Rubén Martín
28/10/2018 - 12:00 am
Capitales zopiloteando sobre el NAICM
Independientemente del resultado de la consulta sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional para la Ciudad de México (NAICM), no debe olvidarse que este ejercicio estuvo inclinado a favor del NAICM en Texcoco porque durante años, especialmente en lo que va de 2018, el gobierno, los empresarios y una buena parte de los medios de información comerciales, intensificaron una campaña propagandística que presentó esta opción como necesaria e indispensable y como una palanca para el desarrollo del país.
Independientemente del resultado de la consulta sobre la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional para la Ciudad de México (NAICM), no debe olvidarse que este ejercicio estuvo inclinado a favor del NAICM en Texcoco porque durante años, especialmente en lo que va de 2018, el gobierno, los empresarios y una buena parte de los medios de información comerciales, intensificaron una campaña propagandística que presentó esta opción como necesaria e indispensable y como una palanca para el desarrollo del país.
Lo más absurdo de la consulta sobre la construcción de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México es que se ha hecho creer a una parte de la sociedad, que de esa obra prácticamente depende la economía y el “desarrollo” y el “progreso” de la nación, cuando en realidad se trata de un gran y lucrativo negocio que beneficiará principalmente a un puñado de grandes consorcios privados.
Este es el meollo del asunto: bajo el pretexto de que era inevitable una nueva terminal aérea se está diseñando uno de los grandes negocios capitalistas de la próxima década.
El NAICM es más que un megaproyecto de comunicación aérea. Se trata de un rediseño urbanístico, inmobiliario, comercial y financiero de la Ciudad de México.
El NAICM en Texcoco se compone realmente de cuatro grandes negocios: su construcción en el vaso lacustre de Texcoco; su operación; el conjunto inmobiliario, comercial, turístico e inmobiliario que compone la llamada Aerotrópolis; y el nuevo desarrollo urbano en el actual AICM ya desmantelado y ahora redestinado a nuevas funciones urbanas: desarrollos inmobiliarios y comerciales.
El NAICM se compone de dos fases, y al arrancar operaciones en 2014 el gobierno federal dijo que el costo total sería de 169,000 millones de pesos (mdp), pero ahora sólo para la primera fase la Secretaría de Hacienda calcula un costo de 195,000 mdp, el Grupo Aeroportuario de la Ciudad de México (GACM) y Parsons 285,000 mdp, en tanto que la Academia de Ingeniería estima 440,000 mdp, tres tantos más que la estimación inicial, según ha documentado Poder en su investigación Torre de Control (https://torredecontrol.projectpoder.org/viabilidad.html#slide-1). Es decir, sólo para la primera fase se requieren casi medio billón de pesos.
En esta fase hay un puñado de empresarios que se han visto beneficiados, como también ha develado Poder. Hasta ahora, para el NAICM se han expedido 545 contratos por un importe de 155,985 mdp, pero solamente quince contratos implican el 78 por ciento del monto invertido. Y de este conjunto, cinco empresarios controlan 55 por ciento de lo contratado, según datos de Poder:
1) ICA (Bernardo Quintana Isaac) 24,720 mdp
2) Grupo Carso (Carlos Slim): 21,250 mdp
3) Grupo Hermes (Carlos Hank Rhon) 18,854 mdp
4) Prodemex y Grupo Empresarial Ángeles (O. Vázquez Raña) 10,372 mpd
5) GIA+A (Hipólito Gerard Rivero) 10,371 mdp
Subtotal 85,567 mdp
Esto es sólo para la primera fase del NAICM y falta completar la segunda. Si añadimos la Aerotrópolis y posteriormente el desmantelamiento y reconstrucción inmobiliaria del actual AICM , los negocios posiblemente superen el billón de pesos. Es un conjunto de inversiones y negocios de más de 50,000 millones de dólares, lo que lo convertirían, en caso de que se siga con Texcoco, en una de las más importantes dinámicas de acumulación de capital para la próxima década.
Además se ha denunciado oportunamente que estos contratos tienen como sello distintivo la asignación discrecional y concentrados en pocas manos, como bien demostró Poder en su estudio Torre de Control.
No sólo es el monto del negocio, sino el margen de utilidad que dejan contratos de este tamaño. Publicaciones de la industria de la construcción señalan que hay un rango de “beneficio bruto” de entre 25 por ciento a 40 por ciento, que finalmente puede quedar en un “beneficio neto” de 15 por ciento.
Si las obras de la primera fase terminan costando 440,000 mdp, el “beneficio neto” sería de 66,000 mdp en utilidades para las empresas contratistas, es decir, los Quintana, Slim, Hank Rhon, Vázquez Raña y Gerard Rivero (cuñado de Carlos Salinas de Gortari).
Eduardo Martín-Borregón de la asociación Poder, dio como ejemplo que la empresa de Carlos Slim tiene asignado la construcción del edifico terminar por un monto de 84,000 mdp, lo que podría dejarle una utilidad neta de 12,600 mdp.
De modo que con el pretexto de que era necesario un nuevo aeropuerto, se está tratando de proteger este negocio, pero ¿era necesario un nuevo aeropuerto? No por lo que nos han recordado los compañeros de Pie de Página (https://piedepagina.mx/el-dinero-que-volo-con-el-naicm.php).
En este reportaje nos recuerdan que tras la cancelación del nuevo aeropuerto en Atenco, en 2003, el gobierno de Vicente Fox y de Felipe Calderón apostaron por la creación de un Sistema Metropolitano Aeroportuario, que diera respiro al AICM. Esa red incluía, además de la Terminal 2 del AICM, los aeropuertos de Toluca, Cuernavaca, Puebla y Querétaro, que juntos podían movilizar a más de 10 millones de pasajeros al año. Pero todo indica que el gobierno federal desmanteló esta red para, deliberadamente, aumentar la carga al AICM y entonces justificar un nuevo aeropuerto.
Por los datos mostrados en el reportaje de Pie de Página, si la red aeroportuaria estuviera funcionando tal vez no sería necesario otro aeropuerto. Por ejemplo, el aeropuerto de Toluca tiene capacidad para mover 8 millones de pasajeros al año, y apenas mueve 10 por ciento de esa capacidad.
Todo indica que se desmanteló el Sistema Metropolitano Aeroportuario para tratar de justificar los cuatro grandes negocios capitalistas que hay en torno al NAICM.
No debe sorprendernos esa treta. Se trata de la vieja artimaña neoliberal de desmantelar ciertos sectores industriales para alegar luego que se necesitan fuertes sumas de inversión para “modernizarlos” o levantarlos, y como no hay dinero público suficiente, entonces se privatizan o permite que el capital privado entre a estos negocios.
Así ocurrió con Teléfonos de México, con la televisión pública (Imevisión), con Ferrocarriles Nacionales de México, y ahora ocurre con todo el sector eléctrico, petrolero, gasífero y eólico gracias a la reforma energética.
Es lo mismo que ahora hacen con el NAICM: lo dejaron saturarse para justificar una nueva terminal. Y todavía tienen el cinismo de pretender convencer de que esa obra es para beneficio de toda la nación, cuando es al revés: toda la población pagaremos, mediante el financiamiento público, una obra que servirá para una pequeña parte de la población, dejando grandes ganancias para el sector privado.
Dado el tamaño del negocio y de la lucrativa utilidad que se espera de estas inversiones, no sorprende que grandes capitales estén zopiloteando el NAICM. Aún si gana Texcoco, no dejemos que estos zopilotes se impongan por sobre el interés público nacional.
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