A los 56 años de edad, Ranulfo fue diagnosticado con diabetes mellitus tipo 2. Hace 12 años acudió a una cita médica por un dolor intenso en uno de sus talones, y el galeno que lo atendió le pidió que se realizara varios estudios y allí salió a la luz su padecimiento: «Es usted diabético», le dijo el médico al ver los resultados.
El hombre, quien hoy tiene 68 años, se sintió devastado, pero tomó el control y se puso en manos de la Universidad Autónoma Metropolitana, a través del Proyecto Urbano de Salud. Hoy, afirma, goza de una buena calidad de vida.
Esta es la séptima y última entrega de una serie de testimonios publicados por SinEmbargo sobre la diabetes y las complicaciones físicas, emocionales, económicas y sociales que acarrea esta enfermedad. Las entrevistas fueron recogidas por la organización civil El Poder del Consumidor para el proyecto “Voces de la diabetes: el drama de una epidemia nacional”.
Ciudad de México, 19 de octubre (SinEmbargo/El Poder del Consumidor).– Ranulfo García Vázquez, como al menos 12 millones de mexicanos, padece diabetes mellitus tipo 2. Sin embargo, su caso es un ejemplo y muestra que, aun con la enfermedad, se puede tener una buena calidad de vida. Ranulfo fue diagnosticado a tiempo e inmediatamente tomó las medidas pertinentes, con lo que ha evitado la llegada de complicaciones entre las que se encuentran padecimientos como retinopatía, ceguera, insuficiencia renal, neuropatía, amputación de miembros inferiores y otras consecuencias de esa «epidemia nacional» que afectan gravemente la vida del enfermo y de quienes lo rodean.
García Vázquez que hace 12 años acudió a una cita médica por un dolor intenso en el talón, el especialista le recomendó realizarse una serie de estudios y cuando le entregó los resultados le dio una noticia que no imaginó: «Es usted un diabético». Sintió que el mundo se le caía a pedazos.
«Si no me hubiera puesto mal del pie no me entero que tenía alta la azúcar y ahorita quién sabe, a lo mejor ya hubiera perdido la vista o ya tuviera una amputación de alguna parte de mi cuerpo […] Sí me sentí mal porque fue un golpe tremendo», narra.
Se afligió mucho, pero decidió tomar cartas en el asunto: dejó de beber la Coca-Cola de 600 mililitros con la que todos los días acompañaba su primer alimento del día; hoy bebe agua natural. Cambió la comida ultraprocesada por la fresca: actualmente su plato se llena de verduras, frutas, semillas y productos de origen animal. No ha sido necesario utilizar insulina en su tratamiento y sólo ingiere metformina.
«Mi alimentación sí fue un poco desorganizada porque yo trabajaba en dos lados, en dos trabajos. Al almorzar bebía Coca-Cola. Me tomaba mi Coca de 600 mililitros y pues la estuve tomando durante 24 años», relata.
Ranulfo está jubilado, vive con su esposa Graciela Jiménez cerca de la salida de la Ciudad de México a Cuernavaca, en la Delegación Tlalpan. Sus días transcurren tranquilamente en casa: ambos realizan los quehaceres, arreglan los desperfectos que surgen y cuidan a dos de sus nietos para que su hija pueda salir a trabajar.
Como 43.4 millones de personas en el país, está afiliado al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), pero además acude a una consulta semanal a la clínica de Proyecto Urbano de Salud, un modelo alternativo de atención en el primer nivel de enfermedades crónicas no transmisibles, tales como diabetes e hipertensión, implementado por especialistas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
El consultorio se encuentra muy cerca de su hogar, está justo en la esquina de la calle en la que habita hace seis décadas, desde que dejó su natal Oaxaca. La atención –a diferencia de la que ofrece el Instituto Mexicano del Seguro Social– es excelente. Los expertos le realizan una revisión exhaustiva de pies, presión y glucosa. Le dan una lista en la que le recomiendan los alimentos saludables para su condición.
“Nos tratan bien, son muy educados. Nos revisan, pies, presión, todo. Ahora sí que una revisión completa», platica entusiasmado. Considera que si únicamente se tratara en el Seguro Social su vida sería otra, ya con algunas complicaciones y con inyecciones de insulina todos los días.
En noviembre de 2015, la Unidad Xochimilco de la UAM diseñó dicho modelo liderado por el médico cirujano Víctor Ríos Cortázar con el objetivo de ponderar el derecho a la salud y situar a las personas en el foco de atención: se les da capacitación para así romper con el paradigma de paciente-pasivo y transformarlo en un individuo activo durante su tratamiento.
Alumnos, profesores y pasantes de la Licenciatura en Medicina son integrantes de los seis grupos de apoyo, además de los consultorios para ofrecer información; éstos se ubican en Huayamilpas, Panamericanas, Volcanes, San Pedro Mártir, La Casa del Adulto Mayor y en Culhuacán, todos en la Ciudad de México.
LOS REFRESCOS SON VENENO
Ranulfo piensa que la enfermedad no transmisible por la que el Gobierno de Enrique Peña Nieto lanzó una alerta epidemiológica en noviembre de 2016 es provocada –entre otros factores– por el consumo de refrescos. Por ello organizaciones de la sociedad civil han llamado incansablemente a las autoridades a regular la venta y disponibilidad de dichos productos que cuentan con un impuesto de un peso por litro y han exigido su aumento al doble, tal y como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero las voces no han sido escuchadas.
Ranulfo solicita a las autoridades brindar apoyo a las personas que se encuentran en una situación similar a la suya, pues el gasto en bolsillo para la atención de la enfermedad es elevado.
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) define el gasto de bolsillo como el desembolso directo de las familias para solventar requerimientos de la atención de la salud. En el caso de las enfermedades crónicas, las cuotas pueden llegar a provocar que una familia entre en condición de pobreza.
«Yo le pediría al Gobierno que se enfocara más hacia las personas con enfermedades crónicas y con nosotros, que somos de la tercera edad, para que nos dieran una atención más adecuada a nuestra enfermedad que tenemos y que nos dieran las facilidades para obtener medicamento», urge.
También pide a las empresas actuar en favor de la salud pública y no sólo en función de sus intereses económicos.
«Que no envenen al pueblo con tanto refresco que tiene tantos químicos. No piensen nada más en su bolsillo, también piensen en los enfermos. Que ya no le hagan tanta promoción. El interés de ellos es vender y no les interesa, no les importa si están acabando con la humanidad».
A las personas que viven con diabetes mellitus tipo 2 les envía un mensaje: «De antemano yo digo que la quiera mucho, quiérala mucho. Como una amiguita, como su esposa porque la enfermedad es para el resto de su vida. Lo que le quede de vida va a estar con usted».