La anotación del propio autor pone seriamente en entredicho la validez de la angustia del ser humano, y abre la puerta a interpretaciones menos existencialistas, e incluso más sencillas.
El Museo Británico ha organizado una exposición conmemorativa para celebrar el 75º aniversario de la muerte de Munch, que exhibe, entre muchas otras obras del aclamado artista, la reveladora litografía.
Ciudad de México, 22 marzo (RT/SinEmbargo).- Una inscripción hallada en una versión desconocida de «El Grito», de Edvard Munch, contradice la interpretación del cuadro generalmente admitida hasta ahora, hasta el punto de sugerir que su protagonista ni siquiera está gritando.
El propio artista noruego escribió, en una litografía datada en 1893 –en la que se representa la misma escena–, el siguiente texto: «Sentí un gran grito en toda la naturaleza». Esta sencilla anotación parece indicar que el archiconocido personaje que ocupa el primer plano de la imagen, con los ojos desorbitados y la boca abierta en un rostro sostenido por ambas manos, no está emitiendo un grito, sino tapándose los oídos, aterrado por algún estruendo surgido en su entorno. Este nuevo enfoque encajaría además con el primer título que el autor dio a su pintura: «El grito de la naturaleza».
El Museo Británico ha organizado una exposición conmemorativa para celebrar el 75º aniversario de la muerte de Munch, que exhibe, entre muchas otras obras del aclamado artista, la reveladora litografía. En declaraciones a The Telegraph, la comisaria de la muestra, Guilia Bartrum, afirmó que esta versión de «El Grito» «deja claro que la obra de arte más famosa de Munch representa a una persona que escucha un ‘grito’ y no, como muchas personas continúan asumiendo y debatiendo, que una persona grita».
Was Edvard Munch’s ‘The Scream’ inspired by a mummy?
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— British Museum (@britishmuseum) 6 de marzo de 2019
La celebérrima obra de Munch se ha inscrito en la historia del arte universal como una de las más altas cumbres del expresionismo, junto a una teoría sobre su significado: la mayoría de críticos e historiadores han visto en ella un símbolo de la angustia existencial del ser humano, en un momento de revolución industrial y vertiginosa aceleración histórica, situada en el paso del siglo XIX al XX.
Sin embargo, la anotación del propio autor pone seriamente en entredicho la validez de esa aseveración, y abre la puerta a interpretaciones menos existencialistas, e incluso más sencillas. Según Bartrum, Munch paseaba por un fiordo en la ciudad de Oslo en 1892, cuando el cielo adquirió súbitamente un tono rojizo. Esa visión le habría impactado profundamente: «Munch incluyó deliberadamente el título de esta versión para describir cómo se inspiró en la ansiedad que repentinamente sintió», asegura la comisaria, que explica que el pintor «estaba tratando de captar una emoción o momento en el tiempo».
Para la responsable de la exposición, esa emoción nace de «la sensación de que la naturaleza está gritando a su alrededor». «No tengo ninguna duda de que esta figura icónica está reaccionando a las fuerzas externas de la naturaleza en esa ladera», añade Bartrum, que también apunta que «lo que aún se puede debatir es si, para Munch, esas fuerzas eran reales o psicológicas».
La exposición del Museo Británico, titulada «Edvard Munch. Amor y angustia», abrirá sus puertas al público el próximo 11 de abril, y podrá visitarse hasta el 21 de julio.