La reciente premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018, charló con la escritora Rosa Beltrán en la sala Carlos Chávez de la Ciudad Universitaria. Modesta y al mismo tiempo consustanciada con su profesión, contó parte de sus vivencias y dijo que el periodista está perdido cuando busca la nota.
Ciudad de México, 22 de mayo (SinEmbargo).- Alma Guillermoprieto, la reciente premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2018, no es una mujer fácil para entrevistar. Sin embargo, la escritora Rosa Beltrán, al frente de la Dirección de Literatura de la UNAM, pudo sortear ese obstáculo y hacerle a la periodista un cúmulo de preguntas que derivó en una charla de más de una hora en la sala Carlos Chávez.
Alma, vestida con una blusa de colores y un pantalón negro, a veces respondió no sé y todo el silencio del mundo caía en el teatro, pero otras veces retrató sus grandes vivencias como reportera que siempre trabaja sola, que muchas veces tuvo miedo, que otras fue perseguida –como en Centroamérica- y que alguna vez conoció a Oscar Arnulfo Romero, el cura que pronto será santo.
“Era una persona inolvidable, no porque fuera un ser humano al que uno pudiera catalogarlo de tipazo, sino porque era como todos los salvadoreños. Un hombre chaparrito, muy modesto, de palabra corta, regido por un absoluto compromiso que era un compromiso con sus feligreses, con su gente”, dijo.
“Los símbolos son importantes. Yo estaba en Roma cuando Francisco lo reconoció. Fue importante que Barack Obama visitara su tumba. En El Salvador eso fue como un respiro, es un lugar muy maltratado y tuvo como un respiro que es el que nos da el ser reconocido”, agregó.
“Que su figura, en la Catedral de Wentsminter, que no es una iglesia católica sino anglicana, haya cuatro figuras y una de ellas sea él. Esas cosas valen para la gente, es importante hacer esos gestos”, opinó Alma Guillermoprieto, considerada un referente internacional para entender la compleja realidad de Iberoamérica.
ABIMAIL GUZMÁN, EL LÍDER DE SENDERO LUMINOSO
Entre otros conflictos, ha escrito sobre Sendero Luminoso, en Perú, el terrorismo de Estado en Argentina, el conflicto civil y el narcotráfico en Colombia y las guerras de las droga en México.
En la charla con Rosa Beltrán, recordó a Abimail Guzmán, el líder de Sendero Luminoso, que fue apresado y mostrado desnudo –para que se vea que tenía psoriasis- en una jaula de metal.
“Fue un personaje completamente desconocido en los 13 años de terror que había impuesto en el Perú, como el jefe de Sendero Luminoso, de repente se hace visible, de repente tiene cara, con psoriasis, un personaje fláccido, con los pies planos, y la fuerza del terror es tan grande que lo ven casi como un ser épico o casi heroico”, recordó.
Entre sus grandes aportes al periodismo está la revelación de la Masacre de El Mozote, durante la Guerra Civil en El Salvador, texto que publicó en The Washington Post en 1982, la lucha sandinista en Nicaragua y la droga, con el “Chapo” a la cabeza, que está en todo el continente.
“Uno ve al Chapo en la tele y lo ve incluso como víctima. Hay gente que dice: -Pobre Chapo, allá encerrado en una celda por el resto de sus días. Pero no viene al caso el pobrecito, no es relevante decir eso”, afirmó.
“Hay otras cosas que tengo para decir con respecto a la imagen y a la violencia, tengo una especie de pesadilla a un aluvión de secuestrados viendo la televisión y pasan alguna película gringa donde se muestra una imagen de tortura atroz y escuchar a alguien que dice: -Esa está buena”, agrega.
“Y veo a un productor de Hollywood leer sobre una tortura atroz del narcotráfico y decir: -Eso funciona. Hay como una retroalimentación entre esos dos extremos: la imagen y la realidad”, expresó.
EL PRESIDENTE MÁS GANDALLA DE BRASIL
Alma Guillermoprieto comenzó su vida profesional a los 12 años en el Ballet Nacional de México. Tomó clases en el estudio de Martha Graham en nueva York y fue alumna de Merce Cunningham. En 1978 inició su carrera periodística en Nicaragua y a partir de allí recorrió todo Latinoamérica.
Fue a Brasil varias veces y vio cómo juzgaron al que fue “el presidente más gandalla” de ese país. Un hombre, Fernando Collor de Melo, al que le gustaban los supositorios de cocaína, que vestía elegantemente y que tenía a la mujer más guapa. “Había que votarlo”, dice.
“Los inicios de la democracia brasileña en 1992, eligen a este personaje porque les fascina cómo se viste. ¡Qué lindo minino! Y votan. De repente comienza el saqueo de Brasil y las telenovelas empiezan a disfrutar la falta de censura. Comienzan a llegar grandes intelectuales a las novelas y comienzan a escribir historias progres”, cuenta Guillermoprieto.
“En esas novelas sale la gente a protestar y logran destituir a ese mal gobierno. Salen con las caras pintadas de verde y amarillo en las novelas, al día siguiente sale una manifestación inmensa contra Collor de Melo y toda la gente con la cara pintada. Hubo un momento de coincidencia muy propicio entre los sueños de realidad que proponían los autores de las telenovelas y las ilusiones de los jóvenes”, remarcó.
UNO SIEMPRE TIENE QUE ESTAR ATENTO
“Uno siempre tiene que estar atento a ver cuál es el fragmento de mundo que me toca ver. Si vas buscando la nota, ya estás perdido”, expresó la periodista mexicana, quien en otro tramo elogió parte de la tarea que hacen los Templos Evangélicos que no logra la iglesia católica.
“Hace que el hombre no tome, que la mujer se vista con ropa modesta, que respeten al trabajo, que vivan en familia. No sé cómo lo hacen, pero lo logran”, expresó.
Recordó “el desastre” de la campaña de Mario Vargas Llosa en el Perú, “cuando en su primera conferencia de prensa respondió en francés, contra un profesor chaparro que se llamaba a sí mismo “el chino”. Ya llegó “el chino”, decía y el slogan era: -Vota por Fujimori, un presidente como tú. Mario Vargas Llosa pensaba que lo importante de su campaña era él, Vargas Llosa”, afirmó.
Siempre ha ido con su capacidad de observadora. Siempre sola y cuando le preguntan qué puede hacer para que el mundo sea mejor, ella contesta: -No sé.
«Vale la pena el periodismo y hacer crónicas porque es divertidísimo, porque es una manera de vivir, porque aunque no tengas la obligación de hacerlo contribuyes a la sociedad también», dijo.
«Leer crónica o lo que sea equivale a tener un espacio de silencio. Vivimos en un mundo extremadamente ruidoso, donde la lectura es ese espacio de silencio en el cual puedes entender lentamente», agregó.
«La lectura es una manera de tener esperanza», concluyó.