Alejandro Calvillo
12/06/2018 - 12:00 am
Elecciones: el día después
La situación que vive el país en corrupción, violencia y descomposición social exige un cambio y esta exigencia está en el sentir de la mayor parte de la población y, se quiera o no, es ese sentir el que está determinando las preferencias electorales.
El día después de las elecciones, el día después de la toma de posesión del Gobierno electo, daremos un salto a un nuevo escenario de confrontaciones. El país requiere un cambio profundo, un cambio que no hemos vivido desde la segunda mitad del siglo pasado. Sabemos la gran decepción de las elecciones del 2000. Este cambio significa, si se realiza, la perdida de privilegios para un sector poderoso.
La situación que vive el país en corrupción, violencia y descomposición social exige un cambio y esta exigencia está en el sentir de la mayor parte de la población y, se quiera o no, es ese sentir el que está determinando las preferencias electorales.
En el nuevo escenario existe la posibilidad de que las confrontaciones se agudicen y que esto cree una polarización aún mayor de la sociedad. Los retos para el siguiente Gobierno son enormes, la violencia desatada por todo el territorio nacional, la profunda corrupción metida en las venas de las instituciones públicas y sus empresarios aliados y la profunda, profunda desigualdad. Pero un reto tan grande o aún mayor, por los efectos sociales que puede generar, puede ser la confrontación.
Existirá una gran responsabilidad del nuevo Gobierno en buscar la reconciliación. Sin embargo, es muy posible que haya un grupo pequeño, pero extremadamente poderoso económicamente, que no acepte la reconciliación, porque no esté dispuesto a aceptar perder las concesiones de recursos naturales que el Gobierno le venía dando, porque no quiera perder los privilegios fiscales y las condonaciones de deuda al erario público que estaba acostumbrado a recibir, un grupo que desea seguir dictando leyes, reglamentos y normas a su gusto, para su beneficio sin importar los costos sociales y ambientales.
Ese grupo no está seguro que esta pérdida de privilegios vaya a ocurrir, pero el sólo hecho de su posibilidad, de que cambien las condiciones que les permitieron crear y concentrar su enorme riqueza, los pone “fuera de sí”. De concretarse en las elecciones las tendencias mostradas en las encuestas, veremos la reacción de este sector, si estará dispuesto a perder sus privilegios o si utilizará todo su poder económico para realizar una guerra de confrontación con el nuevo Gobierno, una confrontación que suma al país en una crisis aún más profunda.
En diversos países de la región latinoamericana y en diversas épocas, se han vivido gobiernos de izquierda que desde sus inicios se mostraron muy radicales y llegaron a expresiones autoritarias, de la misma manera que lo han hecho gobiernos de derecha. En medio, tenemos gobiernos de un lado y del otro que han funcionado respetando principios y prácticas democráticas.
El nuevo Gobierno requerirá enfocarse en fortalecer la democracia y la reconciliación, si no lo hace vivirá las consecuencias y será su responsabilidad. Sin embargo, no todo queda en responsabilidad del Gobierno. La historia regional muestra también escenarios en que sectores muy privilegiados por gobiernos oligárquicos anteriores, vuelven imposible la vida de los nuevos gobiernos. Ejercen sus recursos para combatir, a través de medios de comunicación a su servicio, al nuevo Gobierno, generando una crisis aún más profunda.
Ni a unos y otros conviene esta situación, aunque la ceguera de unos puede llevar a la tragedia de todos.
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