Sin Fronteras
21/03/2019 - 12:03 am
Estaciones migratorias: las dudas del encierro
Es importante destacar que como ciudadanos que esta situación nos pertenece a todos, nos obliga a informarnos y cuestionarnos qué sucede dentro de las estaciones migratorias, lejanas e imperceptibles para unos cuantos, pero impregnadas de un mal sabor de boca para otros.
Por Valeria Scalisse García
Psicóloga de Sin Fronteras IAP
@Sinfronteras_1
En el informe titulado Detención Migratoria: Un análisis desde el modelo penitenciario y el gasto público desarrollado por Sin Fronteras, AsiLegal y Fundar, se realiza un comparativo sobre el contexto en el cual se encuentran personas migrantes en detención y población penitenciaria. Más allá de describir las condiciones en que las personas viven la detención, el informe aborda la restricción en el acceso de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales (DESCA), así como en las condiciones precarias de las instalaciones. Dicho informe busca sensibilizar sobre lo que sucede a nivel jurídico y social, sin embargo, hace especial énfasis en el elemento emocional de la población recluida.
Poner un pie dentro de una Estación Migratoria suele ser una experiencia dura no sólo para quienes se encuentran ahí detenidos sino también para servidores públicos como para trabajadores de la sociedad civil; en ocasiones puede ser un episodio traumático para cualquiera que llegue a estar ahí adentro. Sin embargo, es evidente que la diferencia entre ser un visitante que puede salir cuando lo desee y una persona en detención que no sabe cuándo saldrá en libertad, determina el grado de los sentimientos que se generan durante el periodo de aislamiento. Sin importar su tamaño, para un visitante la imagen imponente de una Estación Migratoria podrá desvanecerse al paso de unos días. Para una persona detenida, la sensación de incertidumbre sobre el tiempo, la liberación o la deportación puede tornarse una nube negra que lo único que predice es una lluvia intensa que acaba por inundar y destruir los caminos. Por ello es pertinente preguntarnos ¿Qué sucede entonces con los sueños, ideas y pensamientos de las personas alojadas? ¿Adónde van a parar las dudas del encierro? Preguntas que desde hace más de 15 años Sin Fronteras se cuestiona en su monitoreo por las estaciones migratorias.
Por ejemplo, en su informe de 2013 titulado Ser Migrante no me hace delincuente, Sin Fronteras publicó testimonios sobre las repercusiones que existen a nivel físico y psicológico. Al respecto, el informe destaca que el encierro impacta de manera relevante en el deterioro de su salud ya que, las personas se sienten desmotivadas por no haber cumplido su meta e impotentes por estar a disposición de otros.
Gracias a esta información fue posible comparar la situación actual de las personas en detención con los testimonios generados hace 5 años, y en lo relativo al estado de ánimo y salud física, se observan resultados pocos favorables. Al respecto, es importante resaltar que a pesar de los cambios estructurales, personal o actividades recreativas, la constante que perdura es el estado de ánimo de las personas.
“Me siento más criminalizada aquí que en el penal”. Son las palabras que Josefina expresó sobre su privación de la libertad dentro de una Estación Migratoria [1]. Josefina de nacionalidad colombiana, fue víctima de la trata de personas y al mismo tiempo acusada injustamente de ser victimaria y tratante. Por tal motivo, estuvo presa durante 2 años en un penal.
Ella, quien venía a México buscando una oportunidad de vida, pisó nuestro país sin saber que pasaría gran parte de su estancia siendo una sobreviviente del encierro. Para Josefina, esta situación de opresión se exacerbó ya que luego de ser absuelta por el crimen que nunca cometió, fue enviada inmediatamente a la Estación Migratoria por el simple hecho de ser extranjera y no contar con documento migratorio, el cual, tuvo que haber obtenido desde un inicio al ser víctima de un delito.
A pesar de haber estado en un penal injustificadamente, las condiciones de la Estación Migratoria representaron para ella el desbalance significativo en su bienestar emocional, comentando que en el entorno del penal era mucho más libre porque tenía la oportunidad de respirar, de leer y de convivir, lo cual, en la Estación Migratoria fue imposible. Además de simbolizar los vacíos de un sistema que no detecta oportunamente las necesidades específicas de que cada persona el caso de Josefina, permite ilustrar las similitudes entre el sistema penitenciario y la detención migratoria abriendo espacios para cuestionarnos cómo más personas como Josefina podrán recuperar la confianza en un sistema que falla no sólo una, sino dos veces y en el cual, para muchos, migrar se convierte en un símbolo de criminalización.
Es importante destacar que como ciudadanos que esta situación nos pertenece a todos, nos obliga a informarnos y cuestionarnos qué sucede dentro de las estaciones migratorias, lejanas e imperceptibles para unos cuantos, pero impregnadas de un mal sabor de boca para otros.
En la Estación Migratoria pareciera no existir el tiempo; como si se detuviera, donde el aire se siente más denso, más pesado, donde nuestros fantasmas se engrandecen, llegando hasta el punto de combinarse con los sueños, los olores y los soplos de aire fresco junto con los sentimientos de desesperación y frustración que se combinan para formar una masa invisible, imperceptible que termina por ser una piedra atada al pie, a punto de sumergirse al fondo del mar.
Para consultar el Informe “Detención Migratoria”: https://sinfronteras.org.mx/wp-content/uploads/2019/03/Detencion_Migratoria.pdf
[1] Los datos presentados en este artículo han sido modificados para respetar la confidencialidad y privacidad de la persona entrevistada.
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