Madrid, 21 de enero (EFE).- Que la contaminación atmosférica afecta a la salud y causa muertes prematuras se sabía pero ahora un nuevo estudio advierte de que la contaminación del aire en las ciudades también reduce los niveles de felicidad de sus habitantes y puede afectar a la toma de decisiones.
El estudio, realizado por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y publicado hoy en Nature Human Behaviour, se ha llevado a cabo en China, un país en el que la contaminación cuesta 38 mil millones de euros y provoca 1,1 millones de muertes prematuras cada año.
Los investigadores quisieron determinar por qué en un país en el que el ritmo de crecimiento económico anual ronda el ocho por ciento, los niveles de satisfacción de la población no han aumentado tanto como era de esperar.
Entre sus causas se encuentran unos servicios públicos deficientes, altos precios inmobiliarios, preocupación por la seguridad alimentaria y, como sospechaba el investigador del MIT y líder del estudio Siqi Zheng, la elevada contaminación del aire, causada por la rápida industrialización del país y el uso creciente de automóviles.
Estudios anteriores han mostrado que la contaminación atmosférica afecta a la salud, al rendimiento cognitivo, a los resultados académicos de los escolares e incluso a la productividad laboral, pero Zheng pensaba que también tiene impacto en la vida social de las personas y en su comportamiento.
Para determinarlo, los investigadores del MIT analizaron la información sobre la contaminación diaria -comunicada por el Ministerio chino de Protección Ambiental- con los 210 millones de tuits publicados en el país asiático entre marzo y noviembre de 2014.
Hasta entonces, los niveles de felicidad se medían a través de cuestionarios, pero los investigadores consideran que este método sólo ofrecía una visión puntual de cada encuestado.
«Las redes sociales son una medida a tiempo real de la felicidad de la gente y también proporcionan una gran cantidad de datos de diferentes ciudades», sostiene Zheng.
Los tuits fueron analizados según un algoritmo que evaluaba el índice de felicidad de cada uno de 0 a 100.
Al relacionarlos con los niveles de contaminación, los resultados mostraron que durante los días que el aire presentaba mayor concentración de contaminantes, los niveles de felicidad de las publicaciones en las redes sociales era significativamente menor.
El estudio determinó además que en los días de mayores niveles de contaminación del aire, las personas eran más propensas a tener un comportamientos impulsivos y arriesgados, «posiblemente como resultado de la depresión y la ansiedad a corto plazo», según Zheng.
«La contaminación también tiene un coste emocional. La gente es infeliz, y eso significa que pueden tomar decisiones irracionales», concluye el investigador, algo que, además, afecta más a las mujeres que a los hombres.
Ante estas conclusiones, Zheng espera continuar sus investigaciones sobre el impacto de la contaminación en el comportamiento humano y pide a los políticos chinos que respondan ante una demanda pública cada vez mayor por un aire limpio.
Entre tanto, los ciudadanos pueden evitar los altos niveles de contaminación del aire trasladándose a ciudades o edificios verdes más limpios, comprar equipos de protección como máscaras faciales y purificadores de aire, o pasar menos tiempo al aire libre, aconseja el investigador.