Las personas expuestas durante la noche a luz azul, como la que emiten las luces LED y las pantallas de tabletas y móviles, tienen entre 1.5 y 2 veces más riesgo de padecer cáncer de mama y próstata.
Por Marcos Merino
Ciudad de México, 29 abril (TICbeat/SinEmbargo).- Hasta ahora, sabíamos que el espectro de luz azul (la que emiten la mayoría de luces LED de tipo blanco, así como las pantallas de dispositivos móviles) alteraba nuestro ciclo de sueño y reducía la secreción de melatonina, necesaria para descansar bien mientras dormimos. Contra eso, los médicos recomiendan dejar de usar estas pantallas una hora antes de irse a dormir, y hacerlo en total oscuridad, así como tomar suplementos de melatonina. Sin embargo, este tipo de luz podría tener efectos para nuestra salud mucho más graves.
Un grupo de investigadores coordinados por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha llevado a cabo un estudio basado en los datos médicos y epidemiológicos de más de 4 mil personas de entre 20 y 85 años de 11 comunidades autónomas españolas, destinado a analizar la relación entre el cáncer y la exposición a la luz azul y los resultados, publicados en la revista Environmental Health Perspectives, muestran una clara asociación entre niveles elevados de exposición nocturna a luz azul y un mayor riesgo de padecer cáncer de mama (1.5 veces más que la población menos expuesta) y de próstata (2 veces más).
Manolis Kogevinas, investigador de ISGlobal y coordinador del estudio, ha explicado en declaraciones a la agencia Sinc, que “la Agencia Internacional de Investigación en Cáncer de la OMS ha clasificado el trabajo en turno de noche como probable cancerígeno en humanos. Existen evidencias que apuntan a una relación entre el trabajo nocturno expuesto a la luz artificial, que implica disrupción del ritmo circadiano, y los cánceres de mama y de próstata. En este estudio queríamos averiguar si la exposición a la luz durante la noche en las ciudades puede tener influencia en la aparición de estos cánceres”.
Ariadna García, primera autora del estudio, afirma además que “dada la ubicuidad de la luz artificial nocturna, determinar si incrementa o no el riesgo de cáncer es un asunto de salud pública. Llegados a este punto, es necesario realizar estudios adicionales que puedan disponer de más datos individuales utilizando por ejemplo sensores de luz, para medir los niveles de luz en espacios interiores. Sería también importante llevar a cabo esta investigación en personas jóvenes que utilicen extensamente pantallas que emiten luz de espectro azul”.