La revista The Economist dedica un espacio en su edición para abordar el tema de la consulta ciudadana para definir el futuro del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Destaca aspectos como las dudas sobre el ejercicio en democracia directa, pues a diferencia de los realizados para los aeropuertos de Berlín y Nantes, éste será organizado por el equipo de Andrés Manuel López Obrador y no por el Instituto Nacional Electoral.
También señala que la realización de la consulta fue resultado de los cuestionamientos sobre el proyecto en Texcoco y del proceso descuidado de México para planificar y aprobar grandes proyectos: «El Nuevo Aeropuerto ha sido criticado desde su inicio. Se pondrán en peligro a 100 mil aves migratorias que se posan en el área y, según los críticos, causarán más inundaciones en el Este de la Ciudad de México, propenso a las inundaciones. Dos tercios de los mexicanos nunca han estado en un avión. Eso hace que el aeropuerto parezca un adorno para los ricos”.
Ciudad de México, 18 de octubre (SinEmbargo).– El desastre con el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) es culpa del mismo Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto, dice este día la influyente revista económica y financiera The Economist. El sobrecosto, la falta de transparencia, la ausencia de consulta con las comunidades afectadas, la prisa y la falta de cuidado en el proyecto, así como sospechas de corrupción han hecho que fuera criticado desde un inicio.
El Nuevo Aeropuerto, dice la prestigiada publicación con sede en Londres, “ha sido criticado desde su inicio. Se pondrán en peligro a 100 mil aves migratorias que se posan en el área y, según los críticos, causarán más inundaciones en el Este de la Ciudad de México, propenso a las inundaciones. Dos tercios de los mexicanos nunca han estado en un avión. Eso hace que el aeropuerto parezca un adorno para los ricos”.
“El precio de 285 mil millones de pesos es un 70 por ciento más alto que el presupuesto original del Gobierno” de Enrique Peña Nieto, agrega.
“Estas deficiencias son el resultado del proceso acelerado y descuidado [‘slapdash’, en inglés] de México para planificar y aprobar grandes proyectos. Los desarrolladores rara vez consultan a los residentes que se verán afectados por las obras o publican información sobre subcontratistas. Aunque los contratos para construir el NAIM se adjudicaron de manera transparente, las compañías que los obtuvieron no están obligadas a informar regularmente sobre su progreso”, dice The Economist. “Eso alimenta una sospecha de que los costos excesivos son el resultado de la corrupción. El Gobierno publicó solo un resumen ejecutivo de su informe sobre el impacto ambiental del aeropuerto”.
Tales problemas se ven agravados por la política del país, detalla The Economist. Por ejemplo, “los presidentes mexicanos, que sirven solo un término, se apresuran a construir sus proyectos personales o al menos a hacer suficiente progreso para que sus sucesores estén obligados a completarlos. La construcción a menudo comienza antes de que los planos sean definitivos. El muro perimetral de NAIM comenzó a subir antes de que los constructores supieran dónde estaba la entrada del aeropuerto. Tenían que hacer cambios costosos. Las agencias responsables de proyectos a menudo no se hablan entre sí. Los procedimientos de mala calidad de México afectan a todos los proyectos de infraestructura de todas las descripciones, incluida la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México y un túnel de drenaje planificado para la capital”.
La revista también menciona que la consulta para continuar con la construcción del NAIM, que se llevará a cabo la próxima semana, puede resultar un dudoso ejercicio en democracia directa, pues a diferencia de los realizados para los aeropuertos de Berlín y Nantes, éste será organizado por el equipo de Andrés Manuel López Obrador y no por el Instituto Nacional Electoral (INE).
En el caso de NAIM, refiere The Economist, “el señor López Obrador dice que prefiere un pastel diferente. La reutilización de la base aérea de Santa Lucía es el tipo de alternativa de bajo presupuesto y bajo impacto que apela el Presidente electo. Pero el nuevo pastel tiene problemas. Santa Lucía está más lejos del centro de la ciudad que el de Texcoco. Algunos pasajeros tendrían que trasladarse a un aeropuerto diferente para tomar vuelos de conexión. Los aviones que aterrizan y salen de los dos aeropuertos, todos los cuales deben pasar por el mismo corredor en el noroeste de la ciudad, corren el riesgo de colisionar”.
“Ese es un problema de seguridad que las autoridades mexicanas seguramente nunca permitirían», dijo al medio Bernardo Lisker de Mitre, un instituto que estudia el tráfico aéreo.
De acuerdo con el medio británico, las encuestas sugieren que los mexicanos están a favor de completar el nuevo aeropuerto en Texcoco dos a uno, pero la consulta puede no reflejar eso. “Solo unas 100 mil personas participarán, según creen algunos analistas. Algunos observadores sospechan que el señor López Obrador está diseñando un voto a favor del NAIM, dándole una excusa para completar un proyecto al que dice oponerse pero que sería difícil abandonar”.
Para The Economist, la consulta sobre el destino del NAIM será la primera incursión presidencial de López Obrador en la democracia popular y advierte que será difícil:
“Como alcalde de la Ciudad de México, de 2000 a 2005, el señor López Obrador envió a los encuestados de puerta en puerta para averiguar qué pensaba la gente sobre sus iniciativas. Estaba buscando las respuestas que quería, dijeron algunos. Pero a diferencia de los votos recientes en los aeropuertos de Berlín y Nantes en Francia, la consulta no solo pone a prueba la opinión de los ciudadanos de los alrededores. Ésta será organizada por el círculo íntimo del señor López Obrador, no por el INE. Activistas del partido Morena instalarán y monitorearán mil 73 casetas en unos 500 municipios, que albergan al 80 por ciento de la población. Se imprimirán solo 1 millón de papeletas de voto para un electorado nacional de 90 millones de personas. Serán contados por una organización poco conocida. Sin acceso a las listas electorales del INE, no está claro cómo los trabajadores electorales evitarán que las personas voten más de una vez.
“Se les pedirá a los participantes que elijan si seguir adelante con la construcción del aeropuerto en forma de x, que ya está completado en un 30 por ciento, o desecharlo. La alternativa es complementar el aeropuerto existente con uno nuevo en la base aérea de Santa Lucía al norte de la Ciudad de México. El señor López Obrador dice que el resultado será vinculante, sea cual sea la participación”.
La controversia sobre el NAIM es una señal de que la democracia de México está madurando, señaló a The Economist Onésimo Flores, un experto en planificación urbana:
“La élite ya no puede sentirse cómoda haciendo trampas en los proyectos, aunque la alternativa de López Obrador parece poco considerada. Ha mostrado escaso interés en mejorar los procedimientos de planificación descuidados. Afirma que sus proyectos favoritos, como un Tren Maya a través del sur de México, ya han sido respaldados por los votantes a través de su elección. Si el señor López Obrador ha cambiado de opinión sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, la votación de este mes puede darle cobertura política, pero no es un modelo para los proyectos del futuro”.