Dolia Estévez
23/02/2018 - 12:03 am
El PRI hizo innecesario intervenir
Washington, D.C.—Bajo el autoritarismo del PRI, el gobierno de Estados Unidos consideró innecesario intervenir en las elecciones presidenciales de México. «Hasta lo que sé, no ha habido ese tipo de intervenciones en los comicios presidenciales de México tras la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos conocía perfectamente bien el dominio político del PRI […]
Washington, D.C.—Bajo el autoritarismo del PRI, el gobierno de Estados Unidos consideró innecesario intervenir en las elecciones presidenciales de México. «Hasta lo que sé, no ha habido ese tipo de intervenciones en los comicios presidenciales de México tras la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos conocía perfectamente bien el dominio político del PRI y, en consecuencia, no le preocupaban los adversarios políticos que pudiera tener», me dijo Dov H. Levin, especialista de la Universidad Carnegie Mellon.
Estados Unidos, precisó el becario doctoral del Instituto de Políticas y Estrategia de dicha institución, consideraba a los presidentes priistas de los cincuenta y de décadas posteriores como amistosos o al menos aceptables. «Estados Unidos no vio motivo para tratar de intervenir», sostuvo Levin. Sobre la situación actual, señaló: «No hay evidencia clara de algún intento por parte de Rusia o Estados Unidos de intervenir en las próximas elecciones mexicanas».
Loch K. Johnson, decano de los académicos especialistas en temas de inteligencia y espionaje, coincidió. «No que yo sepa», me respondió cuando le pregunté si el gobierno estadounidense interviene o ha intervenido en comicios de México.
Las aseveraciones de los especialistas se aparta de la larga y negra historia de intervenciones en los procesos electorales de otros países. Si bien las injerencias de Estados Unidos son conocidas en Latinoamérica, Rusia no se queda atrás. Levin, autor de Partisan Electoral Interventions by the Great Powers (intervenciones electorales partidistas por las grandes potencias), encontró que Estados Unidos y la Unión Soviética o Rusia intervinieron 81 y 36 veces respectivamente en 60 países entre 1946 y 2000. Los operativos, los cuales tenían el propósito de sabotear las posibilidades de triunfo de candidatos o derrocar mandatarios adversos para promover elecciones a modo, se dieron en seis continentes. Estados Unidos se concentró en Latinoamérica, su patio trasero, y Asia, mientras que Rusia en Europa.
Con cinco intervenciones electorales (tres estadounidenses y dos rusas), entre 1964 y 1988, Chile es el país latinoamericano que encabeza la lista. La basta mayoría fueron operaciones clandestinas. Haití, donde Estados Unidos impuso a Marc Louis Bazin en 1990, es la última intervención electoral en el continente de acuerdo con la investigación de Levin.
Estados Unidos está ausente en el listado. El estudio no aborda la injerencia rusa en las más recientes elecciones presidenciales. Se publicó en 2016, antes corroborarse la magnitud y el alcance del proyecto secreto de troles y bots rusos presuntamente vinculado al Kremlin que ayudó la candidatura de Donald Trump y perjudicó la de Hillary Clinton.
Aun cuando el PRI enfrentó su primer verdadero desafío electoral en 1988, no hay constancia de que la CIA haya intervenido a favor de Carlos Salinas. Los hechos apuntan a que Cuauhtémoc Cárdenas venció a Salinas, quien fue impuesto por el PRI-gobierno mediante un fraude de Estado que tuvo la anuencia de Washington, pero no la colaboración material directa de la CIA.
En 2000, la alternancia en la presidencia del PRI al PAN fue vista con buenos ojos por Washington, por lo que la CIA se mantuvo al margen. Vicente Fox congeniaba con George W. Bush, aunque después de los ataques terroristas de 2001 la relación se enfrió y Fox, pese a las concesiones que hizo y el servilismo de su equipo, terminó su sexenio desprestigiado y sin interlocución en Washington.
En 2006, la posible victoria de Andrés Manuel López Obrador preocupó a la CIA. Peter Goss, a la sazón director de la CIA, declaró que México corría «riesgo de inestabilidad» debido a los comicios. La Casa Blanca tenía lista una declaración reconociendo la victoria de AMLO, pero advirtiendo que cambios radicales en la agenda bilateral no se darían sin consecuencias.
En Our Man in Mexico (Nuestro Hombre en México, Tauros 2011), Jeffrey Morley dice que López Mateos, Díaz Ordaz y Echeverría fueron reclutados (operativo Litempo), con pago de por medio, por Winston Scott, el legendario jefe de la estación de la CIA en México, según consta en documentos obtenidos por el autor. Estos no revelan los montos que les pagaban, pero se deduce que eran excesivos, a decir por las quejas al interior de la famosa agencia. La CIA disponía de maletas repletas de efectivo para comprar lealtades y conciencias.
De ahí que las élites de Estados Unidos y México consideraban innecesario sumar a su historia de intrigas y componendas la intervención directa de la CIA en los comicios. Se conocía al ganador antes de las elecciones. El sufragio de votos era una realidad virtual. Qué necesidad. Con todo, la CIA se mantuvo activa en otros frentes. Con la aprobación del gobierno de López Mateos, espió, con cámaras secretas y aparatos de intercepción telefónica, al consulado de Cuba y a la embajada de la URSS. Así fue como se enteró de la presencia de Lee Harvey Oswald en las sedes diplomáticas de esos países semanas antes del asesinato de Kennedy. Las mismas herramientas fueron usadas para espiar a la disidencia política al régimen priista.
En la edad del Internet las intervenciones electorales se dan a través de Facebook, Twitter e Instagram. En México, la presencia masiva de bots y troles en las redes sociales está a la vista de todos. Fomentan pánico, propagan rumores, exacerban divisiones, diseminan fake news, demonizan, descalifican. Puede que tengan amos externos, pero también puede que sean tontos útiles al servicio de este o aquel candidato o grupo de interés. Sea cual fuere, México sale perdiendo.
Twitter: @DoliaEstevez
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