María de Jesús Ugalde Martínez perdió a su madre, Felipa, el 19 de septiembre de 2017. La mujer de 71 años fue una de las 10 víctimas mortales del edificio derrumbado por el terremoto en Petén 915, colonia Emperadores, en la Delegación Benito Juárez de la Ciudad de México.
A seis meses de la tragedia, María de Jesús narra cómo ha sido prácticamente imposible reconstruir su vida y la de su familia. Al dolor de la pérdida humana se añade el de su patrimonio, que también quedó derruido y, por si fuera poco, la burocracia que impide a los damnificados ponerse en pie.
El 1 de diciembre pasado se decretó la «Ley para la reconstrucción, recuperación y transformación de la Ciudad de México en una cada vez más resiliente», pero María sostiene que dicha Ley no busca apoyar a los damnificados, sino obtener beneficios económicos para unos pocos elegidos por el Gobierno local.
«Cuando leímos la Ley dijimos: ‘a Mancera no le interesa reconstruir la ciudad, no le interesa hacer de esta una ciudad más resiliente y la prueba está en que a seis meses del sismo lo que tenemos un hoyo», dice mientras señala el predio rodeado de tablones de madera en el que alguna vez estuvo su hogar.
Ciudad de México, 18 de marzo (SinEmbargo).- El Gobierno de la Ciudad de México, a cargo de Miguel Ángel Mancera Espinosa, busca hacer negocio y beneficiarse de las familias damnificadas tras el terremoto ocurrido el pasado martes 19 de septiembre, dice María de Jesús Ugalde Martínez , quien afirma que durante los seis meses que han transcurrido después de la tragedia que, sólo en el edificio en que ella habitaba, donde murieron 10 personas –entre ellas su madre–, la burocracia y el exceso de trámites han puesto un freno para llegar al siguiente paso: la reconstrucción.
A medio año del movimiento telúrico, María, como miles de damnificados, vive con incertidumbre. No tiene certeza de lo que ocurrirá con la construcción del edificio. No sabe si volverá a ver su patrimonio de pie, aquel en el que vivió durante 20 años, donde vio crecer a Nebai e Issa, sus dos hijas.
«La tragedia que he vivido a seis meses del 19 de septiembre no tiene límites entre los trámites y la burocracia […] «No hemos superado la tragedia que hemos sufrido para reconstruir nuestras vidas […] El querer reconstruir lo que era tu hogar , lo que era tu rutina y tu forma de vida y que te encuentres sólo con obstáculos, trabas, trámites que no te llevan a ningún lado, eso es la mayor tragedia», destaca.
María recuerda que aquél martes se encontraba laborando en en el primer piso de un edificio de 14 niveles. Decidió no salir, pero confiesa que jamás permanecerá dentro de un inmueble en caso de temblor. Nunca imaginó lo que ocurría en su vivienda y en la de otros capitalinos a la 1:14 de la tarde.
Felipa Martínez, su madre, se encontraba de visita en la Ciudad de México para celebrar el cumpleaños de María desde el 9 de septiembre. La mujer de 71 años fue una de las 10 víctimas mortales del edificio derrumbado en Prolongación Petén 915, colonia Emperadores, delegación Benito Juárez.
«Empecé a llamar y a llamar [a Felipa], pero desafortunadamente no me contestaba. Llamé a mis vecinos y a los vecinos que yo llamaba son justo los que murieron, o sea, fue una tragedia tremenda», recuerda María.
A las tres de la tarde, su hija Nebai, preocupada, le envió un mensaje diciendo que su abuela no respondía el teléfono.
La capital era un caos, las ambulancias no paraban de sonar, las líneas telefónicas estaban colapsadas, las calles llenas de autos y de personas caminando desesperadas por llegar a sus hogares.
Daniel, esposo de Nebai, acudió a ver qué ocurría con doña Felipa. Se desplazó en motocicleta al lugar y avisó a Nebai que el edificio estaba en ruinas con su abuela dentro. El hombre comenzó a apoyar en las labores de remoción de escombros.
«Mi hija me mandó un mensaje que decía: ‘Mamá, Petén se cayó’. Y yo: No puede ser, Petén no se pudo haber caído. No puede ser», cuenta.
María estaba conmocionada, se rehusaba a escuchar noticias mientras se dirigía a su casa en el automóvil. Finalmente prendió la radio y lo primero que escuchó fue una entrevista que le realizaban a Daniel, su yerno, en tiempo real.
