“Mi preocupación es que la democracia mexicana se ahogue en la hegemonía democrática que ella misma creó”, dice Héctor Aguilar Camín, autor de Nocturno de la democracia mexicana (Debate), tres libros en uno, donde analiza los lastres que le impone la historia a los mexicanos y a su aún inacabada transición a la democracia.
Ciudad de México, 10 de febrero (SinEmbargo).- Opositor a Andrés Manuel López Obrador desde hace muchos años, Héctor Aguilar Camín se dice preocupado por la hegemonía y el diseño político que en tan poco tiempo ha logrado convocar el Presidente de la República. Dice, además, que este es un principio errático del sexenio y alaba la inteligencia del Jefe del Ejecutivo federal que nunca, afirma, se podría comparar con Nicolás Maduro Moros, el polémico Presidente de Venezuela.
«Nicolás Maduro es un imbécil. Andrés Manuel es muy inteligente. Cualquier cosa que se pueda decir de él menos que sea parecido a Nicolás Maduro. Lo que creo y lo que me preocupa es su inteligencia. La calidad, la precisión de su diseño político es muy impresionante. Estamos empezando a ver cómo se desenvuelve creando estructuras de poder paralelas en los estados, preparando el terreno para que Morena se vuelva una fuerza electoral invencible en todo el país, quitando el poder y recursos a otros poderes, teniendo de la mano el Poder Legislativo ha puesto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a ajustarse a sus criterios, ha ido debilitando los poderes autónomos y va construyendo una hegemonía con gran éxito al punto de que tiene una popularidad basada en el 86 por ciento, habiendo ganado la elección con 53 por ciento», comenta Aguilar Camín, en entrevista con SinEmbargo.
El periodista, novelista e historiador mexicano también reflexiona sobre el estado de la oposición en México y afirma que está destruida «por sus propios méritos». Vicente Fox Quesada estableció el el mecanismo que corrompió la democracia y luego Felipe Calderón Hinojosa desató la guerra contra el narco, afirma. «Pon las dos cosas juntas y añade el fin de la ola de la ineficiencia y la corrupción, estilo PRI viejo, de Peña Nieto, con tanto dinero en el aire, la consecuencia fue el tsunami de julio de 2018«, sintetiza.
Sobre su nuevo libro, Aguilar Camín dice que «el tema de fondo es la historia del desencuentro de México con la modernidad política en dos de sus procesos seculares: el de la implantación de la República, durante el siglo XIX y el de la construcción de la democracia, a fines del XX». Así relata Aguilar Camín (1946) su reciente libro Nocturno de la democracia mexicana (Debate).
«Es un libro histórico y trata de por qué los mexicanos elegimos siempre al Presidente poderoso». Probablemente, dice el autor, por nuestra profunda raíz monárquica.
Héctor Aguilar Camín es una figura clave del mundo intelectual de México. Escritor, historiador y periodista, su obra de ficción incluye las novelas Morir en el Golfo (1985), La guerra de Galio (1991), El error de la luna (1994), Un soplo en el río (1998), El resplandor de la madera (2000), Las mujeres de Adriano (2002), Mandatos del corazón (2003), La tragedia de Colosio (2004), La conspiración de la fortuna (2005), La provincia perdida (2007), Adiós a los padres y Toda la vida. Ha reunido sus relatos en un volumen: Pasado pendiente y otras historias conversadas (2010).
Es autor de un libro de historia clásico sobre la Revolución Mexicana: La frontera nómada. Sonora y la Revolución Mexicana (1977) y de varios libros de reflexión y crítica sobre el camino de México hacia la modernidad: Saldos de la revolución (1982), Después del milagro (1988), Subversiones silenciosas (1994), La ceniza y la semilla (2000), Pensando en la izquierda (2008) y, en coautoría con Jorge G. Castañeda, los influyentes ensayos Un futuro para México (2010), Regreso al futuro (2011), Una agenda para México (2012). Coordinó junto con la Universidad de Guadalajara el libro ¿Y ahora qué? México ante 2018 (Debate, 2017). Fue fundador de la revista Nexos (1978), decana de la prensa cultural de México, de la que es actualmente director.
