El título de su primera película fue El hombre que vino de las estrellas, una metáfora que sirvió el 10 de enero de 2016 para despedirlo, cuando sorpresivamente murió a los 69 años, en paz, acompañado de su familia y dejando de legado Black Star. Estrella negra, David Bowie RIP.
Ciudad de México, 10 de enero (SinEmbargo).- Todos los días aparece una fotografía de David Bowie en las redes sociales. Alguien dice, como la escritora Mariana Enríquez, que “todavía lloro”. Hace dos días fue su cumpleaños, hubiera cumplido 72 años y lo hubiéramos festejado con un nuevo disco, una nueva canción.
¿Cómo hubiera sido David Bowie de la tercera edad? Con arrugas pero alto. Con un pelo canoso pero abundante. Siempre delgado, con la voz gruesa, enigmático hasta el final. Pero no está. Hoy, 10 de enero, hace tres años que se fue, a causa del cáncer que supo esconder con hidalguía y del que se valió para hacer su tema más descarnado, muriendo en arte, con ese disco inolvidable que seguramente nos acompañará hasta nuestra muerte: Black Star.
Fue el 23 de octubre de 1997 el único día en que David Bowie se presentó en México. Salió a recorrer algunos monumentos mexicanos con la compañía del fotógrafo Fernando Aceves que tiene algunas imágenes eternas. David Bowie frente a las pirámides de Teotihuacán o meditabundo frente a los murales del Palacio Nacional. Muchos recordarán aquel único concierto en el Foro Sol, con 50 mil personas cantando temas como «Jean Genie», «Fashion», «Under Pressure» o «Fame».
David Bowie tenía un ojo de un color y otro de otro. Su ojo izquierdo padecía de anisocoria (dilatación de la pupila), resultado de un fuerte puñetazo que recibió mientras era estudiante, con 15 años de edad, por parte de un compañero de colegio.
Había nacido el 8 de enero de 1947, en Brixton, Londres. Fue músico, productor, actor, cocainómano y cultivó la androginia, ese parecerse a una mujer, a un hombre, por partes iguales, en tiempos donde todo parecía ponerse patas para arriba y que seguramente será recordada como una de las épocas más creativas del hombre en todo el mundo.
Lo llamaron el «Duque Blanco», a finales de los 70 encontró en Berlín su nuevo hogar, donde además de hacerse amigo de Iggy Pop, grabó tres discos memorables de su carrera, «Low», «Heroes» y «Lodger».
Fue también alguien camaleónico, recibiendo influencias de la psicodelia, del punk, de la música industrial, creando un estilo propio que fue imitado a lo largo de años por artistas de todo el mundo.
En «The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars» encarna a una estrella bisexual del rock procedente de otro planeta. Esta tendencia a la ambigüedad continuaría en Aladdin Sane (1973), su siguiente trabajo. Ese mismo año Bowie posó junto a la modelo Twiggy en la portada de Pinups y apareció desnudo en la carpeta de su álbum Diamond Dogs (1974).
Trabajó junto a artistas de la talla de Mick Jagger, Iggy Pop, John Lennon y Brian Eno y fueron frecuentes las incursiones de Bowie en el mundo cinematográfico; su película más celebrada es Feliz Navidad, Mr. Lawrence (1983), de Naghisa Oshima, con esa música de Ryuichi Sakamoto inolvidable.
En 1969 grabó el álbum «Man of Words/Man of Music», que traía el sencillo “Space Oddity”, que llegaría al puesto cinco de las listas en el Reino Unido, un título que en español significa “rareza espacial” y que sería una de las obras cumbre de su carrera.
UN HOMBRE DIFÍCIL DE CONQUISTAR
Fue un hombre difícil de conquistar como lo muestran algunos documentales sobre su vida, pero durante largo tiempo, hasta su muerte estuvo casado con la modelo negra Iman, con la que tuvo a Alexandria Jones, nacida en agosto de 2000. Bowie ya tenía otro hijo -Duncan- fruto de un matrimonio anterior, un cineasta interesante que ha dicho al periódico El País: «Siempre lo llevaré en mi corazón. Tuve la fortuna de saberlo con anticipación (el cáncer de hígado) como para poder pasar tiempo con él y no dejar nada por decir”.
Su hija, Alexandria, ha escrito en sus redes sociales: “Pienso en ti cada segundo de cada día y eres todo lo que necesito. Te quiero”.
HOY, A TRES AÑOS
Todavía lloramos. Difícil decir esto para quienes ignoran o no les importa la muerte de David Bowie, pero con él se ha ido gran parte de nuestra juventud y de nuestros sueños, un artista espectacular que sigue presente y marcando una gran influencia en los artistas venideros.
Su carrera siempre ha estado arriba de sus intereses, por lo pronto, se valió de su inmediata muerte para dejar un disco que lo recuerda intacto, impecable y lleno de talento.
El martes 8 de enero, el día que cumpliría 72 años, se lanzó una aplicación de realidad aumentada titulada David Bowie Is, un recorrido por la muestra homónima que abrió sus puertas al público en 2013 en el Victoria and Albert Museum, de Londres. Luego cruzó el Atlántico y culminó el año pasado en Nueva York.
El contenido que toma como base la muestra original y sumará varias piezas nuevas que fueron descartadas por los curadores de la exhibición en Inglaterra y Estados Unidos.
Gary Oldman, viejo amigo de David, es la voz encargada de guiar ese paseo virtual.
Aquí en México, Penguin Random House acaba de sacar una biografía ilustrada.
María Hesse vuelve con la vida del desaparecido mito de la música y con textos del profesor Fran Ruiz. Bowie es un paseo visual por la obra y la personalidad de un artista total e inmortal, que nos llevará a un mundo, también, fantástico.
Un mundo donde él lleve una túnica plateada, como aparece en “The Next Day”, un video protagonizado por Gary Oldman y Marion Cotillard, fruto de su vanguardia, de su siempre ir para adelante.
Un mundo donde detrás de la puerta de madera está en su cama de enfermo, grabando “Lazarus”, en medio de un trabajo donde él se enteró que ya no le harían más tratamientos contra el cáncer. Que la muerte era definitiva. Como un David Bowie cayéndose entre bambalinas, pero sin que lo viéramos.