Se diseñó un catalizador de metal líquido con propiedades específicas que lo hicieron extremadamente eficiente en la conducción de electricidad mientras se activaba químicamente la superficie.
Londres, 26 de febrero (EFE).- Un grupo de investigadores australianos ha conseguido convertir de forma eficiente el dióxido de carbono (CO2) de los gases de efecto invernadero en partículas sólidas de carbono para poder así eliminarlos de la atmósfera, reveló hoy un estudio publicado en la revista Nature Communications.
La investigación, liderada por la Universidad RMIT de Melbourne (Australia), ha desarrollado una nueva técnica que permite que la conversión se haga de forma completamente eficiente.
Para ello, los científicos han utilizado metales líquidos que permiten convertir el dióxido de carbono en carbón sólido, en lo que han considerado un avance de importancia mundial, porque elimina de manera segura y permanente los gases de efecto invernadero que contribuyen al calentamiento global.
Se diseñó un catalizador de metal líquido con propiedades específicas que lo hicieron extremadamente eficiente en la conducción de electricidad mientras se activaba químicamente la superficie.
Hasta ahora las tecnologías para captar y almacenar el carbono se centraban en comprimir el CO2 en una forma líquida, transportarlo a un sitio adecuado e inyectarlo bajo tierra, una técnica que se ha visto amenazada por la viabilidad económica y las preocupaciones ambientales sobre posibles fugas en los sitios de almacenamiento.
El investigador del RMIT, el doctor Torben Daeneke, afirmó que convertir el CO2 en un sólido puede ser un enfoque más sostenible al utilizado hasta ahora, ya que este gas solo se podía pasar a sólido a temperaturas extremadamente altas, lo que lo hace industrialmente inviable.
«Al utilizar metales líquidos como catalizador, demostramos que es posible convertir el gas en carbono a temperatura ambiente, en un proceso que es eficiente y escalable», señaló Daeneke, que, aunque dijo que será necesario ampliar el conocimiento, se de trata de «un primer paso crucial para el almacenamiento sólido del carbono».