Los padres de Celia también padecieron diabetes e hipertensión arterial. Ambos fallecieron por complicaciones: doña Celia tuvo falla renal y don Juan murió de un paro cardiorespiratorio.
Hoy ella padece ambas enfermedades. A sus 56 años se atiende en el Seguro Popular, donde, afirma, recibe buena atención, pero siempre sale con sus medicamentos incompletos. Cada mes gasta 600 pesos en completar su tratamiento y, en ocasiones, mucho más si se ve en la necesidad de hacerse análisis en laboratorios privados; es desempleada y su esposo trabaja de manera independiente, por lo que en ocasiones se dedica a vender comida para contar con un mayor ingreso.
En los siguientes días, SinEmbargo publica una serie de casos donde los pacientes de enfermedades crónicas describen desde su realidad la crisis de los sistemas de salud pública en México y las dolorosas implicaciones físicas, morales y económicas para ellos y sus familias.
SEGUNDA DE UNA SERIE
Ciudad de México, 18 de junio (SinEmbargo).– Celia Guzmán Muñoz, como más del 9 por ciento de los mexicanos vive con diabetes mellitus tipo 2 y padece hipertensión arterial, como la cuarta parte de la población de este país.
En 2016, en un hecho inédito, el Gobierno federal decretó alerta epidemiológica por diabetes, obesidad y sobrepeso. Sin embargo, organizaciones de la sociedad civil han denunciado que desde el sector salud no ha realizado las acciones prometidas para mitigarla y, al contrario, ha alentado la mala alimentación de los mexicanos. Las autoridades han guardado silencio.
Esos grupos civiles también han puesto sobre la mesa las medidas que podrían contribuir a aminorar el problema: disponibilidad suficiente de alimentos naturales, frescos y nutritivos; etiquetado frontal fácil de entender, aumento al impuesto a las bebidas azucaradas, regulación de la publicidad de comida «chatarra», especialmente la que está dirigida al público infantil, entre otras.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diabetes tipo 2 es una enfermedad crónica que ocurre cuando el cuerpo es incapaz de utilizar eficazmente la insulina y a menudo se desencadena por el exceso de peso, la inactividad física y la alimentación poco saludable. Pero, la genética también juega un papel importante: hace a las personas más propensas a padecerla cuando familiares en primer y/o segundo grado la han presentado.
Este tipo de diabetes se presenta generalmente en la etapa adulta, no obstante, con el problema de exceso de peso que se vive en el país, la enfermedad ataca a edades cada vez más tempranas. Actualmente, 7 de cada 10 adultos y 3 de cada 10 niños viven con dicha condición, según datos de la última Encuesta de Salud y Nutrición (ENSANUT).
«La diabetes tipo 2 es una enfermedad típica de la edad adulta, pero desafortunadamente con los problemas de obesidad en niños que estamos teniendo en México, cada vez se ve en edades más tempranas», apuntó Loredana Tavano Colaizzi, maestra en políticas públicas y coordinadora de postgrado y seguimiento de calidad de la Licenciatura en Nutrición y Ciencia de los Alimentos (LNCA) en la Universidad Iberoamericana, en entrevista para SinEmbargo. Asimismo, destacó, se trata de un padecimiento controlable pero no curable.
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Durante 2015, las tres principales causas de muerte en México fueron diabetes mellitus, enfermedades del corazón y tumores malignos, esos padecimientos acapararon el 47 por ciento de los fallecimientos totales en el territorio nacional.
La ENSANUT 2016 arrojó que la prevalencia de diabetes en el país llegó a 10.3 por ciento en mujeres y a 8.4 por ciento en varones. Además, cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) revelan que en ese año fallecieron 105 mil 574 personas a consecuencia de dicha enfermedad no transmisible, mientras en 1990 las muertes llegaban a 25 mil 782.
Los padres de Celia, por ejemplo, también padecieron las mismas enfermedades. Los señores fallecieron por complicaciones: doña Celia tuvo falla renal y don Juan murió de un paro cardiorespiratorio.
Guzmán Muñoz fue diagnosticada hace un lustro, actualmente, a sus 56 años, sigue al pie de la letra las indicaciones de los médicos que la atienden en el Seguro Popular que desde 2005 opera a lo largo y ancho de la República Mexicana: camina 30 minutos al día y lleva una dieta rica en verduras y proteínas y baja en carbohidratos y azúcares. Además toma seis medicamentos diariamente y se aplica insulina.
