En 1981, Mario Segale entró en la sede norteamericana de Nintendo a exigir que le pagaran la renta del edificio era de su propiedad y pasó, involuntariamente, a tener un hueco en la historia de la cultura pop.
Por Marcos Merino
Ciudad de México, 11 de noviembre (TICbeat/SinEmbargo).- The Ultimate History of Video Games es un popular libro del periodista Steven L. Kent sobre la historia de los videojuegos. En sus páginas se relató por primera vez* una historia que esta semana ha saltado a los titulares de los medios: la historia de cómo Mario, el popular personaje de Nintendo que en 1991 era más conocido por los niños estadounidenses que el propio Mickey Mouse, recibió su nombre (tras haber sido creado como «Jumpman») y su transfondo italiano.
Es 1981; la filial norteamericana de Nintendo está pasando por problemas financieros, pero su responsable, Minoru Arakawa, ha recibido una llamada de su suegro (Hiroshi Yamauchi, Presidente de Nintendo) para anunciarle que estaba en preparación un nuevo juego (Donkey Kong) que convertiría a la compañía en la más popular de las salas de juegos de los EU. Pero, mientras tanto, Nintendo Of America debe lidiar con las deudas: más o menos por esas fechas, Arakawa discute con el propietario del edificio alquilado que usan como sede, quien termina acepta retrasar el pago hasta el lanzamiento del juego de marras. El nombre del propietario era Mario Segale, y él fue el inspirador del cambio de nombre del carpintero co-protagonista de Donkey Kong (el cambio a la profesión de fontanero fue posterior).
La triste razón por la que esta anécdota está de actualidad ha sido la reciente muerte de Segale a los 84 años. Pero, ¿quién era realmente Mario Segale? ¿Acaso era fontanero? ¿Tenía quizá origen italiano? ¿O es que destacaba por su denso mostacho? Bueno, efectivamente era hijo de inmigrantes italianos, pero nada más. Lejos de ser fontanero, fue un destacado e influyente promotor inmobiliario del estado de Washington. Y no consta que llevara nunca bigote.
Se sabe que a Segale no le hacía especial gracia esta vinculación con la historia del videojuego (una vinculación, por otra parte, nunca reconocida oficialmente por Nintendo). Dos eran las razones de su rechazo: la poca seriedad que le confería a un gran empresario como él, y el abuso que el personaje hacía de los estereotipos más obvios sobre los italoamericanos. Sólo se pronunció en una ocasión sobre su tocayo digital, en una entrevista para The Seattle Times, y entonces se limitó a comentar, de broma, que aún seguía esperando “los cheques por los derechos de imagen”.
* Técnicamente, podría decirse que fue por segunda vez: en 1993, 8 años antes de la publicación del libro de Kent, David Sheff había contado una historia similar en su libro Game Over. Sin embargo, Sheff publicó incorrectamente el apellido de Mario como «Segali», y aportó el fantasioso dato de que Segale había llegado a la sede de Nintendo justo en el momento en el que los trabajadores estaban eligiendo nombre para el personaje, y que al irse todos se miraron entre sí exclamaron “¡Super Mario!”. Pero Super Mario es un juego que no se lanzó al mercado hasta 4 años más tarde.