La incorporación de glicerina a la arcilla con la que se fabrican los ladrillos aporta propiedades aislantes debido a la porosidad que es capaz de proporcionar.
Por Alberto Iglesias Fraga
Ciudad de México, 6 septiembre (TICbeat/SinEmbargo).- La glicerina es un subproducto orgánico graso que las empresas productoras de biodiésel acumulan sin encontrarle hasta ahora valorización posible para la gran cantidad total generada. Hasta ahora, cuando investigadores del Instituto de Ciencia de Materiales de Sevilla (ICMS-CSIC) y de la Universidad de Jaén han demostrado que la incorporación de glicerina a la arcilla con la que se fabrican los ladrillos aporta propiedades aislantes, especialmente térmicas, debido a la porosidad que es capaz de proporcionar.
La glicerina, a partir de los 100 ºC de temperatura de cocción, libera CO2 que queda atrapado dentro de la arcilla, ocasionando huecos o poros en su interior. En los ladrillos aislantes la conductividad térmica se obtiene precisamente mediante poros distribuidos uniformemente en su estructura interna. A mayor cantidad de pequeños poros y menor interconexión entre éstos, menor es la conductividad térmica y, por tanto, mayor es el aislamiento y el ahorro energético.
El descubrimiento, publicado en la revista Applied Clay Science, demuestra que aunque el uso de energías renovables y, en concreto el uso de biodiésel, puede reducir los gases de efecto invernadero entre un 57 por ciento y un 88 por ciento por cada kilómetro recorrido en comparación con el diésel fósil, aún quedan residuos del proceso que se pueden reciclar.
Para demostrarlo, los investigadores prepararon compuestos cerámicos a base de arcillas a las que les añadieron glicerina en distintas proporciones para después someter la mezcla a métodos de moldeo y procesamiento convencionales, así como de cocción y enfriamiento. Las arcillas fueron extraídas de una cantera situada en Bailén, mientras que la glicerina fue facilitada por la empresa de biodiésel de Linares LIBITEC (Linares Biodiesel Technology) que trabaja con aceites de soja, girasol y palma.
Los resultados constataron que la adición de este residuo mejoraba las propiedades tecnológicas de los productos cerámicos. Concretamente, durante la fase de investigación se añadieron a la arcilla porcentajes de glicerina que oscilaron entre el 5 por ciento y el 20 por ciento. En los compuestos obtenidos se evaluó la conductividad térmica, el tipo de porosidad generada, la resistencia a la compresión, la absorción y succión de agua o la densidad, entre otras propiedades.
Así, los autores del estudio concluyeron que con la incorporación de entre un 10 por ciento y un 15 por ciento de glicerina a la arcilla se generaba la suficiente plasticidad como para, manteniendo los valores de resistencia que se exige a los materiales destinados a la construcción, lograr aumentar notablemente su capacidad aislante, especialmente a efectos térmicos. “Sólo con una adición del 15 por ciento de glicerina, la conductividad térmica del ladrillo cae hasta la mitad”, señalan los científicos.