Babelsberg es el complejo cinematográfico más antiguo del mundo, está ubicado a las afueras de Berlín y es conocido como el Hollywood europeo. Ahora presenta un estudio capaz de escanear personas en 3D y la grabación de la primera cinta propia tras 20 años.
Por Sergio Molina
Berlín/Ciudad de México, 27 de junio (EFE).-Un estudio de cine capaz de escanear personas en 3D y la grabación del primer film de producción propia tras 20 años, son las últimas novedades de Babelsberg, el complejo cinematográfico más antiguo del mundo situado en las boscosas afueras de Berlín.
Personajes célebres, desde Marlene Dietrich hasta Quentin Tarantino, y producciones emblemáticas del cine, como la histórica Metropolis (1927) de Fritz Lang, o la aclamada The Grand Budapest Hotel (2014), de Wes Anderson, han dejado huella en este lugar.
Carl L. Woebcken, que adquirió los estudios junto a Christoph Frisser en 2004 a precio de ganga, y pelea desde entonces por atraer grandes proyectos cinematográficos frente a sus competidores europeos, destaca con orgullo la llegada del nuevo estudio volumétrico.
Con 170 metros cuadrados y 32 cámaras instaladas en forma circular, este nuevo estudio permitirá escanear objetos y personas en tres dimensiones para poder reproducirlos posteriormente como si se tratara de un holograma.
«Se trata del primer estudio de este tipo en Europa», resalta Woebcken en declaraciones a Efe, sobre un sistema llamado a revolucionar la industria.
A diferencia del cine en 3D, «los actores que sean grabados con esa tecnología» podrán ser colocados tanto en mundos reales como virtuales», asegura Volucat, el consorcio tras el estudio, mientras que los espectadores podrán observar esas imágenes como si se encontraran allí.
Woebcken, que se congratula también por la grabación en Babelsberg de la película romántica Traumfabrik, la primera producción propia de los estudios en 20 años, se muestra sin embargo algo escéptico cuando habla del momento actual en la industria.
«Este año nos va muy bien en los estudios», asegura a Efe, «aunque en los últimos años hemos tenido problemas porque las condiciones de las que partimos y nuestro sistema de financiación no podía enfrentarse a la competencia europea».
Para él, el principal problema se basa en el sistema de financiación alemán, que depende de las ayudas al cine del gobierno, «algo difícil de cara al Ministerio de Finanzas, porque también hay que financiar otras áreas como ópera, teatro, etc».
Esa es la razón por la que muchas grandes producciones acaban optando por otros estudios y otros países con más facilidades, como Reino Unido y Canadá, donde tienen un sistema de apoyo al cine basado en los impuestos, o España e Italia, donde sale más económico grabar.
Según Woebcken, «la gran diferencia en el contexto europeo es el techo de gasto», que sin embargo «ya ha sido levantado y solo necesita ser confirmado por el gobierno», lo que permitiría un apoyo de los 4 a los 25 millones de euros (de 4.6 a 29 millones de dólares) por film.
Aunque los estudios capean la situación actual de la industria con un 25 por ciento de tasa de utilización de sus instalaciones, las películas grabadas allí acumulan 59 nominaciones a los Óscar en los últimos 15 años.
«Muchos vienen a nosotros porque podemos cumplir sus demandas artísticas, por ejemplo para filmes históricos», asegura Woebcken, cuyos estudios de decorados exteriores alcanzan los 15 mil metros cuadrados, lo que atrajo producciones como The Grand Budapest Hotel.
Woebcken, productor alemán de 61 años, es el último eslabón de la propia historia de película que representan los estudios, que encendieron los focos por primera vez en 1912 y llegaron a producir hasta mil largometrajes durante el nazismo, bajo la batuta de Joseph Goebbels, responsable de la propaganda nazi.
Fue también allí, cuando los estudios pertenecían a la compañía de producción cinematográfica UFA, donde Marlene Dietrich saltó a la fama en 1930 tras la grabación de The Blue Angel, y donde más tarde, durante la RDA, llegarían a producirse hasta 700 filmes.
Tras la reunificación, la Treuhand – el organismo encargado de la privatización de empresas en Alemania del Este – vendió los estudios al grupo francés Vivendi Universal, que tras una inversión fallida de 500 millones de euros y numerosas pérdidas, acabaría vendiéndolos a Woebcken.
Desde entonces, el complejo ha vivido una revitalización con grabaciones como Inglourious Basterds de Quentin Tarantino – una de sus calles lleva hoy su nombre por petición del cineasta -, la serie Homeland (2015) o la coproducción de Isle of Dogs (2017).
Entretanto, Babelsberg ha logrado adaptarse también al mundo de las series, con el rodaje actualmente de Dark, la primera producción alemana para la plataforma Netflix, y Babylon Berlin, la producción más cara de la historia alemana.