La industria textil usa este insecto principalmente para la extracción del colorante compuesto por ácido carmínico, que permite producir tinta de color rojizo.
Por Eduard Ribas
Peñamiller, 25 febrero (EFE).- El municipio mexicano de Peñamiller, en el estado central de Querétaro, sufre de pobreza y falta de empleo, por lo que un grupo de agricultores impulsó un proyecto de producción de grana cochinilla, insecto del que se extrae un colorante codiciado por la industria textil internacional.
Cerca de 60 por ciento de la localidad de este municipio de 17 mil habitantes sufre de pobreza extrema, uno de los índices más elevados del país, y muchos pobladores han decidido ir a buscar oportunidades a Estados Unidos.
Ante esta dramática situación, un grupo de trabajadores agrícolas que no quiso resignarse impulsó un proyecto de producción y comercialización de tinta de grana cochinilla para dar oportunidades de empleo a la población.
La cochinilla (Dactylopius coccus) es un insecto alado y parásito de plantas, endémico del continente americano, que reside en el nopal, un género de cactus emblemático puesto que se encuentra plasmado en el escudo nacional de México sosteniendo un águila que devora una serpiente.
La industria textil usa este insecto principalmente para la extracción del colorante compuesto por ácido carmínico, que permite producir tinta de color rojizo.
Esta práctica es ancestral, puesto que hay evidencias que indican que en las costas de Perú se usaba la cochinilla como colorante de textiles hace unos 2 mil años.
Los aztecas también adoptaron esta práctica hasta la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XVI, que comenzaron a exportar el colorante de la cochinilla a Europa, donde llegó a ser usado por reconocidos pintores como el holandés Vincent van Gogh.
«Este insecto tiene diferentes usos. Ancestralmente, en México se usaba para obtener colorante para textiles y algunos alimentos. Si vamos a cualquier plantación de nopal de México encontraremos grana silvestre», dijo a Efe José Luis Padilla, responsable operativo regional de la Comisión Nacional de las Zonas Áridas (Conaza).
El proyecto de producción de cochinilla de Peñamiller, que está apoyado con recursos gubernamentales y en el que participan 70 familias del municipio, comenzó hace dos años con la construcción de un invernadero de mil metros cuadrados y, actualmente, ya se encuentra en pleno funcionamiento, contó Padilla.
El proceso de elaboración consiste en cortar las hojas maduras de las terrazas con plantaciones de nopal, limpiarlas y llevarlas al invernadero, donde se mezclan con huevos de cochinilla que anidan en la planta.
Tras el periodo de maduración e incubación, se descuelgan las pencas de nopal y, con una brocha, se despega el insecto de la planta.
Es en ese momento, cuando la grana muere puesto que pierde su hábitat y su fuente de alimentación, comienza el periodo de secado para su posterior comercialización.
Padilla contó que el precio de la grana depende del mercado peruano, el mayor productor del mundo, y que actualmente Peñamiller vende la cochinilla que produce a 38 dólares el kilogramo.
«Este es un proyecto innovador porque nunca se había establecido el nopal en terrazas con un gran sistema de riego para atender a grandes producciones», dijo Laurencio Hernández, coordinador técnico de la Unidad Nacional de Trabajadores Agrícolas (UNTA) de Querétaro.
Tras décadas en que el colorante de la cochinilla entró en desuso por el crecimiento de colorantes químicos, ahora vuelve a ser un producto solicitado por el aumento de personas que buscan tintas naturales.
«Una parte muy importante de este proyecto es el arraigo de los productores a sus regiones», contó Óscar Gutiérrez, delegado de la UNTA, quien desea que mediante este proyecto los jóvenes dejen de abandonar el pueblo por la falta de empleo.