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Susan Crowley

12/04/2019 - 12:03 am

Hokusai, el placer sin límite

En el fondo del mar habita el silencio, las bestias devoran a sus víctimas sin dejar escuchar ni un solo gemido. Hokusai nos observa desde el fondo de su obra, espera nuestra reacción.

En el fondo del mar habita el silencio, las bestias devoran a sus víctimas sin dejar escuchar ni un solo gemido. Hokusai nos observa desde el fondo de su obra, espera nuestra reacción. Foto: Especial.

Una mujer es poseída por dos pulpos gigantes, los tentáculos se adhieren a su cuerpo produciéndole un éxtasis dionisiaco. Mientras uno de los monstruosos animales la besa en la boca, el otro devora su sexo. Ella parece resistir, pero la fuerza de las bestias la somete. Condenada a vivir el placer sin límite provocado por los monstruos marinos, sucumbe al gozo obligada. Dominio, sumisión. Cada ventosa se adhiere a uno de sus poros, le inocula pasión, la asfixia. Perturbadora escena que nos adentra en el misterio del delirio, es una de las obras más herméticas de la historia del arte. Fantástica caricatura de la vorágine sexual, da al traste con cualquier idea romántica fabricada por el erotismo barato y lleno de concesiones del cine hollywoodense. No, esto no es Hollywood, es el principio con el que se sustentan las fuerzas Eros-Thanatos, Yin-Yan en Oriente.

Se trata de El Sueño de la esposa del pescador, del género ukiyo-e, en particular del Shunga, el arte erótico japonés del siglo XIX. Un referente para los artistas orientales que siguieron a Katsushika Hokusai (1760-1849), su autor; un asombroso descubrimiento para los creadores de Occidente, en especial para la Francia de finales del siglo XIX y principios del XX. Quienes se jactaban de vivir en absoluta libertad sexual, permitiendo que sus instintos dominaran su existencia, experimentaron un temblor profundo, ominoso, tal vez escandaloso al descubrir todos sus sentidos violentados por esta imagen. Auscultación del alma, flujo de las sensaciones reprimidas.

Occidente obedece a la moral, Oriente no dirime sobre esos asuntos. Las huellas del sendero se bifurcan alcanzando la cima unas, obligando al precipicio las otras. El camino es de conocimiento y no hay conocimiento sin la práctica. El dibujo japonés elige la senda del murmullo, se perciben ecos del bosque, algunas aves arrecian sus sonidos. Los bambús ocultan y desocultan con un ritmo del honkyoku, música utilizada por los monjes mendicantes del budismo Zen. En el fondo del mar habita el silencio, las bestias devoran a sus víctimas sin dejar escuchar ni un solo gemido. Hokusai nos observa desde el fondo de su obra, espera nuestra reacción. Sabe que nos altera, le gusta transgredir. Advierte que nuestro destino es vivir entre los límites, atrapados por los temores, acomplejados, llenos de justificaciones, atendiendo las observaciones de lo políticamente correcto. Se ríe de todo eso.

Nadie se había atrevido a tanto. ¿Hasta dónde pueden adentrarse las pulsiones del ser humano cuando explora el erotismo?, ¿cuál es el límite de la corporeidad?, ¿la petite mort? ¿qué sigue después de haber horadado por esos pasadizos en los que la piel y la experiencia se vuelven una arrastrando a su víctima hasta el fondo insondable?, ¿la muerte acaso?

Oriente plantea distintas formas de habitar el cuerpo, de sembrar infinitos, de llevarlo a encontrar la plenitud en el punto máximo de la experiencia y después abandonarlo. No hay responsabilidad, no existen las consecuencias. Aterrador es el sueño, pero mucho peor la vigilia que vive alerta. En el sueño morimos y es en él donde los límites se desvanecen para dejar fluir los ríos subterráneos del inconsciente. El miedo es un arma poderosa; detrás de la puerta que no nos atrevemos a abrir está el monstruo dispuesto a atacarnos, lo detenemos cerrándola con toda nuestra fuerza. Todos tenemos un monstruo vigilante, nos pertenece su furia y su capacidad de atemorizarnos, somos sus dueños y lo invocamos cuando dormimos. La imagen de esa mujer atrapada entre los tentáculos del pulpo, es solo un sueño, ¿ella lo soñó?, ¿lo ha soñado el artista?

