, la autora elige concluir las últimas líneas con un fragmento de Vidas y muertes de Jaime Saenz. Es admirable la belleza y sutileza con que la escritora realiza lo anterior, al grado de que los lectores podemos no percatarnos de lo ocurrido.

Voces, fantasmas, meteoritos, desboques religiosos, la vida en Marte, traficantes ilegales y hombres alcohólicos son solo algunos de los elementos que constituyen el frenesí de su obra. Cabe mencionar que, antes de que Liliana Colanzi publicara Nuestro mundo muerto, en 2015 fue galardonada con el Premio Internacional de Literatura Aura Estrada con dos cuentos que posteriormente fueron parte del libro, estos son “Caníbal” y “Chaco”. El primero nos cuenta la historia de dos personajes que llegan a Paris al mismo tiempo que un asesino buscado por la policía. Ambas historias parecen por momentos encontrarse, siendo esta la tensión que se sostiene durante toda la lectura. “Chaco” es el recorrido de un joven que vive con su abuelo alcohólico y su madre tartamuda. El joven se encuentra a un indio mataco alcoholizado y tirado en la calle y lo mata con una piedra. Como sucede con las personas marginadas, nadie reclama el cuerpo del indio, pero este logra meterse en la cabeza del joven (lo que mencionábamos anteriormente sobre la colonización a la inversa). El indio mataco se presenta como el vengador y ambos emprenden un viaje donde buscan la reivindicación de sus historias.

Personalmente, uno de mis cuentos favoritos, es el que abre el libro y se titula “El Ojo”. En este se plantea la dualidad apocalipsis-fe. La protagonista es una joven fiscalizada por su madre, pues ha nacido con la marca del Enemigo en la frente. A medida que transcurre el relato, la madre y la hija forman dos fuerzas opuestas: la primera siendo el Ojo (la castidad, pulcritud y vigilancia) y la segunda la de la juventud (las hormonas, la sexualidad, la experimentación). Es interesante observar cómo ambas fuerzas se van desplegando en dirección distinta pero con una misma consciencia, la del fin.

Liliana Colanzi es una ferviente defensora del cuento; género que ha publicado hasta el momento. En sus entrevistas cuando le preguntan sobre el ya tan conocido debate novela-cuento, ella refiere que este último no es un género menor o un eslabón previo para llegar a la novela, sino que tiene sus propias necesidades de respiración y de manejo de la tensión. En el programa Café Chéjov, producido por el Canal 44, Colanzi menciona que sus cuentos no buscan estar definidos por un aspecto temático sino, por “cierta sensibilidad en la que lo cotidiano se vuelva extraño y, por otro lado, en la que el lenguaje se vuelva extraño”, efecto que se logra de manera contundente en su libro. Por lo pronto, no nos queda más que esperar, con gran interés, lo nuevo que vendrá de Liliana Colanzi; y, mientras eso sucede, es posible disfrutar de los ocho relatos de Nuestro mundo muerto.

Montserrat Rodríguez (Tijuana, Baja California, 1993). Es licenciada en Educación Primaria y Maestra en Educación. En 2018 obtuvo la beca Inés Arredondo para el II Encuentro Internacional 13 Habitaciones Propias. El mismo año recibió la residencia La Güera Trigos por parte del programa Under the Volcano que se llevó a cabo en enero del 2019. Sus cuentos han aparecido en diversas revistas digitales como Rojo Siena y Vozed.

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Redacción/SinEmbargo
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