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–Usted dice que está la democracia en una nocturnidad. Es complicado aceptar eso, porque Andrés Manuel López Obrador ganó por amplia diferencia. Ahora su popularidad es mucho más grande, todavía.
–Lo que yo digo es mi preocupación porque la democracia mexicana se ahogue en la hegemonía democrática que ella misma creó. Los votantes le han dado el poder a un político de gran potencia, que tiene una extraordinaria fuerza por sí misma, por su carisma. Si a eso le añadimos los recursos del Gobierno y las mayorías en las cámaras, entonces lo que tenemos es un Presidente doblemente poderoso.
–Habría que pensar en ese caso en la oposición, que no aparece. El único que aparece es Felipe Calderón Hinojosa, pero la mayoría coincide en que su Gobierno fue desastroso.
–La oposición está destruida, por sus propios méritos. El nombre del libro, Nocturno de la democracia mexicana, se refiere a un ensayo que escribí y publiqué en la revista Nexos en 2016, donde finalmente después de resistirme mucho a poner juntas las piezas críticas que había sobre el mal funcionamiento de nuestra democracia, las puse todas juntas. Lo que apareció en ese retrato, es el origen del nombre. Los políticos mexicanos que están hoy desbaratados por la popularidad de AMLO y de Morena [Movimiento Regeneración Nacional], lo que hicieron fue corromper la democracia. Desde adentro. Violando sistemáticamente las reglas que ellos mismos habían puesto, aprovechando la exclusividad de la representación que les daba el sistema de partidos para destruir la representación que tenían, perder el voto duro que tenían. ¿Por qué? Por corruptos. No hay ningún candidato de la democracia mexicana, e incluyo a Andrés Manuel López Obrador, que no haya llegado al poder sin haber usado dinero ilegal. Se creó un sistema tan redundante en la corrupción que la única posibilidad de competir y de ganar una elección era haciendo trampa y llevando dinero ilegal a las campañas.
–Con respecto al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que usted conoce bastante, ¿no cree que este Grupo Atlacomulco trajo muchos perjuicios al partido desde adentro? José Antonio Meade no se pudo ni defender en la elección frente a eso.
–La ola acumulada de corrupción y de mal funcionamiento de los gobiernos era tan grande que la corrupción adicional del Grupo Atlacomulco y de Peña [Enrique Peña Nieto], simplemente lo volvió un tsunami. Y el tsunami fue la elección del 2018. Efectivamente. Los niveles de ineficiencia, de corrupción, de impunidad del Gobierno de Peña y de los gobernantes priístas, fue el final de la ola. Pero eso venía construido desde atrás. El mecanismo que provocó esta corrupción es muy sencillo y lo puso Vicente Fox. Cuando él vio que no tenía mayoría en el Congreso, lo que hizo fue repartir el presupuesto, entre las distintas bancadas de oposición, como una manera democrática en su cabeza de darle a todos parte de los recursos públicos. Pero no puso ningún mecanismo de cristalización ni de control sobre esos recursos. Una vez que no puso el mecanismo, era como poner dinero suelto en la vida política. Y el mecanismo seguía de la siguiente manera, ese dinero iba a los gobiernos estatales, los gobiernos estatales eran ya electos democráticamente, tenían una legitimidad que antes no tenían, pero el acuerdo de Fox les permitía a los gobernantes de los Estados, que quien le aprobara sus cuentas fuese el Congreso local. Le dieron una enorme cantidad de dinero a los gobiernos estatales para que lo ejercieran bajo la vigilancia no de la Federación que les daba el dinero, sino de los congresos locales. ¿Qué hicieron los gobernadores? Compraron a sus gobiernos locales y siguieron nuestra apuesta del Gobierno federal, de repartirse los recursos. Y ese fue el inicio del mecanismo que no se ha corregido. Ese fue el inicio de la corrupción electoral, de la corrupción de los gobiernos estatales, de la corrupción general del Gobierno federal. En una década, en donde México tuvo como un millón de millones de dólares en ingresos petroleros extras y todo eso se fue. Ese fue el costo de nuestra democracia.