«Escucho a mi yerno y le preguntan que qué está haciendo y dice: ‘estoy buscando el cuerpo de la abuela de mi esposa'», rememora entre llanto.
Al llegar, vio el edificio reducido a dos de los siete pisos que originalmente lo componían. Su vivienda estaba ubicada en la esquina de Petén y Emiliano Zapata, aquella avenida donde también un condominio, el del número 252, sepultó a dos mujeres y 160 familias quedaron sin hogar
La Marina y el Ejército lideraron las labores de rescate, cuenta María, quien apoyó a Protección Civil a realizar un improvisado mapa para intentar guiarlos en la búsqueda. Dos personas fueron rescatadas con vida del inmueble que fue hogar de 12 familias y en el que su ubicaba un local comercial.
De las 30 personas que habitaban el edificio construido hace 45 años, fallecieron 10, la mayoría, comenta María, era gente de la tercera edad jubilada.
«Todos confiábamos en él, creíamos que era un edificio seguro, no tenía fisuras, había resistido el temblor del 85. Parecía un lugar seguro. después del sismo del 7 [de septiembre], todos volteamos, todos miramos y dijimos ‘todo está bien’. Nadie pensó que fuera a pasar esto», dijo.
El cuerpo de doña Felipa fue hallada el miércoles, 24 horas después del sismo. Para el viernes, la Marina y el Ejército, recuerda María, informaron que detendrían las labores de rescate de los cuerpos que aún faltaban, pero gracias a la resistencia de los vecinos, se extendió hasta el domingo, día en que fueron recuperados.
«Tuvieron que hacer una manifestación, parar la circulación para que pudieran apoyar en el rescate de los cuerpos. Al final, después de todo eso, sí se logró el domingo rescatar a todas las personas», relata.
NO HAY CERTEZA DE NADA
Hasta la fecha, a medio año de haber perdido a su madre y ver su patrimonio en ruinas, ni María ni sus vecinos conocen las causas por las que el edificio colapsó ni cuándo volverán a verlo de pie. Las autoridades capitalinas, expresa, han guardado silencio al respecto.
«La Delegación [Benito Juárez] nunca nos dio un dictamen. Nosotros recibimos el dictamen de desastre hasta el 16 de octubre, tocamos varias puertas: Protección Civil, Delegación, Gobierno central. Al final, pidiendo favores nos recibieron en el Instituto para la Seguridad de las Construcciones en el DF y allí nos dieron el dictamen», expuso.
No obstante, recrimina, el documento sólo indica que el edificio se derrumbó e incluye una memoria fotográfica, pero no señala cuáles fueron las causas del colapso.
«Esa es una primera falla de lo que está sucediendo […] Es otra de las cosas tristes que no sabemos […] Preocupa que cuando se realice la reconstrucción se desconozca qué fue lo que ocasionó el derrumbe, si fue la localización, el suelo o las técnicas de construcción», alertó.
Para comenzar con el tortuoso proceso de trámites, los afectados levantaron una denuncia de hechos ante el Ministerio Público.
Solicitaron un dictamen de desastre que les fue entregado un mes después del terremoto, a mediados de octubre, por el Instituto para la Seguridad de las Construcciones de la Ciudad de México, ya que era un requisito que le solicitaban las aseguradoras de los departamentos a los afectados para hacer válidas las pólizas.
Después, comenzaron a investigar opciones para la reconstrucción. Llegaron a una carpa instalada en el Parque de los Venados, donde sólo les pidieron registrarse en la plataforma Salvemos tu Casa.
Para diciembre, acudieron a la Secretaría de Finanzas capitalina, pues en los diarios leyeron que existía ya un plan de reconstrucción y que debían acudir a solicitar un crédito. En Doctor Lavista número 144 les proporcionaron un folio y les hablaron sobre la opción de sujetarse a créditos de 2 millones de pesos a pagar en 20 años, 16 mil pesos mensuales.
«Entonces no sabemos hacia dónde vamos, es por eso que estamos más que desesperados por entender qué es lo que está pasando con el tema de la reconstrucción porque lo que sí nos queda claro es que el Gobierno nos está poniendo trámites y trámites para no llegar a ningún lado o para llevarnos de aquí a julio que son las elecciones y desaparecer», planteó.
