El libro Instrucciones para robar supermercados (Tusquets) presenta a un personaje acostumbrado a sobrevivir, como le pasó a tantos argentinos en la crisis del 2001 y que hoy ven como esa crisis regresa, con la falta de empleo, con la falta de subsidios a la luz, al agua, con la inflación. Podría ser Argentina o el mundo, tan hartos de neoliberalismo como estamos.
Ciudad de México, 24 de febrero (SinEmbargo).- El lenguaje suelto, la vida para sobrevivir, la solidaridad, son elementos que están en el libro Instrucciones para robar supermercados (Tusquets) y narra la Argentina en tiempos de crisis, como está ahora. Lo cuenta Haidu Kowski, un autor de allá y que entre otras cosas ha inventado el JAM de escritura, eso que ves en los festivales, cuando un ilustrador trabaja en vivo y un escritor también.
Franco es el personaje principal de la novela y en medio de la pobreza absoluta y desempleado vive una serie de desafíos para poder sobrevivir y no caer en situación de calle, explica el autor del volumen Adrián Elías Haidukowski, conocido en el ámbito literario como Haidu Kowski.
El personaje decide encarar a un sistema económico, luego de ser despedido de su trabajo en el supermercado al verle a través de las cámaras de seguridad hurtando artículos y cambiando las etiquetas de los precios.
“En un principió el libro fue de 600 páginas y consistía en instrucciones exactas de cómo llevar adelante diversos atracos, terminó de 220 páginas y de esa primera versión hay muy poco en la novela”, dijo.
“Comencé a visitar supermercados e inicié una especie de investigación de campo en los supermercados, donde miraba el comportamiento y acciones de los clientes, qué hacían, cómo actuaban, y qué compraban. De pronto había alguien que abría algo y lo comía, lo veía y lo seguía para ver qué estaba haciendo, si lo pagaba después o no”, agrega.
“En el relato Franco descubre un nuevo modo de vida: robar supermercados y su método pronto se convierte en un negocio a gran escala que le abre las puertas al sexo, el alcohol, las drogas y excesos de todo tipo. Vivimos un sistema que nos obliga a ser exitosos, lo que es un problemón. Si no se tiene dinero no existes en él, desapareces. Considero la novela es contemporánea y absolutamente anti-sistema”, puntualizó.
Haidu Kowski es autor de las novelas Met, el muerto (2001), Dos días en Venecia (2008) y Cartas de un psicópata enamorado (2011), del libro Estrategias del póker para la vida (2015). Actualmente es editor de la revista Pokerface y creador del JAM de escritura.
–Es una literatura cuyo estilo obedece a esa literatura del 60, del 70, ¿lo ves así?
–No sé ver mucha literatura de antes, leo muchísima obra contemporánea. Desde JAM de escritura, que empecé a hacer hace 10 años o la revista Pisar el césped, que tuve hace bastante, empecé a leer a muchos autores de ahora. En la Facultad de Letras leí algunos, no asocio mucho a esa literatura que dices.
–Lo decía un poco por el lenguaje, aunque lo importante aquí es que robar al supermercado es como robar al neoliberalismo
–Sí, el supermercado es un poco la iglesia del neoliberalismo, es donde se concentra todo el poder de lo que no necesitamos. No hace falta coca cola para vivir, ni un auto ni perfumes, ni siquiera hace falta determinadas marcas para vivir, uno puede existir comiendo lo esencial.
–Parece que empezaste a escribir esta novela durante la crisis tremenda de Carlos Menem, que ahora cobra fuerza con el Gobierno de Mauricio Macri
–La realidad es que empecé a trabajar con esta novela hace 9 años. Estaba sin trabajo, en un medio económico malo, empecé a ir a los supermercados, empecé a conocer gente extraña. El chico que cortaba sachets de leche con hojas de afeitar, me anoté para ser seleccionado entre la seguridad del supermercado, fui a las entrevistas, me miraban como bicho raro. Esa fue una búsqueda para hacer la novela. La última versión la comencé a escribir en el 2015, cuando ganó Macri.
