Investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) estudiaron la saliva del pulpo rojo y lograron separar algunos de sus componentes, en los que encontraron agentes contra la enfermedad de Alzheimer.
Por Alberto Iglesias Fraga
Ciudad de México, 4 septiembre (TICbeat/SinEmbargo).- Imaginen que estamos en un documental de la BBC o del canal Discovery. Entre las algas o las rocas del suelo marino nos encontramos con un pulpo rojo (Octupus maya), capaz de reconocer los ojos y las pautas nadadoras de la jaiba azul. Con un hábil movimiento la atrapa e inyecta su saliva, que la paraliza en segundos; entonces, el octópodo la sujeta firmemente durante 20 minutos, en espera de que las proteasas (enzimas que fragmentan las proteínas) desintegren el interior de su presa favorita para deglutirla.
¿Qué tiene esa saliva que la hace tan potente y destructiva? ¿Podría usarse para algún fin menos asesino? Eso es lo que, durante cuatro años, han estudiado investigadores de la UNAM, logrando finalmente separar algunos de sus componentes y encontrar de este modo agentes contra la enfermedad de Alzheimer.
La placa beta-amiloide (polipéptido) está relacionada con ese padecimiento. Al analizar la saliva, los universitarios distinguieron polipéptidos de taquicinina, que presentan una secuencia de aminoácidos parecida a la proteína beta-amiloide, por lo que suponen que podría contribuir a entender el mecanismo de esa afección. También identificaron que este coctel de polipéptidos, proteínas, aminoácidos libres, enzimas, iones y carbohidratos presenta dos fases esenciales durante el proceso de alimentación del pulpo: una fracción metabólica y una neurotóxica.
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Los resultados en laboratorio revelaron que el efecto neurotóxico es generado por moléculas pequeñas, entre ellas la serotonina (neurotransmisor que inhiben el sistema nervioso central) y el ácido glutámico: “cuando inyectamos sólo esta parte del veneno notamos que las presas se paralizan durante dos horas, y después regresan a la normalidad”, dicen los científicos.
En el estudio también constataron que la saliva del pulpo rojo relaja el músculo liso del íleo aislado de rata, por lo que puede tener un uso potencial como miorrelajante. Además, cuando probaron los compuestos metabólicos del veneno, que ayudan a la predigestión, notaron que las proteasas matan a la presa y en 20 minutos transforman la carne fibrosa en un gel fácil de ingerir. A partir de ello, se consideró que estas enzimas podrían servir para fines industriales como ablandadores de carnes o en detergentes.
En la investigación –cuyos resultados fueron publicados en la revista PLOS ONE– se analizó, además del mecanismo de alimentación del pulpo con la jaiba azul, la función de la saliva en el canibalismo. Se capturaron –con ayuda de los pescadores de la zona (Sisal)– 100 ejemplares adultos de 600 gramos. Para obtener la saliva se extrajeron las glándulas salivales posteriores de 30 ejemplares, se estimularon eléctricamente mediante una batería de nueve voltios y se recuperó el extracto en el momento.