A unos días de que Enrique Peña Nieto deje su puesto como Presidente de la República, Javier Sicilia Zardain, líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD), sólo quiere verlo en un lugar: en la cárcel. El también poeta asegura en esta entrevista con SinEmbargo que el Primer Mandatario no sólo demostró que no tiene corazón durante su mandato, sino que tampoco tiene cerebro.
“Nos debe muchas vidas, corrupciones inmensas, nos debe la vida política y social de esta Nación junto con Felipe Calderón. Yo no los veo gozando de un retiro merecido, los veo enfrentando a este país y a las atrocidades que le hicieron. Los veo enfrentando a la justicia”, dice.
Cuernavaca, Morelos, 21 de noviembre (SinEmbargo).– Enrique Peña Nieto, Presidente de la República, demostró durante su sexenio que no sólo no tiene corazón, sino que tampoco tiene cerebro por los resultados desastrosos que deja en materia de derechos humanos, dice en entrevista Javier Sicilia Zardain, líder del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD).
“Alguna vez, cuando lo vi en el Castillo de Chapultepec, se ofendió muchísimo porque le dije que no tenía corazón. Respondió de una forma ajena a lo humano con respecto al reclamo que les hacían los de Atenco, después de la masacre que hizo allá. Me decía: ‘sí, sí tengo corazón’. ‘Pues demuéstrelo’, le dije. Lo que demostró es que no sólo no tiene corazón, sino que tampoco tiene cerebro. El país que nos dejó es un país en ruinas con las praderas incendiadas. Un montón más de desaparecidos, de torturados, de asesinados”, afirma Sicilia Zardain en entrevista con SinEmbargo.
El poeta y escritor alguna vez tuvo esperanzas en el nuevo Gobierno que llegaba en 2012, después de un sexenio en donde la violencia se desbordó gracias a la “guerra contra el narco” del ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa. Corrían tiempos de promesas con una Ley General de Víctimas recién nacida y una Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) prometedora.
Sin embargo, dice Sicilia, todo fue mera pantalla y discurso mediático de Peña Nieto para legitimar su llegada a Los Pinos.
“La CEAV no funciona ni está funcionando porque no hubo una voluntad de Estado para que eso funcione. En ese momento le dimos el beneficio de la duda que terminó por traicionar, como ya se esperaba”, recuerda.
A unos días que Peña Nieto deje el poder –y se retire a algún lugar del Estado de México como lo ha dicho–, Sicilia, el hombre que perdió un hijo a manos de criminales en Morelos, asegura que el lugar ideal para el aún Primer Mandatario es la cárcel.
“Nos debe muchas vidas, corrupciones inmensas, nos debe la vida política y social de esta Nación junto con Felipe Calderón. Yo no los veo gozando de un retiro merecido, los veo enfrentando a este país y a las atrocidades que le hicieron. Los veo enfrentando a la justicia, es lo que a mí me interesaría y lo que le interesaría a la mayor parte de este país”, dice el luchador social.
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–Javier, ¿cómo evalúas el Gobierno de Enrique Peña Nieto, principalmente en derechos humanos?
–Un desastre. La continuación de esta guerra, la violación a derechos humanos desatada por Felipe Calderón; lo único que hizo [Peña] a diferencia de Calderón es silenciarla y tratar de borrarla. Detrás de eso hay un enorme crecimiento de desaparecidos, asesinados, de violentados, torturados, descabezados, redes de trata, realmente un fracaso. Simplemente 2018 tiene los mismos niveles en la percepción en la realidad de este país que tuvo en 2011 en el Gobierno de Calderón en percepción de crímenes. Como no está esclarecido, ahorita todo está empalmado: no sabemos dónde está la violación de derechos humanos y dónde están las actividades criminales de asesinatos, secuestros, desapariciones.
–Recuerdo cuando recién entró Peña Nieto: te recuerdo a ti que tenías una esperanza porque estaba la Ley de Víctimas: ¿decepcionó a los colectivos, al Movimiento por la Paz?
