La semana pasada, durante un concierto (de los que muchos hizo Paulina y con ello ganado millones) dijo –o al parecer no se sabe muy bien- ¡Donald Trump, te amamos! Fue en un show en Los Ángeles y después de su exabrupto dijo que fue irónica sobre el actual Presidente de los Estados Unidos.
Ciudad de México, 26 de noviembre (SinEmbargo).- Paulina Rubio, de 47 años, es mexicana. Participó en Timbiriche. Hija de la actriz Susana Dosamantes, su figura rubia y su cuerpo esbelto hicieron lo propio en el mundo de la música, aunque es conocido que no sabe cantar ni bailar ni componer, pero lo mismo pasa con Enrique Iglesias, así que en este asunto de la música lo que manda es el mercado, más que la diferencia de género.
La semana pasada, durante un concierto (de los que muchos hizo Paulina y con ello ganado millones) dijo –o al parecer no se sabe muy bien-: “¡Donald Trump, te amamos!”
Fue en un show en Los Ángeles y después de su exabrupto dijo que fue irónica sobre el actual Presidente de los Estados Unidos.
Con Paulina, las cosas nunca se entienden bien. Ahora que no es tan esbelta y que los años pasan para todos, estos escándalos son más necesarios que nunca para mantener viva su carrera. Algunos, en su mejor momento, la compararon con Madonna, pero los que saben mucho de música pop aceptan que la chica Ciccone ha hecho algunas canciones memorables. No pasa así con nuestra ex Timbiriche.
Acostumbrada a los excesos, Paulina Rubio echó al periodista Gabriel Bauducco durante una entrevista en 2003. Fue un escándalo que mantuvo la noticia de la cantante varios días y que lejos de perjudicarla, la benefició.
-¿Ha consumido drogas alguna vez?
-No.
-No se enoje.
-Sí me enojo, cuidado con lo que dices, creo que eres muy impertinente.
-Un poco impertinente, tal vez.
-Ah, ¿sí?… Entonces bye. (Paulina se levanta. Y dejando el libro sobre la mesa, se va)
En ese tiempo estaba de novia con el español Ricardo Bofill, hijo de un arquitecto muy famoso, quien luego de la separación confesó su adicción a las drogas y luego desapareció de los medios públicos.
Después, el casamiento con el español Nicolás Vallejo-Nágera, con quien tuvo a su hijo, Andrea Nicolás Vallejo Nájera Rubio, en un hecho que Paulina celebró en las redes sociales, al escribir, en “twitter” que su primogénito es “el regalo más preciado que me ha dado la vida”.
Hoy está separada de Nicolás y los dos han peleado mucho por la tenencia, por el dinero, por si te mantengo o no te mantengo en luchas, casi todas, que han llenado las revistas de espectáculos, consumido horas y horas de los programas rosa de la televisión mexicana, la estadounidense, la española.
Estas circunstancias no son poca cosa en la historia oficial de la cantante mexicana Paulina Rubio, quien desde pequeña mantuvo una vida más pública que privada. La Chica Dorada creció iluminada por los reflectores y entre el escándalo y los brillos de un éxito popular que la acompaña desde la más tierna edad, templó su personalidad y su carácter.
En el día del nacimiento de su niño, también fue dada a conocer una demanda por un millón de dólares que le hacía un empresario colombiano, acusándola de no haber cumplido con un concierto en Tunja, al que se había comprometido.
La ostensible rivalidad que sostiene con su ex compañera del grupo Timbiriche, Thalía (que creció en 2005 cuando la Rubio cuando se presentó a una fiesta de la esposa de Motola sin invitación), sus presuntos problemas con las drogas (en EU se le negó la residencia por dar positivo en un examen toxicológico, aunque ahora dice que ama a Donald Trump) o las peleas públicas con Alejandra Guzmán con quien disputaba el amor del cantante Erick Rubín, son algunos de los escándalos que han tenido a Paulina en lo alto de la atención mediática.
Su carrera, que inició en 1981, cuando tenía apenas 10 años, se ha visto siempre rodeada de escándalos que sólo le han servido para que aumentara más y más su patrimonio personal, valuado en unos 17 millones de dólares, bastante alejado por cierto de los 66 en que está calculada la fortuna de la colombiana Shakira, pero sin duda nada despreciable para una artista que basa su éxito en el marketing.
Considerada un producto fabricado por el mercado musical de un género llamado “pop latino”, Paulina Rubio no es conocida por bailar con gracia, como su colega el puertorriqueño Chayanne, ni por cantar con prodigio, ni mucho menos por componer canciones que vayan a dejar huella en la música del continente.
Sin embargo, con su melena oxigenada, su esmirriado cuerpo de 1,50 metros y 45 kilogramos de peso, ha logrado vender 20 millones de discos en todo el mundo y ganarse el favor de miles de fans en el continente.
Ha tenido un segundo hijo con Gerardo Bazúa, ex concursante de un programa donde ella era jurado, del que se ha separado y donde, otra vez, le pone dificultades para ver a Eros, aunque la madre Susana Dosamantes la ha disculpado, diciendo que “ella va con sus hijos adonde canta, es cantante y Gerardo debe comprender lo que es ser cantante”.
Sin duda, la Chica Dorada ha recorrido un largo camino desde que diera sus primeros pasos artísticos en el grupo Timbiriche, hasta esta realidad de madre feliz de dos felices vástagos que seguramente desplazará en el afecto a los tres perros chihuahua que la cantante llevaba a todos lados y consideraba “mis hijos adorados”.
El 14 de septiembre lanzó su reciente disco, Deseo, el primero luego de siete años.