Eran cinco amigos y regresaban en automóvil desde el puerto de Veracruz hasta sus casas, en Playa Vicente. Gloria de la O, madre de José Benitez de la O, recuerda entre lágrimas algunos mensajes de celular de ese día: «Gorda, nos vamos a comer unos tacos»; «Gorda, ya vamos, yo voy a manejar porque soy el único que tiene licencia», le escribió su hijo.
Mientras llegaban los mensajes al móvil de su hijo, los jóvenes pararon a repostar en una gasolinera de la ciudad de Tierra Blanca, donde agentes de Seguridad Pública del estado Veracruz los detuvieron. Durante estos tres años los padres han tenido que convivir con el corte de un video grabado por la cámara de seguridad de la estación de combustible.
Lo que debería ser una prueba se convirtió en una tortura. La grabación no fue suficiente para que se dictará una sentencia. Han habido investigaciones y los 21 implicados en el caso están detenidos pero no hay una condena.
Por Zoilo Carrillo
México, 4 de marzo (EFE).– Sus hijos no han estado los últimos tres años. Los desaparecieron policías del estado mexicano de Veracruz un 11 de enero que se convirtió en una marca roja en el calendario y al que ha seguido una búsqueda incesante para las familias, llena de dolores inconfesables, antidepresivos y amenazas policiales.
Les llaman los chicos de Tierra Blanca, un nombre poético para la enésima historia escabrosa en la que el Estado mexicano es el responsable. Este lunes, el Gobierno pidió perdón públicamente a los padres. El anhelo de estos es una sentencia para los criminales sin condena, una lo bastante justa, que imponga redención.
Durante un encuentro íntimo con escasos medios de comunicación, entre ellos EFE, las familias cuentan su sentir previo a la disculpa.
«Hemos tenido muchas bajas física y moralmente, la mayoría hemos tenido que recurrir a medicamentos para seguir adelante y el amor hacia nuestros hijos es lo que nos mantiene fuertes», confiesa Carmen Garibo, madre de Susana Tapia, la única mujer del grupo que desapareció aquel día.
Eran cinco amigos y regresaban en automóvil desde el puerto de Veracruz hasta sus casas, en Playa Vicente.
Gloria de la O, madre de José Benitez de la O, recuerda entre lágrimas algunos mensajes de celular de ese día: «Gorda, nos vamos a comer unos tacos»; «Gorda, ya vamos, yo voy a manejar porque soy el único que tiene licencia», le escribió su hijo.
«Después le envié mensajes y no contestó», dice la mujer, cortando de cuajo ese recuerdo.
Mientras llegaban los mensajes al móvil de su hijo, los jóvenes pararon a repostar en una gasolinera de la ciudad de Tierra Blanca, donde agentes de Seguridad Pública del estado Veracruz los detuvieron.
Durante estos tres años los padres han tenido que convivir con el corte de un video grabado por la cámara de seguridad de la estación de combustible.
Lo que debería ser una prueba se convirtió en una tortura. La grabación no fue suficiente para que se dictará una sentencia.
Han habido investigaciones y los 21 implicados en el caso están detenidos pero no hay una condena.
De estos involucrados se identifica a ocho integrantes de la policía del estado de Veracruz y 13 personas acusadas de formar parte del grupo criminal Cartel de Jalisco Nueva Generación (CJNG).
Según cuenta el abogado de las familias, Celestino Espinoza, la exigencia ahora después de la disculpa es que se dicte sentencia y «se determine si existe o no existe responsabilidad hasta el último eslabón de la cadena de mando».
En su momento, hubo omisiones tanto por parte de la Fiscalía del Estado de Veracruz -en ese entonces gobernado por Javier Duarte, hoy preso por motivos de corrupción- como de la Fiscalía General de la República (FGR) de México.
«La Fiscalía trato de dar carpetazo desde la primera semana», asevera Espinoza.
Para el abogado, es el tesón de las familias el que hizo posible llegar a este momento de perdón, pues ellos mismos estuvieron durante meses investigando el caso ante el caso omiso de las autoridades. Llegaron incluso a realizar un plantón de tres meses en el municipio de Tierra Blanca.
Sobre el perdón, Garibo asume que este acto de reconocimiento no les va «a devolver a los hijos pero sí es muy bueno porque en un momento quisieron criminalizarlos y eso era una mentira».
Y es que además de las amenazas, en un inicio se dijo que los jóvenes estaban relacionados con algún tipo de delincuencia, una falacia que escoció especialmente a los padres.
«No crean que con este acto ya culminamos, no, esto es sólo un paso más y no descansaremos hasta llegar al final», clamó la madre.
El perdón que hoy reciben estas familias surge a raíz de distintos hechos. Uno de ellos es la recomendación emitida el 19 de julio del 2017 por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que alegaba que los desaparecidos fueron víctimas de detención arbitraria, tortura, desaparición forzada y ejecución arbitraria.
Por su parte, el Comité contra la Desaparición Forzada de la Organización de Naciones Unidas (ONU) hizo énfasis en la importancia de investigar la cadena de mando y el posible involucramiento de superiores, en particular del entonces Secretario de Seguridad Pública estatal, Marcos Conde Hernández.
Por último, el nuevo Gobierno mexicano, que asumió la dirigencia del país el pasado 1 de diciembre con el Presidente Andrés Manuel López Obrador al frente, está apostando por esclarecer este tipo de violaciones de derechos humanos en las que gobiernos anteriores estuvieron involucrados.
Mientras escuchan estas disculpas públicas, el recuerdo de los hijos en la cabeza de sus padres retumba.
A Bernardo Benítez Arroniz, de 25 años y recién licenciado en Administración de Empresas, le gustaban los videojuegos de futbol y veía caricaturas a escondidas.
Mario Orozco Sánchez se dedicaba a atender un negocio de autopartes para mantener a su hija, entonces de tres años.
José Benítez estudió mecánica automotriz y mientras buscaba trabajo ayudaba en la tortillería de su padre.
Susana Tapia tenía 16 años y soñaba con estudiar ingeniería química; le encantaba bailar.
Por último, José Alfredo González tenía 25 años y le gustaba montar a caballo en su rancho.
El recuerdo de los cinco jóvenes perdura, el perdón llegó hoy, la sentencia en firme todavía se espera.