–Sí, ese día él iba entrando, era un compromiso después de los diálogos que tuvimos con los candidatos en el Alcázar de Chapultepec. Tenía el compromiso para empezar su legitimización, su legitimidad, de responder a lo que Calderón había respondido: meter a la Ley de Víctimas en una controversia constitucional. Él se comprometió en el castillo, necesitaba esa legitimidad y entrando fue el primer acto de su Gobierno el sacar de la controversia constitucional la ley y promulgarla. Ahí se hizo la CEAV [Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas] pero nunca la atendió. En realidad fue un acto absolutamente mediático. La CEAV no funciona ni está funcionando porque no hubo una voluntad de Estado para que eso funcione. En ese momento le dimos el beneficio de la duda que terminó por traicionar, como ya se esperaba. Alguna vez, en el Castillo cuando lo vi, se ofendió muchísimo porque le dije que no tenía corazón. Respondió de una forma ajena a lo humano con respecto al reclamo que les hacían los de Atenco, después de la masacre que hizo allá. Me decía: ‘sí, sí tengo corazón’. ‘Pues demuéstrelo’, le dije. Lo que demostró es que no sólo no tiene corazón, sino que tampoco tiene cerebro. El país que nos dejó es un país en ruinas con las praderas incendiadas. Un montón más de desaparecidos, de torturados, de asesinados.
–¿Cuáles son los errores más importantes que cometió Peña en materia de derechos humanos, de su política de Estado?
–El mantener el Ejército en las calles. Es otro de los grandes problemas que no está resolviendo por desgracia Andrés Manuel [López Obrador]. El Ejército en las calles como he dicho es la violencia y la violación de derechos humanos. Es la violencia extrema, es el estado de excepción cuando un Ejército sale a hacer labores de combate, ya sea con un Ejército enemigo o en este caso persiguiendo al crimen organizado, vamos a tener violaciones de derechos. Eso es real. Nunca atendió las demandas, las acusaciones, las recomendaciones de la CNDH [Comisión Nacional de Derechos Humanos], de la ONU [Organización de las Naciones Unidas], simplemente no hicieron nada. Todavía estamos en ese momento que no sabemos cuáles son los crímenes que le corresponden al Estado y cuáles los que le corresponden a la delincuencia. En ese sentido, eso es gravísimo, estamos hablando que ni siquiera hay un conteo serio de las víctimas. Hablamos de más de 200 mil asesinados, 34 mil desaparecidos, es una cifra completamente peregrina, es una cifra similar al Gobierno de Felipe Calderón, ¿qué pasó en estos seis años? Nunca hicieron nada con respecto a gobernadores criminales como Duarte en Veracruz; los dejaron operar, desaparecer y destruir gente. Como el caso del otro Duarte en Chihuahua, de Graco Ramírez en este estado [Morelos]. En el Gobierno de Enrique Peña Nieto develamos las fosas de Tetelcingo y de Jojutla y no hubo nada. En Jojutla todavía hay cuerpos que no hemos podido sacar, porque no ha habido voluntad política, ni por parte de este Gobierno, el de Graco, lo que va en del Gobierno de Cuauhtémoc, ni tampoco de Gobernación.
–¿Cuál sería el suceso clave para el Gobierno de Peña Nieto en materia de derechos humanos? ¿Ayotzinapa?
–Ayotzinapa es la punta del iceberg, pero no hay 43, para utilizar la cifra que manejan: hay 34 mil. Y todavía no sabemos cuáles de esos 34 mil, como sucede a los 43, pertenecen a la violación de derechos humanos. Es decir, cuántos de esos fueron desaparecidos por el Ejército o por las policías.
–Lo de Ayotzinapa ocurrió en 2014. En enero de 2015 salió Jesús Murillo Karam a dar su “verdad histórica” y sabemos que todo el resto de la administración de Peña Nieto los padres, con la ayuda internacional, le tumbaron la verdad histórica, pero Peña Nieto se va avalándola. ¿Qué le dice eso?
–Que realmente fue un Gobierno negligente, un Gobierno criminal por negligencia criminal, un Gobierno que quien sabe, después de las acusaciones de «El Chapo», si no estaba coludido con la criminalidad que tiene secuestrado y destruido al país. Para mí es un tipo que, junto con Felipe Calderón, se tiene que llamar a cuentas y que nos explique porqué hizo lo que hizo y porqué no trabajó en función de la paz, la seguridad y la justicia. Es una deuda que tiene pendiente el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador; no los puede dejar ir impunes. Si es cierto que va a empezar a limpiar con respecto a la corrupción, este es el rostro atroz de la corrupción: los muertos, los desaparecidos, la violación de derechos humanos. Si va e empezar a limpiar la escalera de arriba para abajo, tiene que empezar por llamar a cuentas a esos dos presidentes.
