Gente cercana a los «44 de acero» (como bautizaron a los desaparecidos en las pancartas), duerme en la plaza desde hace cinco días para exigir la contratación de una empresa que busque el submarino ARA San Juan.
En varias jornadas las mujeres se encadenaron, por turnos, a las rejas de la Casa Rosada, sede del Ejecutivo. Las manifestantes ya cuentan con mantas, comida y carpas para cuidar sus tiendas de campaña de la lluvia, pues la ciudadanía se ha solidarizado con su causa.
Por Naiara Bellio
Buenos Aires, 2 de julio (EFE).- Lucha, dolor y abandono. Son palabras que eligen familiares de los 44 submarinistas desaparecidos en el Atlántico desde hace casi ocho meses para describir una angustiosa espera que ahora viven desde las tiendas de campaña que instalaron ante la sede del Gobierno en reclamo de una respuesta.
«No podemos programar nuestra vida, estamos parados en una vida que no es la nuestra, nos falta una parte. Es el presidente (Mauricio Macri) el que se tiene que sensibilizar ante este dolor y buscar de forma rápida una empresa que sea la adecuada, con la tecnología que se necesita», denuncia a Efe Marcela Moyano, la esposa del tripulante Hernán Rodríguez.
Una veintena de allegados de los «44 de acero», como los bautizan en las pancartas que plagan la Plaza de Mayo, duerme desde hace cinco días en condiciones cuestionables para exigir que se contrate a una empresa privada que busque el submarino ARA San Juan, porque consideran que es la única manera de que su reclamo «no quede en el olvido».
Tras varias jornadas encadenándose por turnos a las rejas que limitan la Casa Rosada, sede del Ejecutivo, en forma de protesta, ya cuentan con mantas, comida y hasta carpas para defender sus tiendas de campaña de la lluvia gracias a que la ciudadanía se ha solidarizado con su dolor.
Mientras, según afirman estas mujeres, desde el Gobierno y la Armada argentina, a cargo del sumergible, solo reciben «café y unas barritas de cereales» dos veces por jornada.
Completos desconocidos se acercan a las sillas en las que reposan madres y esposas de los desaparecidos, las besan sin conocer sus nombres, lloran con ellas y las aplauden por su nervio, reclamando una justicia que avanza lentamente para esclarecer qué ocurrió exactamente con el submarino aquel 15 de noviembre de 2017.
«Es increíble que esto, que es tan importante, una causa nacional y una preocupación internacional (…), no se transforme en una razón de Estado para nuestro presidente y no cumpla con su promesa de agotar todos los recursos para encontrarlos», asegura el padre del teniente Alejandro Tagliapietra, Luis Tagliapietra.
Con un gorro bordado con la bandera argentina y la mención a los 44, insiste en que no entiende cómo puede continuar la inactividad del Gobierno.
«Porque intentamos dialogar, creímos e hicimos todo de la manera más pacífica, incluso cordial, a pesar de la pérdida y el sufrimiento, y lo que recibimos fue el manoseo, el maltrato, mentiras… Nos cansamos», dice con los ojos llorosos.
El desamparo que sienten se fundamenta en el hecho de que Macri no los haya recibido más que una vez -«50 minutos nos vio», afirman- en siete meses y medio ni haya viajado a estudiar la escena a la base naval de Mar del Plata, la localidad bonaerense a donde se dirigía el San Juan cuando se perdió la comunicación.
«Hoy acá, estando en frente de su Casa Rosada, no se arrimó a preguntar si necesitábamos algo. Acá hay seres humanos, hay madres con dolor, esposas con dolor, y que él lo sepa, que hay madres que están sufriendo, que tienen problemas de salud», exclama Moyano.
Desde el pasado mes de abril, cuando se retiró de la búsqueda el buque ruso Yantar con su dispositivo de rastreo submarino, solo se mantuvo en el operativo un navío de la Armada que no tiene «capacidad real», según denuncian, para obtener nuevas pistas sobre el paradero del sumergible.
«Sabemos que el mar es inmenso y que el submarino es una nave con las características de que no se puede encontrar fácilmente pero es que tampoco se comprometieron por parte del Gobierno para poder encontrarlo», lamenta Moyano una vez más.
Hasta el momento, la única esperanza de los familiares estaba en la firma española «Igeotest Geoscience», pero, después de que recientemente le revocaran la adjudicación, han vuelto a un punto de partida que no están dispuestos a aceptar a dos semanas de que se cumplan ocho meses de la desaparición.
«Todas estamos en una lucha, estamos sufriendo un montón, pero nos hace fuerte y lo hacemos por todos ellos, por los 44, nos vamos a quedar acá, no importa el frío, no importa la lluvia, no importa nada», asevera Marcela Fernández, otra de las esposas, mientras se coloca las cadenas que la unen a sus compañeras.
Este lunes, el ministro de Defensa, Óscar Aguad, se comprometió a recibir a parte de estos familiares, que dependen de una respuesta para escapar no solo del frío invernal de Buenos Aires, sino del que se ha instalado en su corazón.