–¿El PAN no hizo un daño terrible a la democracia en sus dos Gobiernos?
–A ver. Dos errores históricos cometió el PAN. Este que estoy diciendo de Vicente Fox, de establecer el mecanismo que corrompió la democracia. Y la guerra contra el narco, de Felipe Calderón. Pon las dos cosas juntas y añade el fin de la ola de la ineficiencia y la corrupción, estilo PRI viejo, de Peña Nieto, con tanto dinero en el aire, la consecuencia fue el tsunami de julio de 2018. Porque López Obrador pudo decir: “no es verdad”, pero pudo decir creíblemente que no era parte de eso. Él no tenía nada que ver en esto y efectivamente él no tuvo que ver en estas decisiones, porque estuvo fuera del Gobierno, de todo tipo de gobierno, desde 2006. La irritación pública le dio un gigantesco espacio de apoyo. Y su no participación en los Gobiernos de la democracia le dio credibilidad. Eso es lo que pasó. Mi preocupación es lo que va a suceder de aquí hacia delante con esta hegemonía que se está construyendo sobre los restos de un sistema de partidos que está prácticamente destruido.
–¿No cree que durante estos dos meses el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador no hizo algo bueno?
–Yo creo que lo que ha hecho bueno es regresar la confianza en los políticos a la gente. Yo creo que eso está bien. La desconfianza, la irritación, el hartazgo, eran ingobernables. Ahora, es el Gobierno más errático que yo recuerde. Con un inició errático desde Ernesto Zedillo.
–¿Así lo cree usted?
–Absolutamente. Destruyó un aeropuerto, por algo que todavía no ha explicado. Hizo una ofensiva del presupuesto contra los otros poderes y contra la burocracia federal cuyo costo estamos empezando a ver desde algunas manifestaciones, como las estancias infantiles. El daño que le está haciendo a cosas que en verdad podían tener zonas de corrupción, de dispendio, que no se pueden ajustar a machetazos. Eso de que voy a correr a todo el personal de confianza, es ajustar las cosas a machetazos, es hacer un daño tremendo. Él lo va a pagar en su Gobierno con una burocracia federal mucho más inepta de la que había. De hecho, ya lo empezó a pagar, con los funcionarios de Pemex, que provocaron el desabasto que vivimos en diciembre.
–El desabasto de diciembre no fue tanto y el huachicoleo es terrible. ¿No lo cree así?
–Ese es un problema que se dio en el cambio de administración y por decisiones que tomaron los nuevos funcionarios, por ignorantes. Desde que tenemos uso de memoria el mes de diciembre es crítico para Pemex. Una buena parte de Pemex trabaja la última parte del año para resolver el problema del aumento gigantesco de la demanda. En diciembre, por alguna razón, todos los mexicanos agarran su coche y se van a su pueblo o de vacaciones. Gastan el doble de gasolina que en noviembre. Luego, en enero, vuelve la curva a bajar. Para abastecer eso, Pemex hacía un montón de cosas, que sabían los funcionarios, era una tradición. Tenían que tener más gasolina, tenían que tener bien los ductos para que pudiera fluir mucha mayor cantidad, abrir todos los puertos del Golfo, todos los puertos del Pacífico y la frontera, para traer en ese mes el doble o el triple de la gasolina. Incluso tenían un sistema de créditos con las gasolinerías. Era una situación de emergencia perfectamente diagnosticada y conocida en Pemex. Nada nuevo salvo para los funcionarios que llegaron. Luego inventaron que cerraron los ductos para hacerle la guerra al huachicol y que no hubiese robo. En diciembre del año pasado había gasolina para todo el mundo y había el robo del huachicol. Es un desabasto creado por la impericia del Gobierno.