–Los supermercados son como los aeropuertos, los no-lugares
–Sí, son no lugares, el supermercado, el shooping y los aeropuertos. El título lo tuve desde el primer momento y me puse a investigar sin saber lo que estaba buscando. Este personaje tiene la pulsión de la supervivencia, donde de vuelta vamos al neoliberalismo, si no eres exitoso comercialmente, eres un fracaso. Este personaje que tiene la historia con el padre, que era tan rígido, siente que si no hace algo productivo en la vida se sentirá un fracaso. Aunque robar supermercados a su manera él siente que está haciendo un bien a la sociedad. Luego se lo reconocen y esto va creciendo, se siente un poco como Robin Hood porque comparte con la clase baja, menos pudiente, su botín. La otra vez me preguntaron si yo hubiera sido amigo del personaje, creo que sí.
–Ahora en esta edad uno empieza a darse cuenta de lo poco que necesitaba tantas cosas
–Es la zanahoria que nos dibujan adelante, perseguimos la zanahoria porque creemos que lo que va a venir va a ser mucho mejor. Incluso nada alcanza para ser feliz, eso es lo que te vende el sistema. Si tienes un autor, tienes que irte de viaje con él, si te fuiste de viaje tienes que volver a tu casa, si tienes una casa tienes que tener tus hijos y así todo el tiempo. Pierde el sentido el concepto de amor por lo que uno es, por lo que uno tiene. Vemos en Netflix algo que ve alguien que no soportamos, nos muestran qué ver, ¿por qué en vez de comprar otro libro no leo el que tengo hace años en el estante sin leer?
–La literatura a veces se salva de los algoritmos
–Sí, la literatura es libre. El otro día di una charla para adolescentes en Tepic y hablé de las redes sociales, les decía qué aprenden de todo eso, las redes no enseñan nada. Uno vuelve a la sensación de que todo está igualado, te igualan el concepto de lo que nos gusta. En lugar de mirar Netflix, ¿por qué no miramos otra vez una película de François Truffaut? La literatura y la poesía son los únicos dos medios que están completamente libres. Un autor está libre a la hora de escribir. Busquen en otros lados, no sólo en las redes sociales.
–¿No es tarea también de los mayores?
–No lo sé. No creo. Los adolescentes son libres y van a lo que les interesa. Yo conozco a jóvenes que leen libros en lugar de ir a las redes sociales, que les interesa el deporte, que no les vale demasiado lo que pasa en las redes sociales. Igual los adultos. Yo conozco gente obsesionada por el Instagram y otras que no sabe ni qué es el Instagram.
–Tu libro es muy para los adolescentes
–Ahora me invitaron a dar una charla en el TEA (Escuela de Periodismo de Argentina) y me van a poner un coach. Hasta dónde la libertad de la gente que comunica está puesta en todo esto. No sé si voy a hacerla, mi libro está libre, dije lo que tenía que decir, el lenguaje es coloquial…
–¿Piensas que el escritor debe conseguir su propia libertad a la hora de escribir?
–Es necesario. No está dada la libertad por antonomasia, el ego muchas veces se impone a la hora de escribir, este es un libro muy agresivo, que se mete con todo el mundo, que tira salsa para todos lados, dibujé un poco los límites que te impone la sociedad e intenté romperlo. Desde lo sexual, el tema del Viagra, el tema del incesto, el tema de los abusos de drogas, yo soy un espejo de la sociedad, yo soy el que vive en una sociedad, soy el que observa y simplemente puedo ser un espejo.
–¿Qué es la literatura para ti?
–Siento que la literatura saca mi costado femenino, cuando escribo me siento así. Eso me gusta mucho, la realidad que lo femenino tiene mucha más sensibilidad que lo masculino. Con el JAM de escritura comenzó porque yo era muy malo leyendo en vivo, destruía mis textos, ese fue un motivo para hacerlo y de sacar al escritor de la soledad, de que fuera ermitaño.