Era el 15 de junio de 2007 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Ana tomaba clases de catecismo con Julián Quino Velasco de 30 años, perteneciente a los Misioneros de Guadalupe. Él pidió a la entonces niña de 8 años, que lo acompañara a buscar unos regalos.
“Me llevó a la habitación y me empezó a acariciar las piernas y me sentó en la cama. Me comenzó a besar después. Recuerdo que me acostó en la cama y me comenzó a besar las mejillas y los labios y puso sus manos en los costados”.
Julián Quino, el seminarista, escapó con ayuda de sus superiores quienes, incluso, le pagaron el transporte para que se fuera de Tuxtla. El argumento que le dieron a Olga, la madre de la menor, fue que así evitarían mayores problemas.
Por Aldo Meza
Estados Unidos, 22 de diciembre (Telemundo).– Su caminar es pausado, porque al mismo tiempo tiene miedo y tristeza.
Después de muchos años, Ana regresa al que llama el lugar de sus tragedias.
Fue ahí, en una iglesia católica que en su entrada tiene una barda pintada con la leyenda “Cristo vive”, donde conoció al seminarista que abusó de ella.
Era el 15 de junio de 2007 en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Ana tomaba clases de catecismo con Julián Quino Velasco de 30 años, perteneciente a los Misioneros de Guadalupe.
Él pidió a la entonces niña de 8 años, que lo acompañara a buscar unos regalos.
“Me llevó a la habitación y me empezó a acariciar las piernas y me sentó en la cama. Me comenzó a besar después. Recuerdo que me acostó en la cama y me comenzó a besar las mejillas y los labios y puso sus manos en los costados”.
Invadida por el miedo, Ana cuenta que quedó paralizada.
«¿Por qué no gritaste, Anita, si sabías que había personas afuera, por qué no gritaste?», le preguntó Olga, su madre, cuando se enteró del abuso del seminarista.
«Ni si quiera pude llorar», fue su respuesta.
La madre de Ana, denunció inmediatamente al seminarista, sin embargo, aunque el Ministerio Público confirmó el abuso sexual, autoridades de la iglesia no lo entregaron, como recoge el caso judicial en poder de Noticias Telemundo Investiga.
“Me dijeron: váyase a descansar y venga mejor el lunes para que hagamos la denuncia”, recuerda Olga.
Julián Quino, el seminarista, escapó con ayuda de sus superiores quienes, incluso, le pagaron el transporte para que se fuera de Tuxtla. El argumento que le dieron a Olga fue que así evitarían mayores problemas.
Sin embargo, Ana y su madre continuaron con la denuncia.
Tres meses después fue detenido en Veracruz donde se escondía y aunque fue sentenciado a tres años de prisión, salió a los 8 meses porque el juez del caso consideró que el abuso sexual era un delito “no grave”.
Ana y Olga pensaron que el seminarista Julián Quino Velasco nunca sería sacerdote por sus antecedentes penales por abuso sexual en 2007.
Sin embargo, escaló posiciones dentro de la iglesia y se le permitió su ordenación.
Ya como sacerdote, volvería a atacar, ahora en el Estado de México, donde estuvo al frente de al menos dos iglesias.
La víctima fue Anabel, una niña de 11 años.
María, su madre, recuerda cómo el ya sacerdote traía niñas de otra comunidad a servir a Tlalmanalco, donde oficiaba sus misas.
Madre y víctima nunca imaginaron que 10 años antes Julián Quino Velasco estuvo preso por abuso sexual.
El 20 de mayo de 2017, Anabel dormía en la parroquia de San Luis Apóstol en Tlalmanalco, Estado de México, donde se llevaría a cabo un retiro al que días antes había invitado a Anabel, la menor.
Era una trampa.
“Mi hija me dijo que en la recámara donde ella estaba, entró el padre Julián Quino Velasco por la mañana y la comenzó a tocar, le besó su boca, le levantó su blusita, le había chupado sus senos, le había bajado su pantalón”, recuerda María.
En su declaración ministerial a la que tuvimos acceso, la menor narró detalladamente cómo el sacerdote consumó el abuso.
Luego del abuso, Anabel salió de la parroquia y contó lo sucedido a unos policías que se encontró, quienes a su vez procedieron a detenerlo y se inició el proceso judicial por el delito.
No obstante, diferentes simpatizantes de la iglesia católica siempre defendieron a Julián Quino, pese a que él reconoció lo sucedido.
“Iban a donde yo estaba y nos querían amedrentar diciéndonos que éramos mentirosas, que mi hija lo había provocado, que además él era un humano, que mi hija era el demonio”, explica María.
Pero ¿cómo llegó a ser sacerdote?
La Conferencia del Episcopado Mexicano es la máxima autoridad de la iglesia católica en México y se encarga de avalar cada ordenación. Alfonso Miranda, el secretario general, asegura que el caso ni siquiera les fue reportado en su momento.
“Habría que ver los años, si es un caso reciente, si es un caso de hace algunos años, ver los documentos que existían, y pues ver qué pasó. Yo no sé qué pasaría. O sea, si hubo un acto homosexual o si hubo un abuso, es expulsión inmediata. Punto. No hay ninguna concesión”, asegura.
Pero no fue así.
Solicitamos a los Misioneros de Guadalupe, orden sacerdotal a la que pertenecía Julián Quino, saber por qué permitió su ordenación, pero no respondieron a las preguntas de Noticias Telemundo Investiga.
Los abusos de este religioso no son aislados en México. La Red de Sobrevientes de Abuso Sexual de Sacerdotes, que encabeza Joaquín Aguilar, asegura que desde los años ochentas tiene registrados, al menos, 544 casos de menores que han sufrido este tipo de abusos.
“Si yo fuera violador, un depredador, sería sacerdote porque sé que ahí tendría absolutamente todo”, asevera Aguilar.
El sacerdote Julián Quino Velasco está preso en el Estado de México en espera de sentencia por el delito de abuso sexual contra Anabel.
Se desconoce si hay más víctimas.
Buscamos a Joan Manuel Calvo Ruiz, abogado del religioso, para conocer su postura, pero tampoco contestó.
En 2014, en su perfil de Facebook, el sacerdote Julián Quino Velasco publicó una foto en la que aseguraba que la Virgen lo guía y lo cuida en su camino de sacerdocio.