–¿No hay huachicoleo, entonces?
–Sí, claro que existe. Lo que no sabemos es de qué se trata. Hay dos huachicoles o tres. Está el huachicol de los pueblos, que viven de eso, como en Tlahuelilpan, que es responsabilidad completa del Gobierno. Hay el huachicol de los pueblos donde está metido el crimen organizado, que es una entidad de mayor. Y hay el robo que viene desde dentro de la empresa. Lo que vemos es el huachicol de los pueblos y el del crimen organizado, el otro no lo vemos, nadie lo ha puesto en blanco y negro. Es relativamente fácil ponerlo en blanco y negro. Acaban de publicar en Milenio una investigación en la que demuestran cómo una donación supuesta de Pemex a pueblos en emergencia, nunca llegó, se quedó en el camino. ¿En dónde investigaron esto? En los registros de Pemex está toda la historia. Que la pongan, que detengan a los que se la roban, para eso no hace falta cerrar los ductos. Cerraron los ductos y bloquearon la posibilidad de que fluyera el combustible que ya habían pedido y tenían 14 hasta 20 buques esperando frente a Tuxpan, que era el único puerto que estaba abierto. Entonces como tenían saturadas todas las terminales no podían descargar los barcos. Eso era por la decisión de cerrar los ductos. Cuando llega el estallido de Tlahuelilpan, ese pueblo lleva 15 días sin gasolina. La gente acude allí porque una parte se dedica a eso, conoce muy bien, pero van a ir también porque llevan mucho tiempo de escasez. El estallido es una cosa que no he explicado todavía, pero que si uno aplica a ese accidente las reglas que estableció el Ministro Arturo Saldívar, de responsabilidad pública para el accidente de la Guardería ABC de Sonora, la responsabilidad administrativa o delictuosa o política del gobierno es absolutamente innegable. Detectan el asunto a la una de la tarde y no hacen nada. El Ejército no hace nada, la autoridad local no hace nada, Pemex no hace nada y cuatro horas después en que aparece el borbotón, está el ducto con toda la presión, a todo lo que da, con un surtidor gigantesco, explota. ¿Quién es responsable? Pemex, naturalmente. Los encargados de vigilar el asunto era el Ejército, que no actúa. La autoridad local no actúa. Pemex por no haber cerrado el ducto. ¿No era que lo tenían cerrado?
–En su ensayo habla de Antonio López de Santa Anna, de Porfirio Díaz, de esos Presidentes que se quedan en la silla. ¿Usted cree que Andrés Manuel López Obrador está oficiando para ello?
–Sí, absolutamente. Sí creo. No lo creía, pero ya lo creo. Su idea es continuar en el poder. Él o a través de otra persona. El meollo del libro es que es un libro de historia. Lo que yo llamo la costumbre política mexicana. ¿Cuál es el rasgo fundamental de esta costumbre política? Tiene dos: la primera es la irrealidad; es decir, la diferencia entre el país formal y el país real. Desde que termina la Nueva España, la presencia de la monarquía a través de los virreyes y se crea la Independencia, se genera una forma legal de una República en un país que es profundamente monárquico. Cuyas costumbres, cuya organización, es feudal. Tiene que ver con la organización de los fueros, de las legislaciones distintas en partes de la población de la colonia española. Desde entonces hay una disonancia constante entre lo que dice la Ley y lo que hace la gente, lo que hacen los políticos, los gobernantes. La segunda esta necesidad y esta como nostalgia del rey de políticos grandes, de autoridades potentes, que proveen, que se encargan los problemas de la población y en los cuales se deposita un poder enorme. En México, Santa Anna. Un caudillo que cruza toda la mitad del siglo XIX y cada vez que llega al poder hay un desastre. Nuestro benemérito Benito Juárez es un político que queriendo o no queriendo se queda con las Presidencias 17 años. Se muere siendo Presidente. Luego viene Porfirio Díaz, que se queda 30. ¿Qué es lo que hay después de Díaz? Rebeliones. ¿Qué pasa después de Porfirio Díaz: La Revolución Mexicana, un desastre de destrucción. Finalmente se arregla el país en los 20 [1920] y sigue la era de los presidentes poderosos en el país.