Lamenta no haber seguido antes una dieta saludable, pero su trabajo durante 23 años en una maquiladora le absorbía la mayor parte del día, se alimentaba a deshoras y no realizaba actividad física. Por ello, recomienda a la población prevenir para no tener que tratar. Ahora se cuida a fin de evitar complicaciones propias de la diabetes como son ceguera, insuficiencia renal, amputación de miembros inferiores y otras consecuencias que afectan aún más la calidad de vida.
«Con la dieta y con el medicamento, ahí vamos porque es muy importante para este padecimiento la dieta y es algo que desgraciadamente entendemos hasta que tenemos el problema», apuntó.
Doña Celia comenta que «la diabetes, ahora que ya la tengo y que la tengo que sortear, es prevención y ya cuando la tenemos hay que prevenir amputaciones, ceguera y demás. Lo mejor es acatar las órdenes del médico […] porque yo tengo familiares que han sido amputados, que quedaron ciegos, mi mamá fue paciente renal, mi papá falleció de un paro cardiorespiratorio y a la larga todo viene porque no se cuida uno».
Cada día consume seis medicamentos: insulina, metformina y glibenclamida para tratar la diabetes; y para la presión, losartán, metoprolol y captopril. Aunque el Seguro Popular en teoría debiera entregarle todos, Celia señala que siempre hay faltantes, entonces compra en la farmacia y gasta alrededor de 600 pesos mensuales en ello.
De acuerdo con el estudio «Pequeños pasos para transformar al sistema de salud», realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2016, solo el 61 por ciento de los pacientes con diabetes, hipertensión y dislipidemia que asistieron a los servicios públicos de salud salieron con todos los medicamentos.
La ex costurera admitió que en la situación de desempleo que vive, es difícil absorber los gastos, pues su esposo trabaja como freelance [de manera independiente] en una casa productora, así que no cuenta con un salario fijo. Ella de vez en cuando hace comida y la vende entre sus conocidos y en la calle para contar con un ingreso extra.
El IMCO también indica que el país es el segundo con el mayor porcentaje de gasto de bolsillo en salud entre los que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
«El gasto de bolsillo en enfermedades crónicas puede condicionar a una familia a caer en pobreza», reza el documento. Y agrega: «Mientras que el gasto de bolsillo de los mexicanos es uno de los más altos en el mundo, el presupuesto de la Secretaría de Salud ha decrecido más del 20 por ciento en términos reales durante el sexenio».
Celia afirmó que el trato del personal del Centro de Salud de San Francisco Culhuacán y del Hospital General de Tláhuac, donde se atiende, es buena, una médico general y una nutrióloga están a cargo de su caso.
«A mí en el centro de salud me va muy bien, tengo una doctora muy buena. [En el hospital], también, gracias a Dios me ha tocado buena suerte. Nada más la semana pasada tenía cita, pero estaban en huelga, entonces no hubo cita», recordó.
Dice que el ex Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa, había prometido hace seis meses dar base a los empleados, pero abandonó el cargo antes de cumplirlo.
«Pasaron seis meses y un día y el señor ya se había ido», comenta.
Los tiempos de espera en pueden variar, Celia reconoce que si llega a la cita 10 ó 15 minutos antes de la hora indicada, pasa puntualmente. Si se presenta más tarde, hay posibilidades de que le nieguen la atención o, en el mejor de los casos, se le dé un espacio 3 ó 4 horas después, al final del turno.
El tiempo de espera deseable en un centro médico es de 30 minutos, no obstante, el estudio “Sistema Universal de Salud. Retos de cobertura y Financiamiento”, desarrollado por del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), reveló que en el Seguro Popular la espera promedio ronda los 69 minutos.
Además, tras una espera de seis meses, en abril pasado fue sometida a una intervención quirúrgica en la que se le retiró una piedra de diez centímetros formada en la vesícula.
Comenzó con dolores cada vez más intensos en la parte media del tórax, al acudir al Centro de Salud le dijeron –erróneamente– que se trataba de un dolor muscular, así que únicamente le aplicaron una inyección para aminorar el malestar. Cuando éste se hizo más agudo, regresó a buscar atención médica y fue entonces que la doctora concluyó que era un problema de vesícula, le mandó a realizar estudios con los que la institución no contaba, así que se vio en la necesidad de pagar alrededor de 4 mil pesos en un laboratorio particular.