Lyn Ulbricht madre de Ross Ulbricht, creador del mercado de droga online, dijo que en el país hay un problema de condenas excesivas, su objetivo ha pasado a ser no solo que liberen a Ross, sino contribuir a que el sistema sea más humano y sano, porque este país no ha sido siempre así. Esto se debe a la lucha contra el narcotráfico y se ha descontrolado completamente.
Por Samantha Elliott
Colorado, 1 de abril (Vice News/SinEmbargo).- Si en 2011 te interesaban las drogas, seguramente habrás oído hablar de Silk Road, el primer mercado en línea en introducir el contrabando por correo postal y, sin quererlo, el bitcoin. Según documentos judiciales, en este sitio web se realizaron aproximadamente 1 229 465 transacciones entre febrero de 2011 y julio de 2013, principalmente consistentes en la venta de cocaína, MDMA, heroína y diversas sustancias psicodélicas. Silk Road se llevaba un porcentaje de cada venta, lo que permitió a su administrador y fundador, el enigmático Dread Pirate Roberts, embolsarse cerca de 70,5 millones de euros.
A lo largo de la corta vida de Silk Road, la identidad de su fundador fue un misterio y objeto de toda clase de especulaciones. Se decía que Dread Pirate Roberts eran realmente varias personas, mientras que otros creían que el nombre era el pseudónimo de un cártel de la droga. Todas esas elucubraciones se disiparon en octubre de 2013, cuando el FBI arrestó a un hombre de 29 años llamado Ross Ulbricht.
Según pruebas presentadas por el FBI, Ross había trabajado principalmente solo y aprendió a escribir código mientras creaba el sitio web. No tenía antecedentes penales por piratería informática o menudeo de drogas y era graduado en Física por la Universidad de Texas. Ross había crecido en el calor de una familia de clase media y de niño había pertenecido a los Boy Scouts. Sorprendentemente, Ross no era el genio malévolo que los medios y las autoridades habían predicho.
Y esa es también la versión de Ross a la que prefiere aferrarse su madre. Lyn Ulbricht sostiene que Ross es un hombre bondadoso e incomprendido que cometió un error y que su sentencia de cadena perpetua sin fianza simplemente por poner en marcha un sitio web es totalmente injusta.
Hablamos con Lyn sobre el día que arrestaron a Ross y sobre por qué ha decidido emprender una cruzada para que lo indulten, cueste lo que cueste.
VICE: Hola, Lyn. Para empezar, cuéntanos cómo comenzó todo esto para ti. ¿Podrías hablarnos del día que arrestaron a Ross?
Lyn Ulbricht: ¿Quieres que te hable del día en que mi vida cambió? Habíamos ido a visitar a Ross a California, donde vivía Ross por aquel entonces. Yo estaba haciendo varios recados y entré en el despacho de mi marido y lo vi sentado con la cabeza apoyada sobre las manos. “¿Qué ha pasado?”, le pregunté. “¿Qué está pasando?”. “Acaban de arrestar a Ross”, me dijo, y yo respondí: “¡¿Qué?!”.
Mi marido me puso al teléfono con una periodista muy amable que me dijo: “Ah, sí. ¿No se ha enterado?”. Entonces nos contó lo que había pasado y yo no me lo podía creer. Encendí la tele y vi que hablaban de eso en todas partes. Luego empezaron a llegar periodistas y a grabar nuestra casa. Los vecinos estaban alucinando, los teléfonos no paraban de sonar y llegaban montones de emails. Y bueno, mi vida no ha vuelto a ser la misma desde entonces.
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–¿Alguna vez tuviste la menor sospecha de lo que estaba pasando antes de que lo arrestaran? ¿Te habías planteado que podía ser algo así?
–No, en absoluto. Para empezar, Ross no es programador informático, nunca ha estudiado para eso, así que nunca se me había pasado por la cabeza. Ni siquiera había oído hablar de Silk Road ni sabía lo que era.
–¿De verdad nunca habías oído hablar de Silk Road?
–No. La primera vez fue el día del arresto.
– ¿Cómo era tu casa antes de todo esto?
–Pues éramos una familia normal. Una madre, un padre, Ross y su hermana, Cali. Ross había recibido la clásica educación estadounidense. Todo muy aburrido, de verdad. Y en casa nunca había habido drogas. Esa es otra: Ross no era de consumir drogas.
–Ok, entiendo que quieras justificar por qué crees que Ross es inocente —o al menos que no merece una cadena perpetua—, pero lo que está claro es que fundó Silk Road, un sitio en el que se vendían drogas. ¿De dónde crees que pudo salir esa idea?
–Es la clásica filosofía libertaria. Todo el Partido Libertario se opone a la lucha contra la droga. Va en línea con eso de poder elegir qué hacer con tu cuerpo. Y también había restricciones. Silk Road no era un mercado completamente libre. Estaba basado en principios de no agresión y en la filosofía de no obligar a nadie a hacer algo que no quisiera. La pornografía infantil o cualquier cosa que tuviera que ver con la pedofilia, por ejemplo, estaban prohibidas, así como la venta de artículos robados, armas o de servicios violentos. Ellos consideraban las drogas como una opción, no como una obligación. Como ya he dicho, se basa en la idea libertaria de “tu cuerpo, tus decisiones”. Ross era básicamente un idealista que creía en el libre mercado.