–¿Hay un retroceso en el Gobierno de Peña Nieto respecto al de Calderón?, ¿estamos peor?
–Es peor en el sentido de que el Gobierno de Calderón deja muertos, desaparecidos, asesinados que no son una deuda de Gobierno, es una deuda de Estado. Cuando Enrique Peña Nieto toma el poder recibe la deuda de Estado, de crimen, no hizo nada y los acumuló. En ese sentido es peor, en el sentido de la acumulación es peor, una continuidad; Andrés Manuel tiene que estar muy consciente de eso: lo que recibe es la deuda criminal que dejan Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
–¿Hay una intención de Andrés Manuel López Obrador de llamarlos a cuentas? Él habla de que no buscará venganzas…
–Me preocupa muchísimo. Parece que no. Parece que para él el perdón no tiene ninguna relación con la justicia y se trata de borrón y cuenta nueva. No es así. Es una demanda que no hago yo, a través de mi voz es una demanda de todas las víctimas que los llame a cuentas. Su trabajo no es perdonar ni amnistiar a nadie, ese es un asunto personal de Andrés Manuel. Pero como Presidente de la República su labor es construir la justicia y como parte de esa justicia es llamar a cuentas a estos presidentes criminales. No los puedo definir de otra manera.
–¿Cuál sería el camino para este llamado a cuentas?
–Que se abra una carpeta de investigación y que se les interrogue. A ver: ¿por qué tenemos tantos muertos?, ¿por qué creaste tantos muertos?, ¿qué relación hay entre estos muertos con una política absolutamente de guerra, equivocada y corrompida? Hay muchos elementos para llamarlos a cuentas: los muertos, los desaparecidos están gritándolos. Esos muertos no sólo son de “El Chapo”, de todos los narco criminales que tenemos, es fundamental una responsabilidad del Estado. El Estado está para cuidarnos y hacer justicia, cosa que no hicieron.
–¿Hay algún acierto que veas en materia de derechos humanos del Gobierno de Peña Nieto?
–No, no lo veo por ningún lado. Veo una acumulación de muertos y un espacio muy poco de justicia. La CEAV es un cuello de botella, es una cosa que, por desgracia y esto se puede componer si hay una buena voluntad política, ha servido para revictimizar a las víctimas y para acumularlas.
–Alguna vez tú me dijiste que la cuestión de México más importante a revolver es la de la violencia y las víctimas. ¿Ves en el Gobierno que viene que tenga este centro en la violencia y las víctimas?
–Sí, en el sentido del apoyo que le están dando a esta monstruosidad que están creando que es la Secretaría de Seguridad Pública, no en el sentido de la justicia. No hemos visto el programa de justicia transicional. No hemos visto el programa de política de Estado con respecto a la justicia transicional. Y tenemos al Ejército en las calles otra vez avalado, sin ningún plan de retiro a corto, mediano y a largo plazo de esas fuerzas armadas. No vemos un gramo de justicia transicional. Yo quiero saber cómo va a convivir la justicia transicional, de la cual nada más ha habido promesas, con respecto a una Secretaría de Seguridad absolutamente monstruosa, una especie de [Genaro] García Luna con esteroides. Nos preocupa muchísimo que no nos digan cómo va atacar la corrupción; si va a dejar ir sin llamar a cuentas a Felipe Calderón y a Enrique Peña Nieto para empezar, y a gobernadores como Graco Ramírez o como los Duarte. A lo mejor Javier Duarte va a salir pronto de la cárcel, que nos expliquen eso. ¿Hay una buena voluntad? A lo mejor sí, pero no vemos que lo estén asumiendo con la responsabilidad, la profundidad y la gravedad que tiene este problema.
–Hay algunas manifestaciones de organizaciones que dicen que la Guardia Nacional es peor que la Ley de Seguridad Interior de Peña Nieto…
–Es un eufemismo. La Guardia Nacional es igual que el Ejército en las calles, no le veo diferencia. Y sabemos que el Ejército en las calles violenta derechos humanos. Entonces no entendemos, porque ha sido una demanda constante. Lo que necesitábamos era una ruta a partir de los otros elementos que arropan a esta Secretaría de Seguridad de cómo se irá sacando al Ejército de las calles y cómo vamos a enfrentar la violación de derechos humanos que ya hicieron. Tenemos que hacer esa investigación, empezando con Ayotzinapa. No sólo del Ejército, sino de la Marina que ha hecho mucho trabajo terrible y opaco. La Marina también tiene que darnos cuenta con respecto a la violación de derechos humanos.
