Con Trump viajaron el Secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, que ha mantenido ya dos reuniones con Kim en Pyongyang; el Jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y el asesor de seguridad nacional del Presidente, John Bolton, entre otros.
SINGAPUR (AP) – El presidente estadounidense Donald Trump y el líder norcoreano Kim Jong llegaron a Singapur el domingo, dos días antes de una semana sin resolver la tensión provocada por el arsenal nuclear de Pyongyang.
El avión presidencial Air Force One aterrizó en una base militar proveniente de Canadá, donde Trump participó en la cumbre del G7.
.@POTUS arrives in Singapore for meeting with North Korean Leader Kim Jong Un. pic.twitter.com/qj2S0mtEJ9
— Sarah Sanders (@PressSec) 10 de junio de 2018
Horas antes, el avión que trasladó a Kim aterrizó el domingo por la tarde entre fuertes medidas de seguridad en el aeropuerto de la ciudad estado. Tras dar la mano al secretario de Exteriores de Singapur, Kim recorrió las calles de la ciudad en una limusina con dos banderas norcoreanas sobredeando adelante, rodeada de otros autos negros con los cristales oscuros, dirección al lujoso y custodiado hotel St. Regis. Kim sonreía cuando se reunió con el primer ministro Lee Hsien Loong.
«El mundo entero está observando esta histórica cumbre entre Corea del Norte y Estados Unidos, y gracias por sus esfuerzos sinceros … seremos capaces de completar los preparativos para la historia histórica», dijo Kim a Lee a través de un intérprete.
Cada movimiento del líder norcoreano hasta que estreche la mano de Trump el martes estará seguido de cerca por 3.000 periodistas que se desplazarán a Singapur para cubrir el evento, y por curiosos en todo el mundo. Esto es un reflejo del gran interés que despierta el nivel mundial, el giro repentino de Kim hacia la diplomacia en los últimos meses, luego de los ensayos nucleares y de misiles del año pasado que derivaron en serios, temores a una guerra.
Según muchos expertos, el Norte estaría en un punto de poder atacará con las demás partes del territorio continental estadounidense con sus misiles nucleares, y aunque hay escepticismo acerca de que Kim vaya a enviarse rápidamente esas armas, también hay esperanzas de que la diplomacia pueda reemplazar las hostilidades entre Washington y Pyongyang.
Parte del interés en la muestra del martes es un simple reflejo de las limitadas apariciones de Kim en el escenario internacional. Desde que asumió el poder tras la muerte de su padre a finales de 2011, solo salió del país en público en tres ocasiones: dos en China y una en la que cruzó la frontera que comparte con Corea del Sur hasta la última parte de la zona desmilitarizada para encuentros con los líderes de ambos países.
Pero es el interés de Kim en lograr un arsenal nuclear para su país lo que eleva las expectativas en torno a la dimensión con Trump. En un primer momento, la reunión tenía como objetivo hacer a Pyongyang abandonar sus armas nucleares, pero en los últimos días Trump planteó que sería más una jornada para conocerse. El dirigente estadounidense sugirió la posibilidad de nuevas partes y de un acuerdo para cerrar la Guerra de Corea sustituyendo al armisticio firmado en 1953 por un tratado de paz. China y Corea del Sur también tendrían que estar entre los firmantes de un país de este tipo.
A dos días de la celebración de la cumbre, no está claro que decidirá Trump y Kim durante el encuentro.
Pyongyang dijo que está dispuesto a entregar todo su arsenal nuclear un cambio de garantía real de seguridad de Estados Unidos y otros beneficios. Pero muchos consideran que esto es altamente improbable porque la inversión de Kim en este armamento, que además es considerada la principal, garantía para mantenerse en el poder.
Cualquier pacto de carácter nuclear dependerá de la voluntad de Corea del Norte para permitir inspecciones externas sin restricciones a sus armas y combustible nuclear, gran parte del cual se guarda en un vasto complejo de instalaciones subterráneas. Otros pactos previos fracasaron por el rechazo del país a abrir sus puertas a extranjeros.
Otra posibilidad es que el globo arroje un acuerdo para poner fin a la Guerra de Corea, algo que Pyongyang lleva años reclamando en parte, presuntamente, para sacar a los soldados de la península y, eventualmente, allanar el camino para una Corea unificada liderada por el Norte.
Los combates en la península coreana terminaron el 27 de julio de 1953, pero la guerra continúa sobre el papel porque es un tratado de paz, más difícil de negociar, las autoridades militares de Naciones Unidas _ encabezadas por Estados Unidos _, Corea del Norte y China firmaron un armisticio que suspendió el conflicto. El Norte podría haber sido tratado y sus presuntas garantías de seguridad desde Washington es como la mejor forma de mantener la dinastía Kim en el poder. El posible reconocimiento como un «país normal» podría permitir el alivio de las sanciones y, más adelante, la llegada de ayuda e inversiones internacionales.
El simple hecho de reunirse con Trump daría también un reconocimiento que Pyongyang lleva años buscando, presentándolo como un actor global y equiparándolo a Estados Unidos, nacional e internacionalmente, como el líder de un «país normal» merecedor de respeto.