LEY DE RECONSTRUCCIÓN PARA HACER NEGOCIO
El 1 de diciembre se decretó la «Ley para la reconstrucción, recuperación y transformación de la Ciudad de México en una cada vez más resiliente», pero María sostiene que dicha Ley no busca apoyar a los damnificados, sino obtener beneficios económicos.
«Al Gobierno [de la Ciudad de México] no le interesa reconstruir la ciudad porque no se están yendo al fondo de cómo reconstruir la capital verdaderamente […] Se vendió como si fuera una Ley maravillosa, que nos iba a convertir en una ciudad más resiliente. Cuando leímos la Ley dijimos: ‘a Mancera no le interesa reconstruir la ciudad, no le interesa hacer de esta una ciudad más resiliente y la prueba está en que a seis meses tenemos un hoyo», dice mientras señala el predio rodeado de tablones de madera en el que alguna vez estuvo su patrimonio.
María cuenta que ella y sus vecinos descargaron la Ley y la leyeron, pero no la comprendieron.
«No soy abogada como Mancera y los asambleistas para entender la Ley. Nunca fue clara […] Encontramos que la Ley está allí, pero no hay manera de saber qué hacer […] Cuando lees la Ley es otro dolor más y dices ¿vale la pena hacer esto?», cuestiona.
En el Artículo 28 de dicha Ley se lee que para dar agilidad a la construcción de las casas de reposición a través del Programa de Vivienda en Conjunto del Instituto De Vivienda (INVI), «las expropiaciones se llevarán a cabo en el menor tiempo posible» y en caso de acreditar la propiedad, «se procederá a la compra venta a través de las facilidades administrativas y fiscales que establezca el Jefe de Gobierno».
En la segunda fracción del Artículo 38 se señala que «los propietarios cederán un porcentaje de la superficie edificable que les corresponde con el fin de construir las viviendas adicionales».
«Es allí donde nosotros estamos viendo el negocio, estamos cediendo el terreno y a parte van a construir más viviendas en un lugar donde ya se cayó un edificio […] Cuando hemos platicado con la gente de Seduvi [Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda] nos dicen que esa es la opción de reconstrucción. En la misma Ley te dicen que si quieres reconstruir tienes que ceder tu terreno para que al inversionista privado le convenga reconstruir», criticó María.
Además, el Artículo 41 señala que los propietarios serán los encargados de aprobar el proyecto arquitectónico, de elegir a la constructora, contratar las obras de reconstrucción de vivienda, para lo que podrán acceder a «programas de subsidio y/o crédito que gestione el Gobierno de la Ciudad de México en coordinación con las instancias del Gobierno Federal, de acuerdo a lo que determinen las Reglas de Operación de cada Programa aplicable».
Asimismo, los damnificados tendrían que cumplir con la normatividad aplicable en materia de edificación de inmuebles en la capital y «presentar los resultados del estudio de mecánica de suelo, mejoramiento de suelo y todo lo que corresponda para obtener el registro de manifestación de construcción correspondiente».
De acuerdo con un ingeniero geotécnico que trabaja para un laboratorio de mecánica de materiales y de suelos, una mecánica de suelos en dicho sitio costaría alrededor de 70 mil pesos, mismos que según la Ley tendrían que salir del bolsillo de los damnificados.
«¿Cómo una mecánica de suelos nosotros ciudadanos, mortales, ignorantes? O sea, ¿cómo yo voy a hacer una mecánica de suelos? Una mecánica de suelos, promedio general, preguntando a grosso modo, nos dijeron que cuesta entre 80 mil y 100 mil pesos. ¿Nosotros lo vamos a pagar? Señor Mancera, el que tiene que pagar la mecánica de suelos es el Gobierno de la Ciudad de México. Es una mínima política de desarrollo urbano donde se sabe que la Delegación Benito Juárez tiene fisuras», cuestionó María.
«Realmente esto nos cambió la vida y sin ninguna esperanza de volver a construir nuestras vidas porque lo que tristemente vemos es que esto es solo burocracia y que la Ley está hecha a modo para no ayudarnos con facilidades», añadió.
«[Mancera] sólo está viendo una forma de entretenernos con esta Ley que no tiene claridad y que está llena de vacíos […] Los huecos tremendos de la Ley parece que nos quieren despojar del poco patrimonio que tenemos», concluyó.