–¿Alguna vez has sentido rencor hacia él? A fin de cuentas, como bien dices, te ha cambiado la vida.
–De vez en cuando resulta exasperante, porque pienso: Madre mía, nunca me has dado ningún problema de pequeño y ahora te estás resarciendo a base de bien.
–La verdad es que hubo una época en la que me sentía muy furiosa con él, pero fue al principio. Ahora ya no me siento así. Tenía 26 años cuando empezó con Silk Road y yo sé que nunca quiso hacer daño a nadie. Nunca lo haría. Y ahora se ha convertido en el ejemplo de las sentencias desproporcionadas. He aprendido muchísimo yendo a las cárceles, ya no solo con Ross, sino con mucha gente.
–Hace seis años que Ross está en prisión. ¿Cómo lidias con esto?
–Ha habido momentos muy duros, como cuando lo metieron en la caja metálica [régimen de aislamiento]. Pero incluso entonces me aseguraba que estaba bien, que no me preocupara. Obviamente, hay veces en que pierde los papeles, como le pasaría a cualquiera. Se indignó mucho cuando lo condenaron a cadena perpetua. Fue una etapa muy dura, pero se esfuerza por mantener una actitud positiva. Quizá porque soy su madre y no quiere preocuparme, pero yo veo que se muestra todo lo positivo que puede.
–¿A qué dedica el tiempo en prisión?
–Tienes unos cuantos amigos y lee mucho, entrena y sale mucho. No se mete en cosas que puedan causar conflictos. Ahora está en un centro nuevo y dice que ahí hacen cosas más constructivas. Por ejemplo, han montado un grupo en el que él toca el bajo.
–Supongo que se mudaron de Texas a Colorado para estar más cerca de él.
–Sí. De hecho, es la tercera vez que nos mudamos. Hace mucho que vendimos la casa para poder pagar todo esto. Tenemos un negocio de internet, por lo que podemos trasladarnos fácilmente.
Ross con otros presos de la Prisión de Máxima Seguridad de USP Florence. Foto: Cedida
–Un compromiso importante, eso de hacer las maletas y cambiar de estado.
–Sí, bueno, pensamos que era importante que tuviera un vínculo con el mundo. Cuando lo arrestaron, ingresó en una prisión de máxima seguridad de Nueva York, así que nos mudamos allí. Como está condenado a cadena perpetua, lo pusieron con otros delincuentes super peligrosos, gente que apuñalaba, daba palizas, cosas así. Al principio lo llevaba bien, hasta que alguien dijo que Ross era un soplón. El tipo quería que Ross diera una paliza a alguien para demostrar que no lo era, y él se negó diciendo que no iba a pegar a alguien a quien siquiera conocía. Eso lo puso en una situación de peligro, porque no puedes decir que no así como así. Tuvieron que ponerlo bajo custodia protectora para que no le hicieran daño. Luego pasó tres meses y medio en una caja de metal sin ventanas y casi sin posibilidad de salir al exterior. Pero ahora está en un sitio mucho mejor y puede relajarse un poco. Antes tenía que estar siempre alerta por si su vida corría peligro.
–Por tu experiencia, ¿crees que la gente sigue interesada en Silk Road? ¿Le envían cartas?
–No hay información, así que ¿quién sabe? Montamos un evento artístico para Ross y mucha gente dibujo retratos de él, pero los devolvieron todos. No llegó a verlos. No sé por qué los de la prisión los devolvieron todos.
–Leí que Ross tiene un programa de tutoría para otros presos. ¿Qué puedes contarme de eso?
–Sí, ayudaba a los presos a matriculares en una carrera a distancia. También ha ayudado a varias personas a sacarse el diploma del instituto y ha dado tutorías privadas para ayudar a la gente con la física y el yoga o a escribir cartas.
–¿Has dicho que has aprendido mucho visitando prisiones?
–Sí. Ross tiene un amigo que está cumpliendo cadena perpetua por vender marihuana a un informante hace 13 años. La cárcel está en Colorado, un estado en que la marihuana ahora es legal, y él está condenado de por vida. ¡Eso está mal, no puede ser! Y como ese, hay muchos otros casos. En este país hay un problema de condenas excesivas y creo que esto ha sido cosa del destino. Mi objetivo ha pasado a ser no solo que liberen a Ross, sino contribuir a que el sistema sea más humano y sano, porque este país no ha sido siempre así. Esto se debe a la lucha contra el narcotráfico y se ha descontrolado completamente. Tiene que dar marcha atrás y cambiar.
–Respecto a eso, estás llevando una iniciativa para obtener el indulto de Ross. ¿Cómo puede ayudar la gente?
–Tenemos una petición, freeross.org, que también puedes seguir por Instagram. Es un proyecto internacional para llamar la atención sobre su caso. Y siempre nos hace falta la ayuda económica. Si no fuera por las donaciones de la gente, nunca habríamos llegado al tribunal supremo. Además, si alguien tiene ideas u otras formas de ayudar, por favor, que contacte con nosotros. Tenemos muy pocos recursos.