Tomás Calvillo Unna
04/04/2018 - 12:00 am
Al filo de la espada
Hay experiencia política para procesar los ritmos diversos de la República y evitar que el destino de millones quede atrapado en la lógica de la ruleta rusa del capital especulativo y el mercado imparable de una tecnología convertida en el nuevo becerro de oro.
La coalición de facto que se ha ido conformando en los últimos meses, y que tiene la capacidad de replantear ejes cruciales del quehacer de nuestra deteriorada República, está en torno a la candidatura de AMLO. En ella se tendrán que encontrar los balances necesarios para evitar que se convierta en una reedición de la fragmentada izquierda mexicana y su canibalismo político, o en un renovado PRI con sus vicios y sin el dominio de los tecnócratas.
Balance afuera, balance adentro, lo necesita el país.
En ese camino ciertas presencias políticas, todavía ausentes, son valiosas para fortalecer ese nuevo centro de gravedad, que puede articular las tareas complejas que se avecinan y son impostergables, si se quiere recuperar un horizonte para la nación e incluso el concepto mismo de ella.
Hay experiencia política para procesar los ritmos diversos de la República y evitar que el destino de millones quede atrapado en la lógica de la ruleta rusa del capital especulativo y el mercado imparable de una tecnología convertida en el nuevo becerro de oro.
El vértigo de los próximos meses requiere de extremada paciencia y fortaleza, los partidos políticos que fueron parte del fin de la hegemonía priísta y el inicio de la alternancia, ya no están, ya no son los mismos. El PRD prácticamente desapareció y lo que resta, exceptuando a unos pocos, hizo migas con el crimen para sobrevivir; el PAN se fracturó internamente y emergió una élite de jóvenes de corte fascistoide, aliada a figuras veteranas acostumbradas a regir la política en alianza con los factores decisivos del poder, tanto el financiero como el judicial; Margarita Zavala, la candidata independiente, que seguramente logrará crecer en las elecciones, podrá dar origen a una nueva fuerza política que retome lo mejor de la tradición panista y se plantee como una opción de centro acentuando los temas sociales y los valores democráticos; y el PRI, que sabremos pronto si realmente vendió su alma desde la época del Callismo, y a pesar de que cortó sus últimas raíces históricas con la reforma energética que implementó, sobreviva a otro periodo de agonía.
Las elecciones corren parejo con el aumento de ciertas tensiones internacionales, a las que se suma la “Caprichocracia” en nuestro vecino del norte: La capacidad de comunicar cualquier estupidez masivamente en pocos segundos, es la modalidad política que no solo afecta a la sociedad norteamericana, sino es la moda hoy en día.
La incertidumbre internacional con el surgimiento de figuras autocráticas en las potencias que forjaron el llamado “equilibrio del terror” durante la guerra fría, hoy renombrada como “la paz caliente”, obliga a nuestro país a profundizar en sus entrañas mismas, para evitar frustrar la esperanza de millones de ciudadanos que intuyen que si es posible realizar cambios en los márgenes democráticos, que se han debilitado, tanto dentro como fuera del país.
AMLO camina por el filo de la espada y no puede ser de otra manera, si está decidido a construir un equipo que de certidumbre al cambio en condiciones extremas como las que vivimos de violencia y creciente desigualdad. Los enemigos estructurales que enfrenta y enfrentará no se quedarán cruzados de brazos, y solo la capacidad de articular a diversos actores de distintas capas, sectores sociales y económicos, evitarán que se descarrile su oferta; la misma que tendrá que ahondar en sus contenidos democráticos tanto institucionales (equilibrio de poderes republicanos) como sociales, que implican, sin enfrentarse a los lemas de la productividad e incluso incorporándolos, dinamizar una redistribución del ingreso que urge, si buscamos detener la violencia y expansión del crimen.
Redistribución que ya no se menciona, no vaya a ser que provoque pánico en los mercados. Expresiones canceladas por el terror cotidiano que ejercen ciertas formas del capital y su cultura cargada de amenazas para quien imagine algo distinto.
Su responsabilidad va a estar en su palabra con todo lo que ello significa: no excederse y cumplirla, que exprese al político con sensibilidad y sentido común, con experiencia y tenacidad y no al pastor con visión maniquea que pretende purificar con su presencia. Si al luchador social, a quien conoce las entrañas de la política mexicana, sus lados oscuros y luminosos; y no a quien simplifica la complejidad con formulas autoritarias; alentador en ese sentido fue su reciente mensaje enviado al “Movimiento por la paz con justicia y dignidad” en donde precisa su posición ante la violencia y las victimas, y reconoce las voces de éstas, buscando encontrar un camino común con ellas.
Para que sean posibles los cambios se necesita reconocer las opciones distintas, respetarlas y encontrar las vías de entendimiento democrático.
Una de las más relevantes sin duda es la que representa el Concejo Indígena de Gobierno, que tendrá que encontrar un camino más idóneo para consolidar los gobiernos autónomos en el territorio de la república. Las reformas a la ley indígena, implementadas en muchos estados, son un preámbulo para constituir el gobierno indígena en el país, a nivel nacional, que redacte su propia Constitución y promueva un planteamiento fundacional del Estado Mexicano. Solo así la tierra de los pueblos, se protegerá y continuará siendo el asiento y hogar de la comunidad mexicana, rica en sus múltiples rostros culturales.
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