–¿Dice usted que sólo tenemos 25 años de democracia reales?
–Contando desde la transición, en realidad, en términos efectivos, a partir de la primera alternancia. Son 18 años. En 18 años, nuestras costumbres políticas corroyeron por dentro el esquema democrático. La sociedad mexicana era muy moderna para vivir bajo la hegemonía del PRI. Pero no resultó suficientemente moderna para construir colectivamente una democracia funcional, sino que produjo este animal extrañísimo de una democracia mexicana que se devoró a sí misma, en su credibilidad y en su representación, hasta cederle el paso a la victoria impresionante de Andrés Manuel López Obrador. Él le devolvió la confianza en la política a muchísima gente.
–¿Entonces Andrés Manuel será como Nicolás Maduro en Venezuela?
–No, Nicolás Maduro es un imbécil. Andrés Manuel es muy inteligente. Cualquier cosa que se pueda decir de él menos que sea parecido a Nicolás Maduro. Lo que creo y lo que me preocupa es su inteligencia. La calidad, la precisión de su diseño político es muy impresionante. Estamos empezando a ver cómo se desenvuelve creando estructuras de poder paralelas en los estados, preparando el terreno para que Morena se vuelva una fuerza electoral invencible en todo el país, quitando el poder y recursos a otros poderes, teniendo de la mano el Poder Legislativo ha puesto a la Suprema Corte de Justicia de la Nación a ajustarse a sus criterios, ha ido debilitando los poderes autónomos y va construyendo una hegemonía con gran éxito al punto de que tiene una popularidad basada en el 86 por ciento, habiendo ganado la elección con 53 por ciento. Ha avanzado mucho y muy rápido en su diseño político. Lo que me preocupa y en cierta manera me entristece es que esa cierta potencia, esa inteligencia, en el diseño político no esté al servicio de una idea de cómo hacer que este país crezca. Que haya un auge económico.
–También está el tema de la seguridad.
–Yo creo que ahí hay una idea. Andrés Manuel López Obrador está más preocupado por el tema de la seguridad que por el crecimiento. Me parece que su diseño de un Estado que reparte dinero sólo es sostenible si hay una economía próspera. Y, por tanto, un Estado con ingresos fiscales crecientes.
–Usted hace una analogía entre Morena y Andrés Manuel López Obrador. ¿Es así realmente?
–Morena es un movimiento de aluvión. Es contradictorio. No conocemos bien su rostro. Hay personalidades en Morena que merecen toda nuestra desconfianza, pero me parece que la figura dominante tanto en el Gobierno como en la cuestión electoral es Andrés Manuel López Obrador. Y Morena es una fuerza en construcción, hasta ahora forma parte de la ola traída por López Obrador. No tiene perfil, no tiene posición, es simplemente el gigantesco aluvión que trajo el liderato de Andrés Manuel.
–Usted habla de una economía próspera. Creo que hay muchos empresarios que están conformes con Andrés Manuel López Obrador.
–Pues están muy contentos con él los que él ha vuelto sus empresarios favoritos. Nada más. Los demás no.
–Es usted un gran novelista. ¿No le ha sacado la política tiempo para escribir literatura?
–Estoy en deuda con el novelista. Le he servido mal al novelista. Ahora voy a tratar de enmendar en los años que vienen esa deslealtad. Me ha comido demasiado el tema de la vida pública y el periodismo.