–¿Cómo ves el discurso de López Obrador respecto a la fuerzas armadas?
–Grave. Casi un arrodillamiento con respecto a las fuerzas armadas que tenemos que llamarlas a cuentas también. Que nos expliquen qué pasó con Ayotzinapa para empezar y que no nos avergüence, al contrario, mostrar dónde las fuerzas armadas hicieron mal las cosas. Es un asunto que las fortalece, ocultar nos llena de desconfianza y nos lleva a decir que no los queremos en las calles.
–Alfonso Durazo hizo una promesa: que los niños van a poder jugar en las calles nuevamente y que las mujeres no serán más molestadas. ¿Es posible con el país que está dejando Peña Nieto?
–Si hay una buena política seria y no nada más mediática y de promesas, se pueden bajar los índices, no se puede resolver el problema. El tema es muy complejo, muy profundo y hablar tan a la ligera del asunto y decir que ahora vamos a volver a un paraíso, es mentirle a la Nación. Que nos digan qué pueden hacer y hasta dónde y qué pueden dejar como política de Estado para que el próximo Gobierno continúe. No vamos hacer un mundo donde los niños ya no mueran y donde las mujeres no sean golpeadas, pero haciendo una buena política de Estado podemos reducir su número.
–Ya se acaba el sexenio, se va Peña Nieto, dice que se irá al Estado de México, ¿cómo te lo imaginas en los próximos meses?
–Me gustaría mejor verlo, para hablar de la prisión de Morelos, en Atlacholoaya o en algún lugar de esos. Nos debe muchas vidas, corrupciones inmensas, nos debe la vida política y social de esta Nación, junto con Felipe Calderón. Yo no los veo gozando de un retiro merecido, los veo enfrentando a este país y a las atrocidades que le hicieron. Los veo enfrentando a la justicia, es lo que a mí me interesaría y lo que le interesaría a la mayor parte de este país.
–¿No basta con nada más quitarles la pensión?
–No, para nada…
–Parecería que con eso ya…
–Aquí hay muertos, hay desaparecidos, hay redes de trata, que nos expliquen cómo lo toleraron, lo consintieron y cómo agregaron a esa violencia su propia violencia sacando al Ejército a las calles y descabezando en una política estúpida y pulverizando el crimen. Que nos expliquen eso.
–Durazo argumentó que no pueden sacar al Ejército de las calles, porque las policías están totalmente corruptas.
–Es el mismo argumento de Felipe Calderón. Tenemos el mismo argumento después de 12 años. Que nos digan cómo van a resolver ese asunto, que nos digan cómo y que nos den resultados y que nos devuelvan la paz o fragmentos de la paz. Pero esa no puede venir sin la justicia, eso lo tiene que entender Andrés Manuel: su trabajo no es andar amnistiando ni perdonando. Su trabajo es hacer justicia. El asunto del perdón viene después y es un asunto humano entre las víctimas, no es un asunto de poder político.
–Desde que López Obrador empezó a utilizar la palabra perdón en las reuniones, las promesas de campaña, ahora ya como Presidente electo con las víctimas, ¿qué te dice esta frase: ‘olvido no, perdón sí’? De hecho tú estabas el día que se reunió con víctimas en Tlatelolco.
–El perdón es de ida y vuelta y pasa por la justicia. En el orden para hablar de una categoría que él y yo conocemos que es el cristianismo: el perdón no va sin la penitencia que es la justicia. ¿De qué grado es la penitencia que nos tienen que devolver los criminales y el Estado para recuperar su humanidad y ser susceptibles del perdón? Ese es el tema. No es borrón y cuenta nueva, esa es una idea romántica. El perdón va acompañado de la justicia, porque de lo contrario se llama complicidad con impunidad. El tema del perdón es un tema de lo humano: yo perdono a los asesinos de mis hijos, pero no los quiero ver en la calle, porque mientras no vea una reconversión de ellos, van a seguir haciendo lo que saben hacer que es asesinar, destruir.