Las fauces del pulpo sirven para moler crustáceos, duros y espinosos, su lengua es dentada y sus múltiples dientes sirven para procurarse el alimento. La relación con la esposa del pescador no existe, su único final es masticarla. La mujer se deja llevar en el acto sabiendo que es el último de su existencia. Pero ¿podemos hablar de un conflicto existencial en Oriente como lo concebimos nosotros?, ¿o tal vez es para ellos parte de una experiencia en su totalidad? Única, irrepetible, definitiva. Fuente de inspiración para las prácticas del sadomasoquismo, bondage a la manera de Nobuyoshi Araki, sometimiento; extraña manera de concebir un encuentro, rechazo a la otredad, consciencia absoluta de la unidad que se desvanece en las sutiles líneas del dibujo. Onanismo que no admite la contemplación ni el encuentro. En esta imagen no lo habrá, es una simple despedida frente al espejo. Thanatos reina, anula la posibilidad de amar. Gobierna la noche y lo oculto, el vacío se establece como un precipicio infranqueable. Para esta mujer no hay historias de vida por venir, ha sucumbido al universo de los improbables, ahí permanece estática. A punto de ser desgarrada, perece en un acto que la inmortaliza frente a nosotros. Es la muerte en éxtasis la que nos pasma, la simple idea de atisbar esos infinitos sin sentido nos provoca un vértigo constante.

 

¿Qué hay detrás de este intrigante grabado de Hokusai? Basado en una leyenda de dioses y hombres, nos habla de un intento de conservar el más bello de los objetos del mundo, una piedra preciosa cuya posesión haría mucho más poderoso a quien la tuviera. Robada por el dios dragón a las profundidades del mar, una buceadora se lanza a rescatarla, pero poco antes de llegar a la superficie es atrapada por el pulpo; ella, con arrojo, abre su pecho y oculta la piedra. Al ser rescatada, muerta, aparece esa minúscula e irresistible gema y es entregada al templo de Buda para que sea colocada entre sus ojos. Una vez más la lucha por el dominio de un objeto desata las ambiciones de todos. Es una mujer quien simboliza el triunfo y el sacrificio, es ella quien desata las furias. Y aunque el precio final es su muerte, logra desentrañar el enigma. Es la mujer quien opera desde su centro de poder y fuerza, es el alma femenina la que puede sumergirse en lo inescrutable, navegarlo; es ella quien se mide con gigantes, dioses y espíritus.

La belleza de esta estampa japonesa nos hace pensar en la magia, en el caos que el mundo irracional se empecina en mantener. Es la pureza de un mundo primitivo, intocado, aun por crearse. Es en la violación de la mujer por un dios como se crea el mundo. Es el perpetuo ciclo de inicios y finales que nada tiene que ver con el devenir de la historia. Es objeto estático, extático. Las leyes creadas por el hombre tratan de poner en su sitio a cada quien con lo que le corresponde, hablan de equilibrio en la balanza, de orden y de concierto, de armonía y secuencias matemáticas. Lo femenino yace agazapado en el fondo de un océano, se oculta en una gruta para no ser mancillado, se adelanta a todas las leyes, las somete. El sacrificio y arrobamiento de una mujer, ya sea poseída por Zeus en forma de un cisne, un toro o la lluvia; como una casi niña que lleva en su vientre a un dios; o bien, como un monstruo gigante de ocho tentáculos, cualquiera de estas manifestaciones, la hace parte del misterio, ese misterio que los hombres luchan por aclarar pero que escapa a su inteligencia.

Hokusai, como otros artistas iluminados, muestra en esta imagen un tratado sobre la vida y la muerte, el placer y la entrega, la sutil frontera entre los hombres, los dioses y las bestias.

www.susancrowley.com.mx

@suscrow65

Susan Crowley
Nació en México el 5 de marzo de 1965 y estudió Historia del Arte con especialidad en Arte Ruso, Medieval y Contemporáneo. Ha coordinado y curado exposiciones de arte y es investigadora independiente. Ha asesorado y catalogado colecciones privadas de arte contemporáneo y emergente y es conferencista y profesora de grupos privados y universitarios. Ha publicado diversos ensayos y de crítica en diversas publicaciones especializadas. Conductora del programa Gabinete en TV UNAM de 2014 a 2016.
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